San Martín legó ideas pero también un ejemplo de acción exitosa

En la conmemoración del Padre de la Patria conviene recordar hechos de su vida que todavía hoy sirven como inspiración. Su figura se agiganta con el tiempo.

San Martín legó ideas pero también un ejemplo de acción exitosa

Por:Jaime Correas

"¿Qué faltó a San Martín para terminar él la tarea gloriosa que Washington llevó a cabo en el otro hemisferio ¡Ah! Señores, faltóle gobierno en su país, que continuase proveyendo de soldados y de recursos a los combatientes... ¡Cuántos ejemplos de grandes empresas argentinas, iniciadas por el talento del hombre de Estado, ejecutadas por el genio de nuestros guerreros, han servido de gloria final a otros, por ese desorden interno y nuestra falta hasta hoy de gobierno sólido!"

Domingo Faustino Sarmiento, al arribar los restos del general San Martín a Buenos Aires, el 28 de mayo de 1880

Pocos argentinos han sufrido tanto la ingratitud de su tiempo como José de San Martín. Hoy se conmemora su fallecimiento y es una figura unánime en la Argentina, pero no siempre fue así. En vida sufrió de persecuciones, de desconfianzas, de conspiraciones, de incomprensión, de traiciones y de olvido. Luego de muerto debieron pasar 30 años para que se repatriaran sus restos. Entonces comenzó otra historia hasta llegar al personaje de la actualidad: el Padre de la Patria. Tocó al presidente Avellaneda y al ex presidente Sarmiento darle la bienvenida al ataúd que traía sus despojos. Fue una ardua tarea su reivindicación y debió pasar mucha agua bajo el puente y vencer muchos obstáculos. Hasta la actualidad sigue sufriendo ataques. La pieza que dejó a la posteridad el autor del "Facundo o Civilización y Barbarie" es no sólo conmovedora, sino también de una profundidad conceptual que se lee con provecho.

 28 de mayo de 1880- Repatriación de los Restos de San Martín. (El Mosquito Año XVIII Número 908, 30 de mayo de 1880, página 4).

La única maldición que no logró superar San Martín es que las dirigencias argentinas intentaran usarlo para su propia causa. Le sucedió mientras vivía y después de muerto. Él hizo lo posible para evitarlo en vida, luego ha estado a merced de ambiciones y dobleces. Por eso cada uno ha tenido su propio San Martín y lo ha manipulado a gusto, produciendo algunos esperpentos inapropiados para alguien que dio tanto a su Nación. Pero también muchos argentinos han hecho lo posible para desentrañar las claves más profundas de la acción y del ideario sanmartinianos. Sus dos legados, porque la complejidad del personaje une a sus ideas y ejemplos de vida con la acción exitosa de su campaña libertadora. Legó el ejemplo de lo que hizo para que saliera bien. Porque las mejores ideas naufragan o se transforman en abstracciones si no hay una acción que consiga resultados. De las apariencias se han sacado decenas de conclusiones. Se ha discutido con ardor si era republicano o monárquico, si era un agente inglés, si era masón o no, si era partidario de Rosas, si en Guayaquil fue derrotado por Bolívar. Mientras más espinoso es el tema más se generaron bandos que pretendieron llevar al Libertador del lado que les venía bien. En general, se lo ha hecho citando parcialmente los documentos, leyéndolos superficialmente o simplemente aludiendo sólo a lo que venía bien a la tesis definida de antemano. Lo cierto es que también hay en la buena bibliografía análisis ponderados y que muestran la complejidad del personaje. Con sus claros y sus oscuros, sus éxitos y sus fracasos, sus fortalezas y debilidades. Pero una vez que se lo investiga sale fortificado, quizás como el ejemplo más fuerte y recomendable que tienen los argentinos. No es un dato menor que a pesar de ser el Padre fundador de la argentinidad los argentinos, incluidos ciudadanos y dirigentes, escasamente han tomado sus valores. Honestidad, coraje, disciplina, meritocracia, esfuerzo, espíritu colaborativo, respeto, austeridad, humildad son virtudes que se encuentran a cada paso en la vida del Libertador. No han prendido en la sociedad que sin embargo venera su memoria. ¿Qué pasó que la ejemplariedad no sucedió? ¿Por qué los anti valores sanmartinianos son tan fuertes?

En el notable ensayo "San Martín, su pensamiento político" el historiador Carlos Egües da un ejemplo magistral de cómo indagar en las ideas con ponderación y prudencia puede llevar a resultados inesperados. El autor, además de explicar el pragmatismo de San Martín que lo llevó a esgrimir ideas monárquicas motivado por el contexto en que debía dar batalla, también muestra su perfil republicano. Para hacerlo pone la lupa en un documento que da un indicio difícil de refutar. En enero de 1817 un alto funcionario le reporta que está tramitado el pedido de los doce ejemplares que San Martín ha hecho de unos escritos del pensador inglés Thomas Paine. Destaca Egües que no había otro más antimonárquico y republicano y concluye: "Si San Martín era partidario de la monarquía, como muchos sostienen, ¿por qué se preocupa por hacer llegar a Mendoza y a Chile la obra de Paine... y en un número de volúmenes que solo se justifica si se pretende difundir estas ideas? Una vez más la clave de explicación creemos encontrarla en la tensión entre convicciones, posibilidades y necesidades, contribuyendo con la obra de Paine a profundizar la educación de sus contemporáneos en los principios republicanos". El pensamiento lateral de Egües permite conclusiones ponderadas y concurrentes: San Martín tenía convicciones íntimas republicanas, única explicación de la compra de esa cantidad de ejemplares de un libro, pero las matizaba con las posibilidades y las necesidades que debía enfrentar. Es decir, tenía en cuenta su objetivo político y militar para adoptar la estrategia más conveniente. Muy distinto a perder el tiempo discutiendo si era una cosa o la otra. En síntesis, era republicano por convicción y monárquico por necesidad y conveniencia. Pero de una monarquía atemperada, como la que quería Belgrano, porque, ante todo San Martín combatía la monarquía absoluta que había retornado en la Europa de su tiempo. Pero sentía que todavía no había llegado el tiempo de las repúblicas.

El libro de Carlos Egües

A esta característica ideológica del Libertador hay que cruzarla con los conceptos de Sarmiento al inicio de estas líneas. Las grandes empresas, los grandes cambios, requieren planes y apoyos concretos. Se necesita del gobierno, es decir de la estructura que desde el Estado posibilita las acciones que hacen funcionar a la sociedad. El ejemplo sanmartiniano es extraordinario porque desde su regreso a una tierra que sólo había conocido de niño (cuentan que su tonada era la de un andaluz) estuvo enfocado obsesivamente en un objetivo: la libertad. Y, más allá de las ideologías, fue un campeón de ordenar los elementos con los que contaba para conseguir su meta. Si se tienen sólo las ideas, pero se carece de la capacidad para llevarlas a cabo y de los apoyos imprescindibles, hay mucha posibilidad de fracaso. La actitud de San Martín en la construcción del camino hacia su objetivo ha dado lugar también a diversas teorías. Deben ser también matizadas y ponderadas. No existe suficiente documentación que acredite con certeza sus planes y mucho menos sus intenciones. Lo más importante son los resultados. Se sabe que llegó al Río de la Plata, se relacionó con una familia influyente, los Escalada, y con una serie de hombres y mujeres cruciales para su misión. Colaboraron con San Martín militares de diversa procedencia, civiles, sacerdotes, médicos, entre otros. La mayoría giró a su alrededor en la etapa mendocina. Fue junto a los Andes donde desarrolló su familia con Remedios Escalada y donde nació su hija Mercedes. En Mendoza no sólo demostró ser un militar profesional, planificando una campaña que se estudia en todo el mundo, sino un político razonable. Organizó el gobierno de una provincia como plataforma de su gesta libertadora. Le costó conseguir ayuda de Buenos Aires, siempre ocupada en mirarse a sí misma. Fueron muchos los sinsabores y escasas las colaboraciones. Debió abrirse paso con algunos fieles colaboradores y con el apoyo de personalidades como Pueyrredón y O'Higgins. El cruce de los Andes fue una hazaña y la campaña chilena su momento de mayor éxito, con los triunfos de Maipú y Chacabuco y la derrota de Cancha Rayada. No todo fue miel. La campaña al Perú representó el momento más bajo de su quehacer, en lo militar y en lo político. El retiro final después de Guayaquil aceleró su salida de la escena y la consolidación de Bolívar.

En este contexto hay que releer a Sarmiento cuando se pregunta qué le faltó para igualar a un Washington: gobierno en su país. El sanjuanino machaca con lo malo de "ese desorden interno y nuestra falta hasta hoy de gobierno sólido". Lo dice cuando él ya había sido el presidente en la historia del país con mayores realizaciones, aunque siempre estaba disconforme. Si se mira el siglo XX y lo que va del XXI se agiganta la figura de San Martín. Vale la pena recordar un hecho no muy conocido. Sarmiento lo visitó en Francia en 1845 y de esa reunión dejó un testimonio célebre. Pero dos años después regresó a París para disertar en el Instituto Histórico de Francia que lo había nombrado miembro. Habló sobre la relación entre los dos libertadores. Bolívar ya había muerto pero en aquel salón parisino estaba presente San Martín, escuchando lo que le había contado a ese argentino que estaba destinado a ser presidente. En ese discurso dio la versión de que en Guayaquil se habían encontrado un espíritu desinteresado y otro que creía que el continente no alcanzaba para contener a ambos. El Libertador no desmintió lo dicho aquel 13 de junio.

El San Martín de las ideas independentistas y el de las realizaciones, el constructor de la libertad de los pueblos americanos, es un solo hombre. Su ejemplo es muy potente para la actualidad: ideas y resultados. Los tuvo cuando estaba todo por hacerse y consiguió la independencia, hizo posible la libertad. Partió de un desierto para construir la Nación argentina. Los gobernantes de la actualidad tienen la misión de desarmar todo lo que salió mal y cambiarlo. Es más difícil incluso. Los impedimentos son titánicos, porque no pueden carecer de las ideas adecuadas, pero tampoco de la fina competencia imprescindible para gestionar los mejoramientos. Las resistencias son tan grandes que las ideas solas, sin la gestión necesaria, pueden no ser nunca realidades. No basta con tener buenas ideas, no basta con gritarlas, hay que saber ejecutarlas. 

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