Esta semana dio comienzo el juicio oral por “trata de personas” en el marco del prostíbulo VIP de Mendoza. Su dueño, Sebastián Solé, mostró cómo será su estrategia y dejó algunas “revelaciones” que ya habían sido publicadas por el Post.
Revelaciones y estrategias del dueño del prostíbulo VIP mendocino
Esta semana dio comienzo uno de los juicios más incómodos para la conservadora idiosincrasia mendocina, el del prostíbulo VIP de Mendoza que fue clausurado hace dos años, a principios de mayo de 2013.
Allí, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de Mendoza empezó a decidir la suerte de los siete imputados de este expediente, que indaga sobre la posible “trata de personas”.
De las siete personas imputadas, Sebastián Solé es el principal acusado por ser "cabeza" del prostíbulo PymeVIP. El pasado jueves declaró y lanzó frases sorpresivas para defenderse. Por ejemplo, dijo que la suya “era una empresa de servicios”.
En el mismo sentido, confirmó algunos de los conceptos que había aportado al Post antes del comienzo del juicio. Por ejemplo, confirmó que PymeVip era "una empresa de servicios" y que sus antecedentes empresarios estaban relacionados con una tintorería en Palmares y negocios de informática.
Solé también explicó que empezó con el negocio de la prostitución por necesidad: “Lo hice hace muchos años, debido a que mi mamá tenía cáncer. El tratamiento era muy costoso de sostener, carísimo. Ahí decidí vender todo y poner PymeVIP. Conocí a una chica que trabajaba en el negocio y me inició”, había anticipado a este diario.
En pleno juicio, el hombre aseguró desconocer que el suyo se tratara de un negocio ilícito: “No me daba la sensación que fuera un delito”, dijo.
Al Post le había dicho algo similar: “Yo no cometí ningún delito, solo una ‘falta’ que es diferente, no es un delito. Si lo que hice fuera ilegal nunca hubiera promocionado todo lo que yo hacía por televisión y radio”.
Luego llegó uno de los puntos más espinosos: fue cuando Solé habló sobre quiénes iban a PymeVIP, personas célebres y de mucho poder. "El día que se hizo el encuentro de los presidentes, dos cónsules vinieron y cerramos todo para ellos", dijo por caso.
A este diario le había dicho lo mismo, aunque sin mayores detalles: “Concurría gente muy importante. Jueces, políticos, cancilleres, deportistas, empresarios, turistas”.
Lo antedicho permite anticipar cuál será la estrategia de Soler de cara a las próximas audiencias: insistirá en decir que lo suyo era apenas un “servicio” y que jamás cometió el aberrante delito de “trata de personas”.
Al mismo tiempo, persistirá en hablar de la gente poderosa que iba a su local, pero sin mencionar sus nombres. De esa manera, apuesta a lograr que, frente al temor de que se filtre esa lista, alguien presione a los jueces y su condena pueda menguar.
Por ahora, fue solo la primera batalla de una guerra que descolla en los tribunales mendocinos y que promete escalar el próximo jueves.
Faltan muchas más revelaciones, hay que ver si Solé —o alguno de los otros acusados que aún no declararon— está dispuesto a hacerlas públicas.



