El 1º de noviembre pasado, decidí aprovechar el Cyber Monday para cambiar mi antigua y vetusta notebook.
Luego de navegar un buen rato por internet, caí en la página web de Frávega, abundante en modelos de computadoras que terminaron atrayéndome.
Decidí pues dirigirme al local que esa firma posee en Av. San Martín 1163 de la Ciudad de Mendoza, para interiorizarme en persona.
Una vez allí, me puse a mirar las notebooks que estaban a al venta. Como era esperable, se acercó un oportuno vendedor: “¿Te puedo ayudar?”, me preguntó sin vacilar.
Mi respuesta fue directa y concreta: “Busco una notebook que esté en oferta por el Cyber Monday”.
Acto seguido, fui dirigido a un sector donde había varios modelos interesantes. “Estas están todas de oferta”, me dijo el vendedor.
Opté por una medianamente buena, que costaba $13.299, y me marché feliz a mi casa.
La configuré, le instalé los programas que precisaba para mi trabajo, y seguí mi vida.
Una semana más tarde, decidí volver a Frávega para saber cuál era el precio de la notebook sin la consiguiente oferta del Cyber Monday.
Mi sorpresa fue enorme cuando observé que seguía en el mismo valor: $13.299.
Pedí las explicaciones del caso, pero nadie supo qué decirme en ese momento. Pensé por un momento en hacer un escándalo, pero luego me eché atrás.
“¿No es mejor hacer una nota de opinión contando lo que me pasó? ¿No es más productivo y elocuente?”, pensé para mis adentros.
Es lo que hice finalmente. Por eso estas líneas, para que a nadie más le ocurra lo mismo.
Como dice un viejo refrán, cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía.



