La experiencia de una misa de sanación en Mendoza

El relato de una misa del reconocido Padre Lalo en Guaymallén. Imposición de manos y una búsqueda de fe.

La experiencia de una misa de sanación en Mendoza

Por:Ignacio Torquemada
Redacción Post

Jorge Eduardo Carrera, conocido por todos como “Padre Lalo” es quizás uno de los sacerdotes más queridos de Mendoza y especialmente en Guaymallén, donde los últimos lunes de cada mes brinda una particular misa en la capilla La Purísima, en el centro de Villa Nueva, al lado del Instituto Leonardo Murialdo sobre calle Bandera de Los Andes.

A las 19 horas los pasillos de la capilla comenzaron a llenarse de los primeros asistentes. Mientras cada uno buscaba un lugar entre los reclinatorios comenzaban a sonar los primeros acordes de las guitarras que acompañarían toda la misa y una fila de personas depositaba sus “pedidos” en una pequeña urna cercana al altar.

Los fieles comenzaron a llegar a las 19.30.

Media hora después de haber comenzado, la pequeña capilla ya estaba desbordada de personas. En ese momento comenzaron los cantos y las guitarras sonaron más fuerte; el coro cantaba enérgicamente desde uno de los laterales de la iglesia. “No es fácil el camino de Dios pero sabemos dónde vamos si estamos con él”, repetían en las melodías.

A las 20 horas el Padre Lalo, vestido con una sotana blanca con una cruz amarilla bordada en la espalda, ingresó a la capilla y, entre afectuosos saludos hacia los presentes, subió al altar y comenzó con el sermón.

La Capilla La Purísima es la sede de las misas de sanación.

Lo primero que dijo es que la misa era para pedir por la salud de los enfermos y explicó que la misa se realizaba ahí porque el mendocino es muy tradicionalista y las misas de los “carismáticos” no son aceptadas en todas las iglesias.

Una de las características de la misa era la charla y simpatía de “Lalo” para con los feligreses que se encontraban en el lugar. Entre risas y charlas, contaba anécdotas y chistes que hacían reír a los presentes. “Es bueno reír y aplaudir, eso libera endorfinas y hace bien”, indicaba Lalo.

Los feligreses afirman curarse por las misas del Padre Lalo.

“Es bueno cantar para Dios, para que él se quede en el corazón de nosotros”, finalizó el Padre Lalo.

Más de una hora había transcurrido de la misa y el ánimo en el lugar era festivo y alegre, muy distinto de lo que uno puede observar en una misa “tradicional” católica; esta misa tenía tintes casi evangélicos.

El Padre Lalo afirma que la eucaristía es muy importante.

Cerca de las 21.30 algunos de los asistentes comenzaron a quitar los reclinatorios cercanos al altar, y las personas empezaron a formar dos filas hacía la figura de Cristo, era el momento cúlmine de la celebración; comenzaba la “imposición de manos”, la misa de sanación.

Uno a uno, los asistentes se acercaban al altar donde estaba parado el Padre Lalo y mientras él apoyaba sus manos en la frente de los feligreses, dos asistentes estaban detrás de éstos para sostenerlos por si perdían el equilibrio.

"El señor  obra por el amor de la gente".

Cuando llegó mi momento, el Padre Lalo me sonrió y colocó sus manos en mi frente; no perdí el equilibrio, aunque si sentí una sensación de tranquilidad, quizás por la “sanación”, quizás por la atmósfera del lugar.

Fabiana, una de las asistentes, me confió que lleva más de 5 años asistiendo a las misas del Padre Lalo y que llegó, como casi todos ahí, por graves problemas emocionales. Una amiga la convenció de ir luego de haberse curado de un tumor en los ovarios sólo por las misas, según sus palabras.

Más de 15 años lleva Patricia recibiendo las oraciones del padre Lalo. Contó que se sanó de unas “manchas” en el cuello del útero y dijo que en varias oportunidades ha podido sentir “el descanso en el espíritu”, como se le dice cuando la persona pierde un poco la conciencia.

Eliana contó la traumática experiencia de su hija. En el año 2015 sufrió un grave accidente automovilístico que la dejó 6 meses en coma; en ese momento empezó a asistir a las misas y 6 meses después, su hija se despertó, hasta el día de hoy la joven continua con su recuperación. “Esperaba el último lunes de cada mes para poder aguantar otro” finalizó Eliana.

Finalizada toda la liturgia y ya retirados los asistentes, el Padre Lalo contó su experiencia realizando estas particulares celebraciones. “Una vez vino un hombre a pedir por su pequeña hija enferma de cáncer, a los 6 meses se sanó; él no volvió a faltar a misa. El milagro era que el padre venía a misa, su conversión fue muy linda”.

El padre explicaba que no idealizan a las personas y que si el señor obra es por la comunidad cálida y abierta. “El amor es el que hace que el señor obre”, indicó Lalo.

Los fieles acompañaron con alegría toda la misa.

Respecto de la imposición de manos, indicó que está ligada directamente con “el descanso en el espíritu”, es un regalo de Dios y agregó que no hay que sentirse mal si uno no se cae.

La imposición de manos no es más importante que la eucaristía, todo es parte del regalo del señor, finalizó.