El secreto del laberinto del tiempo es la firmeza del paso

La lección de Borges es de un genio y va a contramano de lo que suele suceder en la Argentina.

El secreto del laberinto del tiempo es la firmeza del paso

Por:Jaime Correas

 "Yo no prefiero una cosa en detrimento de otra. Amo a todos los países y a todos los escritores que he leído (y hay muchos que nunca he leído y que sin embargo me han influenciado). Soy discípulo del pasado, de todo el pasado. No creo en las escuelas. No creo en las cronologías. No creo en la necesidad de fechar los escritos. Pienso que la poesía debería ser anónima."

Jorge Luis Borges, entrevistado por Jorge Oclander en la Universidad de Indiana en marzo de 1980

Ricardo Piglia fue uno de los más sutiles y certeros intérpretes de Borges. En sus célebres clases sobre el autor de "El Aleph" para la Televisión Pública (que están en internet) señala que la originalidad borgeana es haber logrado ser universal desde un país de la periferia. Agrega que su genialidad está en haberse apropiado de las tradiciones literarias más importantes del planeta desde un lugar marginal como la Argentina, muy distante de los grandes centros culturales. Borges puso a la literatura argentina al frente de la vanguardia con su obra, saqueando y transformando esas tradiciones que lo fascinaban. Su operación fue paradójica. No resultó capturado por los grandes centros de la cultura que lo atraían, sino que fingió haber caído en sus redes para quedarse con ellos y vampirizarlos. Y lo más notable es que lo logró y hoy el planeta habla de ese escritor argentino ciego que en los años cuarenta trabajaba en una biblioteca municipal y publicaba cuentos en la revista Sur, que dirigía Victoria Ocampo. Muchos no los entendían cabalmente, pero marcaron la literatura del siglo XX. Faltaba tiempo todavía para que tuviera conocimiento universal, pero él con denuedo y persistencia construía una obra, como si fuera un laberinto de esos que lo obsesionaban, que cada nuevo día permite infinitas interpretaciones y que asombra tanto a lectores como a estudiosos de todo el mundo.

La lección de Borges es de un genio y va a contramano de lo que suele suceder en la Argentina, donde los no originales creen serlo y cuando aparece uno como Borges lo ponen en duda o lo omiten. Es cierto que muchas veces en las que se metió en política terrenal no salió bien parado, salvo en contadas ocasiones, como cuando condenó a la dictadura militar luego de haberla consentido e, incluso, celebrado. Pero es que la importancia de un autor de este calibre hay que buscarla en su obra y no en sus debilidades humanas. Ellas son efímeras, en cambio, la obra sigue.

Alentado por ese espíritu que se proyecta en todas las direcciones, el viernes y el sábado se celebró en San Rafael el simposio internacional "Borges, más allá del orientalismo". En ese departamento del sur mendocino se eleva al cielo el maravilloso laberinto de la finca Los Álamos, perteneciente a la familia Aldao. Es uno de los dos en el mundo (el otro está en Venecia) construidos con el diseño del inglés Randoll Coate, lo cual le da una proyección internacional y pone al hito sanrafaelino en el mapa mundial como referencia del turismo cultural nacional e internacional. El mapa de los laberintos en homenaje a Borges se completa con el de la Fundación Franco Maria Ricci en Fontanellato, Parma, y el del Club Tapiz en Maipú, Mendoza. Ninguno de estos dos sigue el diseño del británico.

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El encuentro fue auspiciado por la Municipalidad de San Rafael y contó con la participación de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, la Fundación Giorgio Cini de Italia, la Universidad Nacional de Cuyo y el Consulado General de España en Mendoza. Para la inauguración se reunieron el intendente Omar Félix, la presidenta de la fundación Borges, Victoria Kodama, sobrina de María, la esposa de Borges, el cónsul español, Ramón Blecua, el decano de la facultad de Filosofía y Letras, Gustavo Zonana y el consejero de la fundación italiana, Giorgio Alliata di Montereale, nieto de Giorgio Cini, iniciador de la institución que construyó en la isla veneciana de San Giorgio un laberinto. Lo excepcional fue el nivel de las ponencias, que posibilitaron un encuentro que podría haber acontecido en cualquier capital del mundo que decidiera homenajear al autor de "El jardín de los senderos que se bifurcan". Magias que produce Borges.

 Ramón Blecua, Omar Félix, Gustavo Zonana, Nesrin Karavar, Giorgio Alliata di Montereale y Victoria Kodama.

Viajaron hasta San Rafael la especialista en "Las mil y una noches", entre otros temas del mundo árabe, Margarita Castells, de la Universidad de Barcelona, Nesrin Karavar, especialista en literatura turca residente en Mendoza y profesora también en Barcelona, quien presentó textos inéditos de Borges sobre "Los místicos del Islam", María Gabriela Mizraje de la Universidad del Salvador, que abordó la intensa conexión con el judaísmo de Borges, Julio Crivelli, presidente de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, quien habló sobre los límites que Borges asigna a las palabras a la hora de acercarse al misterio, el diplomático Sergio Baur, actual presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes, habló sobre "Borges en Egipto", el italiano Giorgio Alliata di Montereale explicó la relación de Borges con Venecia, la artista visual Karina Chechik, argentina residente en Turín, habló de "Los laberintos de Borges y Franco Maria Ricci", recordando al gran editor italiano. También hubo espacio para los locales, Gustavo Zonana reconstruyó la relación amable de Borges con el vino, a través de una serie de sus microrelatos que muestran celebraciones y a mí me tocó recordar la relación del escritor con Mendoza, con especial atención al doctorado Honoris Causa que recibió en la UNCuyo en 1956.

En el impecable auditorio de la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria se reunió una gran cantidad de público que celebró las disertaciones y las premió con fuertes aplausos. Sorprendió a muchos asistentes (una señora de Buenos Aires pidió sacarles una foto porque le resultó inusual la convivencia) que, convocados por el intendente Félix, se encontraban entre los presentes, sentados juntos, el ex gobernador peronista José Octavio "Pilo" Bordón, acompañado de Mónica, y el ex senador radical Ernesto Sanz. Curiosidades mendocinas.

Entre los visitantes ilustres se destacaron Juan Manuel Zorraquín, dueño de la editorial Mardulce, que presentó en el simposio el libro "Borges, más allá del orientalismo", compilado por Nesrin Karavar-Blecua, y la presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, Victoria Kodama, continuadora de su obra de preservación del legado borgeano.

Fue justamente Victoria, quien llegó a Mendoza acompañada por su marido, el abogado Agustín Brinso, quien aludió en sus palabras iniciales al último libro de Borges, "Los conjurados", que fue citado en distintos momentos del simposio. En algún momento, para recordar el amplio espectro de los intereses borgeanos se aludió a "Juan López y John Ward", que relata el encuentro de dos soldados, uno inglés y el otro argentino, en la Guerra de Malvinas: "Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno fue Caín, y cada uno Abel". Pero también hubo un recuerdo para el poema que da título al libro:

"En el centro de Europa están conspirando.

El hecho data de 1291.

Se trata de hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan en diversos idiomas.

Han tomado la extraña resolución de ser razonables.

Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades

Fueron soldados de la Confederación y después mercenarios, porque eran pobres y tenían el hábito de la guerra y no ignoraban que todas las empresas del hombre son igualmente vanas (...)

En el centro de Europa, en las tierras altas de Europa, crece una torre de razón y de firme fe.

Los cantones ahora son veintidós. El de Ginebra, el último, es una de mis patrias.

Mañana serán todo el planeta.

Acaso lo que digo no es verdadero, ojalá sea profético."

Ese escrito es uno de los cruciales legados de Borges, sobre todo cuando dice que los conjurados están conspirando y han tomado la resolución de ser razonables de "olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades". Estas concepciones del escritor en sus últimos años demuestran que su universalismo, aprendido de todas las culturas y de todos los tiempos, no era improductivo y lejano a las realidades inmediatas, como muestra el texto de los soldados que se enfrentan a muerte en Malvinas. Su cosmovisión le permitió ver las claves más profundas del futuro: la cooperación entre los distintos, incluso entre quienes han estado enfrentados. El espacio que los ganadores y, sobre todo los perdedores, deben compartir y articular en una república democrática. Para ello se necesita una operación política de alto vuelo, que en general parece ausente. Es difícil imaginar a los protagonistas adecuados. Cualquiera puede ser y en cualquier momento. Mucho de lo que emana de la política, en la Argentina y en otras latitudes, parece más bien destinado al bloqueo mutuo y sucesivo que a la construcción exitosa. A pesar de que muchos problemas se agravan cada vez más y de contarse en la actualidad con más herramientas, sobre todo tecnológicas, para enfrenarlos. Son muchas las explicaciones y razones de los por qué no, y muy débiles y pocas las de los por qué sí. Casi no hay intercambio generativo en la marea del desentendimiento.

En el simposio de San Rafael, inspirado en la mejor enseñanza borgeana, estuvo ausente la tentación de la erudición hueca y del lucimiento personal vano. Entre seres distintos y que seguramente tienen convicciones dispares se tejió una red de ideas e informaciones que mostraron las bondades de la colaboración. Hubo conexiones y surgió el entendimiento de conectar los distintos laberintos para crear un territorio imaginario que los potencie a todos haciéndolos visibles. Las reflexiones del encuentro fueron cruciales para avanzar en ese sentido.

Borges imaginó al tiempo como el más perfecto laberinto. Esa imagen deja a la luz que nada es tan permanente y tan determinante. Que las construcciones humanas son lentas y trabajosas. Que bien vale la pena entrar al laberinto y evitar la fórmula propuesta por el poeta Leopoldo Marechal: "de todo laberinto se sale por arriba". Esa ha sido la gran tentación argentina y por eso esa frase es citada por políticos de toda laya sin saber muy bien cuál es el origen y mucho menos cual fue la intención del autor original. Borges enseña que si el gran laberinto es el tiempo no tiene salida posible. El secreto está en la dinámica y solidez del recorrido, en la firmeza del paso.