Crónicas del subsuelo: El cuento de los tres enanos

Crónicas del subsuelo: El cuento de los tres enanos

Por:Marcelo Padilla

 Cierta vez ocurrió... el cuento transcurría de maravillas. Se trataba de tres enanos. De allí su nombre, El cuento de los tres enanos. En fin, cuestión que dentro del cuento se le rebelan a la narradora en el mismo momento de escribirlo, de contarlo.

Paréntesis, biografía: Yadira Ysagar Yasuri (alias: triple Y) es una cuentista de literatura infantil de prominente prestigio en el África, específicamente en la zona de Las urdes, zonal central central, casi en el punto exacto de múltiples equidistancias de lo que conocemos del África por el mapa. Ahí nació la cuentista, en una comarca diminuta asediada por el desierto y altísimos volcanes. Vientos pesadillezcos y veranos a pleno fuego, lejos de otros humanos que por momentos pasaban a desmadrar, en manada, la tejida trama de un pueblo invisible entregado a su imaginería poblada de fantasmas y dioses por doquier.

Yadira se alborozó por temporadas narrando series de cuentos para niños. En medio, las eternas guerras africanas: que a veces unas y a veces otras... arreciaban por los poblados creando milicias negras para combatir contra otras milicias negras y erigir un gobierno de un dios de carne negra, domesticado y sometido a sus malhechores extranjeros: malo, muy malo, tiránico, despótico. Pero buen mozo. De buen porte y africano.

Yadira Ysagar Yasuri -la mari para nosotros- tuvo una vida de calma chicha. De niña, de no niña, de anti niña -y de post niña podría decirse- fue una chica entusiasta de la lectura esperpéntica. Pero, un helicóptero pasó por la comarca una mañana arenosa y turbia. Los vientos desérticos se deslizaban en siluetas. Quedó en el aire con la hélice dando infinitas vueltas y un hombre encofiado bajó por una escalerita de soga y se llevó a Yadira, a la mari, a vivir a Groenlandia. La acogió, en un principio, una familia de indios mohicanos que tenían parientes en Groenlandia, en otras tribus más bien esquimales. Aquella familia groenlandesa fue su destino final para su cuidado y adiestramiento según "El manual de diseño para niñas africanas adoptadas". La tenían estudiada desde un dron Sioux cuando niña. Entonces se la llevaron para profundizarle y, sobre todo orientarle, su afición a la lectura y profesionalizar la facilidad que hubo adquirido en sus costumbres tan distantes.

En Groenlandia publicó sus obras en inglés y entre las más comentadas es "La sierva del príncipe" la novela que ha llevado la ventaja en publicaciones y notas, artículos de revistas, entrevistas en televisión. Le siguen "La niña africana", "El gallo negro" y "Lámparas Marchitas". Editados todos por Warren Edit. Sus publicaciones fueron lectura obligatoria en escuelas e institutos para trabajar la problemática racial. Participó de conferencias para niños y adolescentes de diferentes tribus nativas de los Estados Unidos de Norteamérica. En Groenlandia se le erigió un monumento en su honra a la entrada de la capital de 25 metros de altura.

Murió una mañana de verano en una playa de California mientras pasaba unas vacaciones con su marido. No tuvo hijos. El marido sí. El marido tuvo 7 hijos por inseminación anal. De perfil bajísimo porque él es quien se ocupaba de la crianza y la educación de los niños. Así su esposa podía trabajar con ahínco. Fueron felices y nunca probaron perdices. Porque si no, debería decir "fueron felices y comieron perdices".

No había allí perdices.

Este relato no tendría consistencia -dirá, el que las hace difícil- si no supiéramos que un helicóptero no llega así como así hasta Groenlandia. Pues bien, dado que lo sabemos, vamos a revelarlo: hubo una posta en el aire con un avioncito de cabotaje donde trasladaron con el pico del pájaro a la niña Triple Y. De eso no dicen nada, porque no les conviene se sepa que a la niña lisa y llanamente se la robaron para meterla en un laboratorio de éxitos literarios. El manual de diseño de niñas africanas adoptadas... consistía en eso.

Pero, volvamos por un momento al cuento de los tres enanos.

***

Decía al principiar, los tres enanos se le rebelaron a la escritora. Uno se llamaba Carl, el otro Emile y el tercero Max. Emile era un enano alborotado por "las religiones y el suicidio altruista". Carl, le daba al "opio de los pueblos" y fumaba pipitas de "modos de producción de la historia". Mientras que Max, el enano burocrático, era un entregado a las precisiones conceptuales de "los tipos de dominación carismática". Los tres enanos, intelectuales de la gran puta, se la pasaron discutiendo sus oquedades reflexivas. La escritora no pudo controlar las verborragias de Carl sobre la caída de los imperios y la inevitable revolución del proletariado. Que al pasar del modo de producción feudal al capitalista, el cuento debería trascurrir entre gárgolas esquizoides bramando los nuevos vientos de cambio social. Tampoco pudo controlar al otro enano. Max sufre un ataque de surmenage en plena discusión y cae en medio del pasto. Emile, en lugar de asistirlo, comienza a elaborar teorías, hipótesis, quiere establecer un método de análisis y así poder concluir algo sobre el surmenage de Max. Mientras, Carl, el enano de la revolución, piensa para sus adentros sino era momento de cogerse al desmayado. A Emile, si bien no le gustó la idea que leyó en el gesto de Carl, ya se le estaba parando el suicidio egoísta de forma prominente. Se le podía ver el bultito a Emile que le sobresalía de la jardinera a la altura donde los bultitos aparecen.

¿Un careta Emile? No lo sabremos, no podemos concluir que el enano Emile haya sido un careta por no reconocer que se había manifestado en él algo así como el deseo de cogerse a Max a través de la penetración del suicidio egoísta y no del altruista. Empezó a llover en el cuento y una laguna se formó en torno de la tripla. Los tres enanos eran una acuarela en la ilustración tras el surmenage de Max. Por lo que se sabe, la escritora vivió un colapso de melancolía y se brotó. Quedaron los dibujos y pinturas de la ilustradora con ese bardo. Yadira mandó a cagar a los tres enanos y se fue unos días con su marido de finde largo triple XXX.

¿Escarmiento?

Quienes nos hemos abocado a la investigación del cuento de la niña triple Y, no podemos concluir que fue un escarmiento. La escritora había abandonado a los tres enanos cuando estaban discutiendo. Raro una escritora acostumbrada a la narrativa de terror colapse por un altercado de tres enanos insignificantes en su propio cuento. Más el abandono no hizo mella en la trama de los tres enanos. Se habían rebelado en serio como los tres chanchitos se le rebelaron porque una de las chanchas estaba embarazada de 12 cochinillos y no entraban en la chocita, de ahí el rebaño movilizado hasta el fuego. Ese cuento es una mentira en su terminar. Cuestión que el delirante de Carl nunca le hizo nada al enano Max, ni mucho menos a Emile. Se los vio abotonados en la charleta a través de sus lenguas. Ninguno bajó la guardia teórica ni mucho menos la pletórica. Era cuestión de echarles el clásico baldazo de agua de la historia que les tiraban a los perros cuando se están culiando desaforadamente entre ellos. Pero no, Yadira había abandonado. Entonces ¿quién los moja?

Marcelo Padilla