Ubicado en Vallecito, San Juan, se encuentra repleto de ofrendas de los devotos. Testimonios de la fe.
Trepar de rodillas, por la Difunta Correa
Corría el año 1841 cuando María Antonia Deolinda Correa, más conocida como "Difunta Correa", fallecía en el desierto sanjuanino mientras amamantaba a su bebé.
El Post visitó el santuario de la Difunta Correa ubicado en el departamento de Vallecito, al este de la capital de San Juan y comprobó las demostraciones de fe de los creyentes.
En las largas escalinatas que separan la "plaza de las capillas" del altar de la Difunta, Ema Amaya subía las escaleras arrodillada. "Hoy subí de rodillas por una promesa que le hice; tengo mucha fe en la Difunta, ella siempre me cumple todo lo que le pido".
"Ella siempre cumple, pero es muy cobradora también"agrega la devota, y dice "si uno no cumple no le hace el favor que le había pedido".
Ema ha sido devota de la Difunta Correa casi toda su vida. Se define como católica y muy creyente de Dios. "Para los evangélicos esto es una estatua, algo que no existe, para los creyentes es un lugar sagrado".
El santuario de la Difunta Correa es casi un pequeño pueblo dentro de Vallecito, con calles y capillas donde se guardan las ofrendas de los devotos.
Una plaza central rodeada de 15 capillas preserva los regalos que la gente le lleva a la santa popular. El ingreso a los santuarios es libre, y las ofrendas se encuentran sin ninguna protección.
Vestidos de novia, títulos universitarios, carpetas de colegio, maquetas de casas y autos e infinidad de placas en las paredes y botellas de agua son algunas de las demostraciones de agradecimiento que los creyentes muestran.
Un lugareño contaba una anécdota: Una vez un bus turístico no podía arrancar irse. El conductor preguntó si alguien había robado algo del lugar y pidió que todos bajaran del micro y que devolvieran lo que habían tomado. Luego de eso, el micro pudo encender y partieron del lugar.
Una familia oriunda de Malargüe prendía velas y agradecía cerca del altar. "Venimos a agradecer y cumplir con las promesas. La Difunta siempre nos cumple".
Todos los devotos coincidían en lo mismo: La Difunta era muy cumplidora, pero también muy cobradora.
Por su parte, la Iglesia Católica no acepta a la Difunta Correa, debido a que, según indicaron varios sacerdotes a este medio, no está certificada la existencia de la Difunta.
"No hay una tumba, no están los huesos de ella, y no resucitó como Jesús" indicó un religioso.



