Autos que vuelan, niños gratis: el milagro del Hombre Llamarada

Zohran Mamdani es el nuevo alcalde de Nueva York. Ganó prometiendo colectivos rápidos, guarderías gratis e impuestos a los ricos. La postal del resurgimiento progresista en Estados Unidos.

Autos que vuelan, niños gratis: el milagro del Hombre Llamarada

Por:Florencia Silva
Secretaria de redacción

 En este conventillo los grandes temas de la política y la economía se mezclan con vecinos excéntricos, perros mágicos que administran el lugar y una saga de sucesos con límites difusos entre la ficción y la realidad.

Es domingo de kermés en el conventillo y el día amaneció soleado, una postal típica de la primavera argentina. Desde temprano los carritos con algodones de azúcar, globos, los juegos de tiro al blanco, el palo enjabonado y el juego de la silla se habían distribuido por el patio y ya, a media mañana, se respiraba aire de distensión. 

Sin embargo, con el correr de las horas la ansiedad aumentó. El número de la noche era el más esperado por todos. Los comentarios, los rumores y sobre todo las historias habían hecho crecer la excitación sobre la presentación más esperada de la jornada: el Hombre Llamarada vs. el Hombre Bala.

La kermés del conventillo, en su esplendor. 

El espectáculo se había montado en la parte trasera. Un cañón obús ocupaba un sector de la explanada Sur. Enfrente, sobre un círculo de arena, había una fusta y un encendedor.

Zohran Mamdani fue el primer rostro iluminado bajo las borlas de fuego. Una sonrisa ancha estiró sus facciones ugandesas mientras la onda expansiva del algoritmo de Tik Tok se extendía como arena. El Hombre Llamarada saludó con sus brazos en alto, sosteniendo un cartel de las Picadas de Lavalle, la quintessentia rerum de su campaña: "¡Autos que vuelan, niños gratis!" 

Después llevó a su boca la punta de la fusta embebida en alcohol y escupió una larga llamarada de fuego, tan extensa que quemó la gorra roja con las siglas M.A.G.A. que llevaba puesta el presidente.

 Mamdani prometió en su campaña en Tik Tok colectivos rápidos, guarderías gratis y más impuestos a los ricos y a las empresas.

El Hombre Bala quiso empezar rápido su rodeo. Lanzó un par de cañonazos al aire para intimidar con el ruido, le puso una gorra nueva y sana al presidente que se tocaba la peluca aturdido y amenazó con apuntar y disparar directo a los admiradores del Hombre Llamarada. Después ingresó al cañón y salió despedido con un envión flácido, como un mosh en un escenario de un club barrial.

Es que el ruido es alto. La levadura de los Democratic Socialists of America (DSA) ha copado el conventillo. Los chicos del milagro llegaron al poder tras un salto improbable: hace un año estaba en 1% en las encuestas de la primaria demócrata y el 4 de noviembre de 2025 festejaron en el Brooklyn Paramount su victoria sobre un establishment que llevó como figura a Andrew Cuomo, exgobernador expulsado del cargo por denuncias de acoso. En apenas unos meses duplicaron su militancia hasta 16.000 miembros y armaron un ejército de 100.000 voluntarios que llevaron la palabra del mesías musulmán a 3 millones de hogares en New York. 

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Y así, entre el olor a pochoclo quemado y los aplausos de los vecinos, el Hombre Llamarada se retiró del ruedo envuelto en una ovación que vitoreaba más su triunfo con recursos liberales que los trucos que hizo tragando fuego.

 El presidente, todavía con los bordes de la gorra chamuscados, masculló algo sobre comunismo y fue a sacarse una foto adentro del cañón del Hombre Bala que amenazaba con cortar la luz del conventillo.

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 La noche cerró con fuegos artificiales y un aire espeso de pólvora. En los balcones, las luces  titilaban como si aplaudieran también. Nadie sabía si aquello había sido un milagro socialista o simplemente otra función de domingo en la república del absurdo. Pero todos coincidieron en algo: el Hombre Bala había caído corto, y el Hombre Llamarada había aprendido a prender fuego sin quemarse.