Todo es bronca y dolor en la interna del PJ. Después de la paliza electoral buscan rearmarse, recomponerse, tener un plan. Cristina la líder pregona la falsa unidad, pero culpa a Kicillof por haber desdoblado.
Ruido de voces, el Club de la Pelea peronista y el que rompió la primera regla
En este conventillo los grandes temas de la política y la economía se mezclan con vecinos excéntricos, perros mágicos que administran el lugar y una saga de sucesos con límites difusos entre la ficción y la realidad.
El narrador observa el kebab que prepara el Turco Husain y escucha con atención las correcciones que le hace el jurado de Masterchef sobre la consistencia de la masa y el mezquino sabor de la sal. Está cenando unos peronachos que acompaña con una cerveza en botella de plástico. Mira el kebab dando vueltas y piensa en todo lo que ocurrió hasta llegar a el día en que el Proyecto Mayhem peronista explotó.
Tiempo atrás era un economista de oficina alienado y sin propósito, con insomnio crónico y una sensación de vacío existencial. Su vida se reduce a consumir, trabajar y sobrevivir sin identidad. Una noche, en una unidad básica, conoce a La Compañera, una líder carismática y anárquica que representa todo lo que él no se permite ser: libre, violento y auténtico.
Tras perder su departamento en una explosión, se muda con ella al conventillo y empiezan una tensa relación que hace equilibrio entre su yo racional y su alter ego instintivo que leuda como el kebab : la estatización de YPF, el Ministerio de Economía, el triunfo en la provincia de Buenos Aires y la reelección. Él está empalagado y ella hace el pase de magia: lo invita a un club nocturno para peronistas frustrados en el que cada noche pelean a golpes de puño, sin remera y sin zapatos, hasta caer moribundos. Hay reglas, la primera es la más importante: no se habla del club de la pelea.
En el escenario post-2019 ya ha sumado adeptos a por doquier y los clubes clandestinos, secretos, se multiplican en cada rincón de la ciudad: agrupaciones militantes, think tanks, radios, unidades básicas, antros en los que las costillas rotas, los hígados desgarrados, el olor a sudor y humedad cuestionan al stablishment interno. Esos peronistas que han canjeado la amargura por un nuevo sentido de pertenencia en esos rituales de pugilismo primitivo se cruzan en las esquinas e intercambian miradas, se reconocen en los taxis, se sonríen apenas en el subte. Pero nadie aún dice nada. Todos respetan la primera regla.
Mientras, el narrador acumula poder, crea su red de integrantes jóvenes y empieza a hablar de una nueva camada "ética y popular" del espacio que lidera La Compañera. En oposición al pragmatismo de la vieja guardia, organiza sus propias peleas y se convierte en el blanco mainstream: recibe el bautismo de "enano comunista".
La Compañera se da cuenta de que el narrador tiene autonomía, agenda propia y capacidad de liderazgo que escapa a su control. El Proyecto Mayhem peronista se desdobla en dos almas: institucionalismo vs. refundación.
Ver: CFK cuestionó a Kicillof pero llamó a la unidad: "Cabeza, corazón y coraje"
La Compañera advierte que la energía que alimenta al narrador es la misma que ella liberó años atrás contra el poder real. Su "enemigo" interno es una versión de sí misma más joven, más dogmática y menos calculadora.
El narrador empuja al movimiento hacia un conflicto con el propio Estado, cuestionando alianzas, reglas de poder y liderazgos históricos. Se plantea "reiniciar el club".
Pero alguien ha roto la primera regla. Alguien ha hablado del club de la pelea.
A comienzos de 2025, la relación entre ellos se enfrió visiblemente: él admitió que hacía meses no hablaban, y los miembros del club empezaron a hablar, a señalar las diferencias
En mayo y junio hubo intentos de acercamiento pero las tensiones persistieron: La Compañera buscaba mantener el control del espacio, mientras el narrador quería ampliar su base y afirmar su liderazgo.
El Proyecto Mayhem se relaja en septiembre y estalla en octubre: La Compañera publica una carta que es una ruptura abierta. Se consolida la idea de una interna por la conducción, entre las bases históricas de ella y el progresismo técnico new age de él.
Es domingo 26 de octubre y hay una explosión en primavera y una implosión del propio narrador. Descubre que La Compañera no es una persona real sino una proyección de su propia mente que ha intentado volar el sistema y a fin de cuentas, siempre ha sido solo él y su ambigüedad.
Al final, se queda mirando desde una ventana cómo los edificios explotan uno tras otro, cumpliéndose el plan que ya no pudo detener. Suena "Where Is My Mind?" de Pixies mientras ve arder aquello que algunas vez fue. La Compañera ya no está en su mente, los murmullos de la ruptura son apabullantes, pero ya no hay voces. Todo, siempre, está empezando otra vez.
Ver: Iñaki Gutiérrez celebró la interna peronista: "Los intendentes se borraron"



