Este proyecto, que aspira a facilitar la conectividad entre dos conglomerados urbanos importantes, merece algunas reflexiones.
Tren de cercanías: un anhelo con los pies en la tierra
El desarrollo del ferrocarril en nuestro país fue, como en otros, una formidable herramienta de desarrollo y comunicación que permitió el crecimiento de provincias y comunidades hasta entonces marginadas e incomunicadas. Esto se dio principalmente desde mediados del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX. A partir de las primeras décadas del siglo pasado, la irrupción exitosa del transporte automotor, fue desplazando paulatinamente el transporte ferroviario, tanto de cargas como de pasajeros. Esto fue asi porque lamentablemente no hubo políticas destinadas a integrar ambas modalidades y el resultado de la falta de adaptación e inversión en los ferrocarriles fue la progresiva decadencia de modo ferroviario.
En la actualidad estamos viviendo posiblemente, uno de los peores momentos en este sector: falta crónica de inversión, infraestructura en general en mal o regular estado, carencia de material rodante y poquísimos tramos donde todavía se puede circular, aunque en condiciones muy poco competitivas.
Hoy el transporte ferroviario de pasajeros sólo tiene presencia en el AMBA (trenes interurbanos) y, también allí, vemos y escuchamos que la falta de inversión, se manifiesta en retrasos, suspensiones y descarrilos en forma frecuente. Sólo en el ámbito de los subterráneos de CABA se observan inversiones y mejoras permanentes. El resto del país no tiene virtualmente, forma de comunicación ferroviaria de pasajeros efectiva.
Siendo realista, tenemos que decir que el transporte de pasajeros tal como se conoció en otras épocas, hoy es inviable.
Pero lo más grave es que el transporte de cargas, que sí es viable, posible y necesario, también afronta un panorama nada promisorio: pocos tramos habilitados y con demasiadas restricciones de velocidad y peso, falta de conectividad intermodal, etc. En definitiva, no existe una política destinada a rehabilitar mediante inversiones plurianuales, nuestra imprescindible red ferroviaria.
¿Qué pasa en Mendoza?
Primero aclaremos que muy pocas provincias trabajan e invierten en este tema. Podemos citar a Jujuy con el Tren Solar de la Quebrada, las provincias de Río Negro con el Expreso Patagónico y Chubut con La Trochita. Y poco más.
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En nuestra provincia, rescatando lo mejor de tradición innovadora y emprendedora de nuestros antepasados, existen dos proyectos que van en el sentido correcto. Me refiero al Metrotranvía que goza de un bien ganado prestigio entre los usuarios, y sigue en expansión; y en el proyecto ya licitado del Tren de Cercanías que va a vincular a la zona Este con el Gran Mendoza.
Este proyecto, que aspira a facilitar la conectividad entre dos conglomerados urbanos importantes, merece algunas reflexiones.
En primer lugar va a incorporar un nuevo modo de transporte público. Y lo hará teniendo en cuenta varios aspectos, todos positivos, para el conjunto de la comunidad usuaria. En primer lugar, va a ser un modo seguro, ágil y cómodo para los mismos. En segundo lugar va a ser sustentable económicamente por sus tarifas razonables y en tercer lugar va a significar una mejora ambiental por la menor contaminación que el ferrocarril produce respecto de los vehículos particulares. En este aspecto, recordemos que muchos países invierten ingentes sumas de sus presupuestos para que la gente se movilice en modo ferroviario y deje el automóvil e incluso el avión.
¿Por qué el gobierno de Mendoza asume este desafío?
Las razones son varias y todas concurrentes. En primer lugar porque nuestra provincia, una vez más, está a la vanguardia en materia de movilidad urbana y periurbana sustentable. En segundo lugar porque tiene equipos técnicos capacitados para asumir el desafío. En tercer lugar porque años de austeridad y ahorro, permiten hoy invertir con certezas en obras para ésta y futuras generaciones. Y además, porque existe la decisión política fundada en los anteriores conceptos, que es necesario hacerlo. Y se realiza...
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Como habitante de esta provincia es gratificante ver el cambio de realidad en poco más de una década, donde en lugar de prometer proyectos faraónicos, se construye día a día, pensando en el futuro.
En resumen: certezas, no promesas.



