Las fuerzas del cielo son una bizarra usina de desconfianza

Las "fuerzas del cielo" que gobiernan el país tienen una severa ceguera verbal enfocada en la zona del acuerdo y la cooperación.

Las fuerzas del cielo son una bizarra usina de desconfianza

Por:Jaime Correas

"En este momento debería estar haciendo carry trade todo el mundo, pero no lo están haciendo porque falta confianza. Este techo está aprobado por el FMI y tienen los dólares para defenderlo. ¿Por qué la gente duda? Por la política".

Ricardo Arriazu, economista, esta semana en la Cámara de Agentes de Bolsa

"Lo que vemos depende de lo que pensamos que estamos viendo."

Stanislav Dehaene, "El cerebro lector" (2014)

El neurólogo suizo-francés Joseph-Jules Déjerine recibió al señor C. el 15 de noviembre de 1887 en su consultorio de un hospital parisino. Le hizo una severa revisión psicológica y anatómica para llegar a un diagnóstico que revolucionó el conocimiento de los mecanismos cerebrales de la lectura. El paciente era un comerciante jubilado de amplia cultura, especialmente afecto a la música y a leer. Una mañana de octubre estaba leyendo un libro en su sillón y se encontró con la desagradable sorpresa de que le era imposible hacerlo. No lograba reconocer los signos impresos en la página. En esos días había tenido pequeñas molestias transitorias en su brazo y pierna derechos y una leve dificultad para hablar. Pasaron pronto. Lo raro fue que sin poder leer, además de hablar veía con normalidad todos los objetos y a las personas a su alrededor y los reconocía. Incluso pudo escribir unas líneas... pero no las pudo descifrar. Como imaginó que estaba frente a un problema visual consultó a un conocido oftalmólogo llamado Edmund Landolt a fin de que le aconsejara unos anteojos. El profesional fue quien sospechó de la falla neurológica, pues su paciente veía a la perfección. No necesitaba los lentes, algo se había embromado en su cerebro. Lo derivó a Déjerine, quien le diagnosticó una "ceguera verbal pura". Quedó en la historia de la medicina como quien se dio cuenta por primera vez que había una zona cerebral cuya única función era leer. Dañada esa región era imposible para el ser humano que sufría el desperfecto transformar las letras en palabras y las palabras en oraciones. Por más que veía símbolos no lograba hacer el proceso que les permitía ser leídos. Es tan impresionante el tema que esa región de la lectura ni siquiera coincide con el lugar que procesa los números. De hecho el señor C. podía hacer cuentas sin problemas mientras le era imposible leer. Los números sí los percibía como tales. La sugestiva anécdota la cuenta el experto en psicología cognitiva experimental francés Stanislas Dehaene en su maravilloso libro "El cerebro lector", una obra de difusión clave en los estudios neurocientíficos sobre la lectura, la enseñanza y el aprendizaje, de gran influencia en las investigaciones sobre las dificultades para alfabetizar que azota hoy a la Argentina y al mundo en general.

Los gobiernos deben tener dos tipos de equipos que se rozan en diversos momentos de la gestión, pero que no necesariamente coinciden en cuanto a sus integrantes. Por un lado están los técnicos y por otro los políticos. Hace unos años un gobernador con expectativas presidenciales cuando lo instaban a enfrentar la carrera explicaba que para gobernar la Argentina se necesitan ambos equipos. Sentenciaba que para manejar el estado nacional y gestionarlo para cambiar lo que anda mal se "necesitan equipos técnicos que se pueden conseguir porque en las diversas áreas hay gente capacitada y disponible para decir qué es lo que hay que hacer. Sólo hace falta saberlos escuchar y darle viabilidad a lo que plantean. Pero lo difícil es tener equipos políticos que después lleven a cabo eso que los técnicos indican. Esos son los equipos de gestión, los que tienen que lidiar con las burocracias y los statu quo, con la dificultad de transformar las palabras y los estudios en hechos". Después de reconocer que no tenía estos últimos, a pesar de integrar una de las coaliciones más importantes del país, sugería que la Argentina es complicada y que se requiere de un liderazgo que esté acompañado de esos equipos políticos sólidos y competentes, con capacidad técnica.

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Con enorme entusiasmo y con una creatividad que sus detractores todavía están tratando de entender Javier Milei, casi de la nada y con muy poco, aterrizó en la primera magistratura nacional. Llegó con un estilo inédito actúa sobre el presente y no suele evaluar qué sucederá en el mediano y largo término. ¿Se puede insultar a todos en todo momento y por mucho tiempo dejando de lado sólo a los que se considera "gente de bien"? Es difícil, hay un momento en que las palabras, incluso los insultos, se gastan y se vuelven en contra. Si se piensa que Diego Spagnuolo, Lourdes Arrieta y Marcela Pagano fueron integrantes de paladar negro de esa autopercibida "gente de bien" se cae en la cuenta de que esas categorizaciones son de una extrema ramplonería y falsedad. La historia de la humanidad se mueve con su ritmo endemoniado y extraño, difícil de entender. No lo hace con la agitación de quien toma circunstancialmente el poder porque provisoriamente responde a una demanda social y cree que la realidad se va a adaptar a sus prejuicios. No hace falta más que leer a Dehaene para comprender que el cerebro es una máquina compleja y que hay que estar atentos a sus trampas. Que son muchas y peligrosas.

Milei una vez que se sentó en el sillón de Rivadavia diseñó un gobierno que a un año y medio está mostrando sus debilidades, pues lo que le viene sucediendo en los últimos meses se debe más al fallido accionar de las "fuerzas del cielo", otra majadería de marca mayor, que a la demolida oposición. La historia seguramente estudiará en algunos años la genialidad con que Milei debilitó a la oposición y luego el modo en que hizo todo lo posible de manera involuntaria para revivirla. El "riesgo Kuka" es una creación de la "gente de bien-fuerzas del cielo" que configuran en realidad lo que habría que llamar el "riesgo libertario". Que las fuerzas K hagan uso de los materiales que se les proporcionan no implica que sean capaces de crearlos. En no muchos meses los audios y las operaciones cruzadas serán historia y sólo importará cómo fue el resultado de la elección de medio término y cuánto incidieron los errores autoinfligidos. Por eso es que sólidos economistas como Ricardo Arriazu o Alberto Ades apuntan a ver los números y a advertir sobre la confianza y la necesidad de pensar en nuevas etapas menos desprolijas, mientras quienes están al calor del poder más elevado, salvo quizás la figura emblemática y sufriente de Guillermo Francos, meten una y otra vez la pata y sueltan la lengua sin ton ni son: "Están molestos porque les estamos afanando los choreos". ¿Dónde estaba Santiago Caputo para proteger al presidente? ¿Y Manuel Adorni?

Parecería que, haciendo una alusión al descubrimiento del neurólogo francés sobre la "ceguera verbal" hay una región de la realidad que le es ajena al equipo de gobierno. No puede leerla, está ahí, la ve, pero no se produce esa conexión que le permita descifrarla. Y las consecuencias están siendo graves. Es como si no pudieran leer el daño que se producen a sí mismos, desconociendo que hay equipos políticos que no pueden improvisarse y que deben tener una solvencia amplia para ejecutar las políticas y evitar traspiés. Esta semana el politólogo Andrés Malamud publicó en X cifras para reflexionar: "Desde que asumió el gobierno enfrentó 34 votaciones legislativas. Hubo 17 hasta marzo de 2025: ganó 15. Hubo 17 desde abril de 2025: perdió 16. La composición del Congreso no cambió, el daño es todo autoinfligido". Esa única votación que ganó es la referida a jubilaciones. Lo cual demuestra que en una parte de los que se han puesto en contra hartos del destrato hay conciencia de que un tema como el previsional puede hundir el programa económico y hasta ahí no llegan. Este hecho, ¿no merecería un recálculo y una reformulación del modo de relacionarse con las fuerzas dispuestas a ayudar al oficialismo? ¿Están dispuestas a esta altura a revisar sus posiciones o ya encontraron otros rumbos? Empezando por los gobernadores, que de los 18 que firmaron el Pacto de Mayo son pocos los que lograron mantenerse cercanos a la gestión. Es paradójico que alguien "logre" apoyar. ¿Se puede con las cifras de Malamud seguir pensando que quienes se apartan son réprobos que no entienden a infalibles y héroes o hay que abrir la posibilidad de indagar en la incapacidad propia para sumar? Así funciona la historia y la política, sumando en la cooperación a los que no son propios, a los derrotados circunstanciales. Siempre ha sido así. De ese modo se producen y consolidan los procesos de cambio. Que no son sólo macroeconómicos y de mercado sino que en la Argentina de hoy tienen aristas políticas, culturales e institucionales. Con este nivel de manejo berreta de la política es difícil avizorar un futuro de cambio. Porque no alcanza con mostrar lo que está mal, hay que cambiarlo para bien y las resistencias de los que viven de lo malo son tan grande que no se puede ser chapucero. Cada desregulación, cambio o medida que la frena un amparo judicial o una votación es una muestra de falta de idoneidad de ejecución. No basta con echarle la culpa a los Kukas. Esos van a estar en contra siempre, hay que construir lo que se quiere conseguir.

Milei había logrado aislar y alejar a muchos que quieren ayudarlo merced a encerrarse en un entorno que está mostrando sus profundas deficiencias. Tiene una base de sustentación débil. Como en toda fuerza nueva, la llamada "gente de bien", las "fuerzas del cielo", están llenas de fulleros y truhanes de ambos sexos. En general esos son los que permanecen agazapados, los que se van son los que ojalá se quedaran. Quizás algún día se sepa a ciencia cierta cuál ha sido el juego de Spagnuolo, alguien que por lo pronto admite en los audios que aceptó un cargo donde le pusieron a los que manejaban las zonas oscuras y que se daba por conforme con no tener contacto con ellos. Eso habla peor de él que de quien lo nombró.

Todo se resume en lo que una y otra vez no se cansa de repetir Ricardo Arriazu. La economía es ante todo una actividad que depende de la confianza. Las "fuerzas del cielo" que gobiernan el país tienen una severa ceguera verbal enfocada en la zona del acuerdo y la cooperación. Son una usina de desconfianza que ya ha superado los ribetes más bizarros.