Rita, la fanática de La Renga asesinada por un menor, había estado en Mendoza

 El crimen de Rita tuvo dos tipos de repercusión: el mediático, con móviles de televisión durante largas horas, instalando en agenda temas ya discutidos y con el consecuente uso político del caso; y la repercusión en la comunidad, que es la menos exhibida y la más dolorosa. Rita Suárez era una de "los mismos de siempre". Era una fanática de La Renga, como tanta gente a lo largo del país que comparte una liturgia de valores, viajes, seguir a la banda a donde toque, la "buena ruta", el barrio, la cultura del laburante, los amigos, la familia y la música. Rita era una de ellas y además era de esas "minas buenas", así lo muestran los consternados mensajes de la gente que la conocía de los "banquetes" de la banda de Mataderos.

En uno de esos tantos posteos de bronca y despedida, un amigo le había dedicado unas palabras, recordándo lo lindo que había sido encontrarla en uno de los recitales en Huracán y luego, en la presentación que hizo la banda a principios de febrero en el polideportivo de San Rafael. Es que Rita seguía a la banda a todos lados y también había logrado hacer de su pasión por la música, una fuente de trabajo. En sus redes sociales mostraba con gran orgullo el taller de bordados que había montado. La temática eran las bandas: chalecos, buzos, mochilas y otras prendas con la estampa rockera. En uno de los videos compartidos, exhibía todos los trabajos y también las instalaciones.

La mujer de 47 años también era preceptora y mamá de un chico de 15 años. Frente a él, dos ladrones de la misma edad que el adolescente, la mataron a tiros para robarle un Renault Sandero que dejaron tirados, en Villa Luzuriaga, partido de La Matanza. La crónica dice que ella iba manejando el vehículo cuando fue interceptada por los delincuentes que intentaron subirse y como no lo lograron dispararon contra el vidrio. La bala atravesó el cristal e impactó contra el cuerpo de Rita, que murió unos instantes después.

"¡Hijos de p... nos arruinaron la vida!, ¡ayuda, ayuda! ¡Mi mamá!", dicen los vecinos que gritaba el niño al que le acababan de arrebatar a la madre. Los sospechosos fueron entregados al día siguiente por sus respectivas mamás. Uno de ellos declaró que se le escapó el tiro y hay un tercer implicado que permanece prófugo. La política, como siempre ocurre con este tipo de casos, quiso sacar rédito rápido. 

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, volvió a insistir con la baja de edad de imputabilidad, y en plena carrera electoral, aprovechó para culpar al gobernador de Buenos Aires, al que acusó de "inútil", aprovechándo que el exministro de Economía es uno de los blancos de la campaña de La Libertad Avanza. "Un crimen brutal más en la tierra del kirchnerismo y del inútil de Kicillof", escribió en X la titular de la cartera de Seguridad, que pelea por una banca en el Senado de la Nación.

Ver: Dos madres entregaron a sus hijos menores por un crimen en La Matanza

Lo cierto es que los casos se pierden en un vericueto judicial que diluye su exposición y solo quedan los dolientes, hasta que haya otra triste Rita que ponga en agenda los mismos debates y continuar el ciclo de Argentina y el "día de la marmota".