El desgobierno conyugal: guerra fría entre el jefe y la Virgen del Senado

Crece la tensión entre los dos principales inquilinos del poder. Él la acusa de fría, legalista y ambiciosa; ella dice que solo cumple el reglamento. En medio, espías de entrecasa y rumores de traición.

El desgobierno conyugal: guerra fría entre el jefe y la Virgen del Senado

Por:Florencia Silva
Secretaria de redacción

 En este conventillo los grandes temas de la política y la economía se mezclan con vecinos excéntricos, perros mágicos que administran el lugar y una saga de sucesos con límites difusos entre la ficción y la realidad. 

El caballito de mar, recuerdo de Mar del Plata,  que estaba en la mesa de azulejos al final del patio común, seguía azul e indicaba que el invierno tenía para rato. Con el primer portazo se sacudió y quedó de lado.

Lo que empezó con un comentario escaló a una atmósfera a punto de explotar. Los perros querían echar a la Vírgen del Senado pero no sabían como: ella pagaba, era limpia y respetaba el reglamento.  Era la Bruja del 71´en una vecindad que se tironeaba el liderazgo entre la vibra progre y el culto de la resistencia de Don Ramón y el aspiracionismo de clase de Doña Florinda que en su discurso hablaba de su alcurnia, pero seguía viviendo en un conventillo en perpetua humedad.

Todo empezó con un rumor que empezó a correr por los pasillos. Los Mudos que vivían en el cuartito de los Servicios, le mandaron un videito de Tik Tok al hijo técnico de Néstor, justo cuando se encontraba sentado en el piso, debajo de la persiana del Presidente, atento siempre a que Cristina abriera la puerta y lo registrara. Tenía la raya al costado aún peinada y un manchón de mostaza en el pullover, rezagos del encuentro partidario en Quilmes al que había sido invitado por  su prima Mayra, por pedido de Cristina, que no le quedaba otra que leudar unidad a fuerza de fotos incómodas. 

El hijo técnico de Néstor siempre tenía el celular con el volúmen tan alto que todo el mundo escuchó el audio que decía que habían visto a la Virgen del Senado chapeando una copia del reglamento del conventillo mientras compraba verdura en la parada de camiones del barrio.

A partir de ese momento se volvió su obsesión. Antes su desvelo era entrar al team de Lali en la Voz Argentina. Ahora su pulsión estaba puesta en espiarla a ella, la inefable.

Pasó las últimas semanas mirando su persiana americana que siempre tenía una luz encendida y dibujaba su silueta femenina en diferentes movimientos. La mente de él era como la combustión de una vieja locomotora a toda velocidad, entre el odio lujurioso, la intriga furibunda, las ganas, la culpa y la furia servil. Los mastines estaban preocupados porque sabían que la Vírgen del Senado depositaba toda su inteligencia en el control de sus movimientos. Habían llegado a sospechar que tenía maniquíes a contra luz en su ventana, haciendo movimientos ambiguos al azar que volvían locas las especulaciones de él.

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Hacía tiempo que ella había cambiado de camaradas. Ahora se juntaba con exmilitares, con Los Mudos que jugaban para ella pero le decían a él lo que quería escuchar.  Un antiguo inquilino, el viejo Duhalde, siempre comentaba que el mecanismo que tenían los del servicio para perpetuarse en sus funciones era la pleitesía hacia el Presidente del conventillo. Lo volvían loco con rumores. Ahora, le contaban que  ella hablaba con todos y que estaba para ocupar su lugar si algo salía mal. Aunque nadie en verdad la había visto en acción.

Estos nuevos amigos, los espías del cuartito de servicio, le habían anticipado a ella los resultados del referendo que habían hecho circular los mastines en la vecindad y resultaba que era la segunda figurita más "influyente" dentro de la administración del lugar. La otra era la exmontonera de la habitación 4 que había renunciado a todo para lavarle la ropa al Presidente. Con esa información, la Vírgen del Senado empezó a frecuentar a "compañeros" y ya no le pareció tan mala idea prestarle la clave del WiFi a la pobre Cristina para que viera Grey' s Anatomy porque no podía salir sin que le sonara la tobillera.

Como cada semana, la erupción no se hizo esperar. En el punto de ebullición de su onanismo mental se paró frente a la ventana americana de ella y escribió en grande TRAIDORA, con aerosol, mientras montaba un pequeño escándalo y le exigía el reglamento. Mientras tanto, algunas cabecitas se asomaban al pasillo, chistaban y reclamaban que después de las 20 no se podía hacer ruido. 

Con su aura silenciosa de fina estampa, La Virgen diestra del Senado siguió mirando su celular mientras afuera todo era grito y desmesura. Tomó nota de una receta de polenta con roquefort que compartía Paulina Cocina, lanzó una carcajada y le puso un corazoncito a un meme de "Néstor Messi" que subió a Instagram su vecina Cristina  y después se fue a dormir. Mientras tanto, en el patio común del conventillo, el caballito de mar que anticipaba el pronóstico, seguía azul y avisaba que aún había un largo invierno.