Cuatro ex empleados de Laboratorios Ramallo y HLB Pharma revelaron a Infobae las deplorables condiciones en las que se fabricó el lote de fentanilo contaminado que causó más de cien muertes, exponiendo graves irregularidades en la planta de producción.
Condiciones inhumanas en la producción de fentanilo en el laboratorio de Furfaro
La producción de medicamentos es un proceso que exige estrictos controles de calidad y condiciones óptimas para garantizar la seguridad de los pacientes. Sin embargo, el caso de los laboratorios Ramallo SA y HLB Pharma Group SA, propiedad de Ariel García Furfaro, ha destapado una realidad alarmante.
Las investigaciones judiciales, encabezadas por el juez Ernesto Kreplak, han puesto en evidencia un sistema de producción deficiente que derivó en la fabricación de un lote de fentanilo contaminado, responsable de más de cien muertes. Este escándalo no solo ha generado indignación, sino que también ha levantado cuestionamientos sobre la supervisión de las autoridades sanitarias y las responsabilidades empresariales. Los testimonios de los trabajadores, que hablaron bajo anonimato por temor a represalias, pintan un panorama desolador de negligencia y desidia.
La planta de producción ubicada en Ramallo, provincia de Buenos Aires, operaba bajo condiciones que distaban mucho de cumplir con las normativas de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM). Las declaraciones de los ex empleados, respaldadas por fotos y chats internos, revelan un entorno insalubre, con temperaturas extremas, presencia de plagas y falta de equipamiento adecuado. Este caso pone en el centro del debate la importancia de garantizar estándares sanitarios en la industria farmacéutica y la necesidad de controles más rigurosos por parte de organismos como la ANMAT.
Ver: Los chats que comprometen al laboratorio del fentanilo contaminado
Condiciones inhumanas en la producción de fentanilo
El 18 de diciembre de 2024, en la planta de Laboratorios Ramallo, se elaboró el lote 31202 de fentanilo que resultó estar contaminado, causando la muerte de más de cien pacientes. Según los testimonios de cuatro ex empleados, las condiciones de trabajo eran deplorables: temperaturas que superaban los 39 °C debido a la falta de aire acondicionado, presencia de ratas y una infraestructura deteriorada con paredes descascaradas y pisos rotos.
Los trabajadores, agobiados por el calor, llegaban a quitarse los trajes estériles, aumentando el riesgo de contaminación del medicamento. Estas circunstancias, lejos de ser excepcionales, eran habituales en la planta, lo que refleja una negligencia sistemática en la gestión de la empresa.
Inspecciones fallidas y alertas ignoradas
En noviembre de 2024, la ANMAT realizó una inspección sorpresa en la planta de Ramallo, detectando más de 650 irregularidades, incluyendo riesgos sanitarios graves y falta de validación en los procesos productivos.
A pesar de estas advertencias, la producción continuó sin correcciones significativas, y el lote mortal de fentanilo se fabricó apenas días después. Los empleados relataron que, durante la inspección, los directivos intentaron minimizar las falencias, pero las evidencias eran innegables: productos químicos almacenados a la intemperie y cajas contaminadas con orín y excrementos de ratas. Estas condiciones, sumadas a la falta de personal capacitado, evidencian un descontrol que puso en riesgo la vida de los pacientes.
Presiones y encubrimiento en la producción
Los ex trabajadores denunciaron que recibían presiones para falsificar registros de producción, conocidos como "batch records", con el fin de encubrir las irregularidades. Chats internos revelan que, tras conocerse las primeras muertes, los empleados se vieron obligados a reconstruir documentación de manera retroactiva para aparentar cumplimiento.
Ver: Fentanilo contaminado: un mecánico y un gasista firmaban documentos
Esta práctica, conocida como "dibujar" registros, era común en la empresa y refleja una cultura de improvisación que priorizaba la cantidad sobre la calidad. Además, la falta de agua purificada de calidad WFI (Water for Injection), esencial para medicamentos endovenosos, agrava aún más el cuadro de negligencia.
Una tragedia evitable y sus responsables
La investigación judicial apunta a Ariel García Furfaro y su familia, quienes controlaban tanto Laboratorios Ramallo como HLB Pharma. Los testimonios indican que los hermanos García, incluyendo a Damián, estaban al tanto de las condiciones precarias de la planta y daban órdenes directas sobre la producción, ignorando las advertencias de los empleados.
La falta de mantenimiento en sistemas de aire y agua, junto con la presión para aumentar la producción, creó un entorno propicio para el desastre. El juez Kreplak, con 17 imputados en la causa, busca determinar las responsabilidades penales en un caso que expone las fallas de un sistema que debería proteger la salud pública.



