En medio de un clima de expectativa de cara al domingo, la política exterior da un giro y cambia expertise diplomáticos por financieros, con un nuevo canciller ex JP Morgan que pone al Palacio San Martín al servicio del Ministerio de Hacienda.
Los chicos de la JP y el tiempo de los raros peinados nuevos
En este conventillo los grandes temas de la política y la economía se mezclan con vecinos excéntricos, perros mágicos que administran el lugar y una saga de sucesos con límites difusos entre la ficción y la realidad.
El doctor Bessent firmó el informe pericial. Le sorprendía la velocidad en la que el cuadro se había modificado. El Síndrome de Personalidad Disociativa de Toto Caputo había transicionado , desde los alter egos de los dólares a una forma más compleja de enajenación que el paciente llamaba la gloriosa JP.
Quirno, Daza, Bausili y Werning eran las personalidades en las que iba fluctuando el paciente. Diferentes perfiles que tenían el sello de la JP.
Alter Quirno, el canciller de los mercados
Había sido el predominante en los últimos días dentro de los saltos psiquiátricos de Toto. El alter Quirno era bilingüe, se jactaba de haberse formado en The Wharton School y haber estado al frente, durante 17 años en la gloriosa JP, como jefe de fusiones y adquisiciones. Algunos lo recordaban por el famoso "Bono del siglo", una emisión a cien años firmada con los bancos HSBC, Citi, Santander y Nomura, acordada por teléfono entre un puñado exclusivo de administradores de fondos.
En pleno modo Quirno, ordenó refaccionar el Palacio San Martín y reemplazar los "Los Acróbatas" de Pablo Curatella Manes por una réplica del Charging Bull de Wall Street.
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Alter Daza
Cuando migraba hacia el Alter Daza hablaba con acento chileno, comía empanadas de pino con voracidad y alardeaba de ser el Secretario de Política Económica y viceministro de Economía. Cuando le agarraba la nostalgia, le contaba a los niños que pasaban que él fue director gerente y jefe de investigación de mercados emergentes de la JP.
Alter Bausili
En instancias de este alter adquiría su forma más yuppie. Como Patrick Bateman, el protagonista de American Pyscho, se aplastaba el pelo húmedo, se desnudaba y el espejo le devolvía la imagen de un abdomen lampiño, plano y endurecido, aunque desde afuera era todo lo contrario.
En el transcurso del Alter Bausili, era el presidente del Banco Central de la República Argentina,con once años de trayectoria en la JP como vicepresidente en mercados de capitales y derivados para Argentina, Chile y Perú.
Alter Werning
En este rol, el paciente encarnaba al vicepresidente del BCRA. Se pasaba el día leyendo su perfil de Linkedin en el que sacaba chapa de exdirector ejecutivo y economista jefe para América Latina en JP Morgan de 1996 a 2016.
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La última cena
El conventillo era una rara monarquía en la que todos eran el rey desnudo. En pleno transitar del brote, el paciente se había fabricado, con alambre del tender de la ropa, una triple corona: Hacienda, Finanzas y Cancillería. Todo empoderado en su delirio de realeza, se metió en la habitación de la reina de la tobillera y le robó una vajilla de plata que había logrado esquivar los guadañazos de Comodoro Py.
Mientras Cristina le gritaba desde la puerta, Toto armó el banquete en el patio: las mesas plegables que tenían desgastadas las letras de Coca Cola y un par de cajones de verdura a modo de silla. Fue cuidadoso al colocar los cubiertos de plata, las servilletas de papel finito bien dobladas para sus alters y sus amigos invisibles, mientras controlaba que todo funcionara en ese reducto del Teatro Colón en que se había convertido el patio del conventillo.
Todos los vecinos miraban el show desde sus ventanas. Uno a uno fue recibiendo y ubicando en sus lugares a sus invitados invisibles: Jamie Dimon, CEO de JPMorgan Chaseex, que se demoró porque había comprado un paquete conurbano full experience que incluía peinar a un pobre y comprar tusi en la 1-11-14; el ex primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, que trajo desde Bangladesh un lacayo con galera para que le colocara la servilleta bajo la barbilla; la ex secretaria de Estado de los Estados Unidos, Condoleezza Rice; que pasó un rato antes por Güerrín y se guardó una porción de fugazza en la cartera; el dueño de Mercado Libre, Marcos Galperín, que le quiso comprar con un QR la pizza a Condoleezza; el presidente del grupo IRSA, Eduardo Elsztain ; el empresario emiratí Khaldoon Al Mubarak y todos los capos de las JP de la región.
Toto sirvió un magnifico menú que consistía en un tartar de atún rojo con caviar y emulsión de yuzu de entrada y Kobe Beef de plato principal. El postre era una esfera de chocolate amargo Valrhona. Acompañaba un Luigi Bosca Finca Los Nobles. Al menos en su mente así transcurrió la velada. En el territorio de la realidad, el gato de Cristina observaba con fastídio como el hombrecito le robaba las croquetas y las servía en puñaditos en las mesas.
El doctor Bessent volvió a leer el informe pericial. Trató de recordar otros casos de Síndrome de Personalidad Disociativa como este, una acción deliberada de funcionarios de Estado haciendo negocios con sus exjefes que tarde o temprano hubiesen derivado en la investigación de un fiscal. Pensó que cuando eso ocurriera, ya no sería su problema. Y sonrió.



