Eduardo Freiler pagó parte de un Mercedes Benz con cheques de un empresario que fue beneficiado en una causa de narcolavado.
La sospechosa compra de un auto por parte de un juez
Una grave denuncia pesa sobre el Eduardo Freiler, camarista Federal, quien adquirió un Mercedes Benz con 12 cheques de una ignota fábrica de pastas de La Plata. El propietario de esta firma resultó beneficiado en una millonaria investigación sobre narcolavado el mencionado juez.
Freiler está siendo investigado por el Consejo de la Magistratura. Se sospecha que se ha enriquecido de manera ilegal tras una cupé Mercedes Benz C 250 Blue Efficiency, color negro, en enero de 2013. La pagó una parte de contado el resto con doce cheques mensuales de poco menos de $ 7000 cada uno, según detalla La Nación..
Esos cheques, sin embargo, no los libró Freiler. Salieron de la fábrica de pastas Establecimiento DF SA y los firmó su dueño, Raúl Alberto Mingini, un empresario oriundo de Mar del Plata y radicado en La Plata que acumuló varios tropiezos con la Justicia, pero que salió beneficiado de un expediente en el que había intervenido Freiler.
Freiler confirmó la operatoria, pero primero evitó identificar al emisor de esos cheques. "Es un amigo de bastantes años; un amigo de La Plata, pero no lo quiero mandar al frente", dijo. Cuando se le preguntó si el "amigo" era Mingini, el magistrado lo confirmó. "Sí, es él", replicó.
Esta respuesta contradijo, sin embargo, las que Mingini brindó al sostener que había visto al camarista una vez, en un hotel -"el Hyatt o el Hilton"-, cuando se lo presentó su abogado, el fallecido ex ministro de Justicia bonaerense Jorge Casanovas. Cuando se le dijo que Freiler dio otra versión, aseguró: "Será cosa de él; que a mí me cite el Consejo (de la Magistratura) a declarar".
Los doce cheques ingresaron a la concesionaria hasta principios de 2014, pero no fueron fáciles de cobrar. Rebotaron por falta de fondos, mientras que Establecimiento DF y otra firma del Grupo DF, de Mingini, Elaborados DF, afrontaban serios problemas financieros con cheques impagos por millones de pesos.
Mingini logró sacar adelante sus empresas y pagar esos 12 cheques, como lo hizo cada vez que la Justicia sospechó de él. Como en 1981, cuando tenía 19 años y su novia hasta 5 días antes, Silvia Angélica Cicconi, de 17 años, apareció muerta en su cama, asesinada a puñaladas. "Me torturaron, me rompieron la nariz y usaron picana para que confesara, así que obvio que les dije que había sido yo quien la había matado, con tal que pararan de pegarme. ¿Qué querés que hiciera?", recordó. "A los dos días me largaron porque era obvio que no había sido yo, pero por eso me fui de Mar del Plata", agregó.
Con el tiempo, Mingini volvió a su ciudad, donde lo detuvieron otra vez, pero por tráfico de cocaína. "Estábamos en un asado, cayó la policía y yo no sabía que mi amigo vendía. Tenía todo escondido, hasta la balanza, en un parlante. Así que me comí 9 meses detenido, allá por 1991, pero salí libre de culpa y cargo", rememoró.
Ya en La Plata, y con la ayuda de unos parientes de su mujer, comenzó a desarrollar una fábrica de pastas sobre la avenida 32. Y llegó a venderles a cadenas medianas y grandes de supermercados. Pero afrontó su tercero y su cuarto pasos por Tribunales con más muertes misteriosas de por medio, aunque ya no como detenido.



