Daniel Orozco tiene una dura pero posible misión: mejorar la calidad de vida de los habitantes de Las Heras. Será un camino arduo, con muchas costumbres arraigadas que al querer ser mejoradas ocasionaran resistencias.
El médico, hoy intendente, aplica por estos días una política de puesta en valor de todos los sitios que estuvieron muy descuidados durante décadas y la limpieza pasa a ser por fortuna, la prioridad mayor.
Las obras de infraestructura se hicieron presentes en el interés municipal y desde hace unos meses la avenida San Martin desde el zanjón de Los Ciruelos hasta Vieytes, será remodelada y modernizada. En la obra apareció también la necesidad de restaurar el viejo sistema cloacal, lo que garantizará en el futuro mejores condiciones de vida.
El departamento del Norte presenta particularidades inexplicables, que en otros sitios de la provincia serían inadmisibles. Aquí detallaremos alguno de esos condimentos urbanos que forman parte de los usos y costumbres, que se generaron por falta de controles y atenciones.
Ni bien pasamos el zanjón de Los Ciruelos y recorremos sus calles, el paisaje toma forma de cementerio de auto abandonados.
Lo que llama poderosamente la atención, es que los destruidos vehículos llevan meses y en algunos casos años de total y absoluto descuido, sin la intervención de las autoridades municipales.
Tampoco la policía parece acusar recibo de esa desagradable irregularidad, ya que en muchos casos, los coches se encuentran muy cerca de comisarías y destacamentos.
Ver chatarras estacionadas sin sus ruedas y sobre tacos es parte del paisaje que ofrece el postergado departamento del Norte del Gran Mendoza ante la indiferencia de todos.
Anclados sobre los cordones de las veredas y posados sobre anchas calles mayoritariamente de doble mano, los restos de lo que en otro momento fueron confortables medios de locomoción, de a poco ven el crecimiento inevitable de su deterioro al ver podrir sus neumáticos; el crecimiento de óxido que corroe el metal sus carrocerías.
Con el transcurrir silencioso e implacable del tiempo, estos esqueletos metálicos adquieren usos muy diversos: se transforman en lujoso sitio de residencia de ratas y pericotes; cuchas de perros y gatos abandonados, y en algunos casos en modesto pero accesible albergue transitorio de parejas de enamorados con apuro y pocos recursos.
Para encontrarlos no hay que andar muy lejos del centro lasherino. Cerca de la clásica esquina de San Martín y Roca, frente a la entrada de un taller mecánico hallamos un Ford Sierra que alguna vez fue marrón.
Sobre la esquina de San Martin y Espejo, a poco metros de una clínica y en la vereda de enfrente de una estación de GNC yace un Peugeot 504 que según muestra un restito del amarillo de su techo, alguna vez fue taxi.
Párrafo aparte y certero ataque al corazón de los nostálgicos representa un Fiat 600 posado sobre maderas. La joya de diseño italiano, cual bólido extraído de una película de Fellini, luce su color celeste en Burgos casi San Martin.
La lista es interminable. La desidia es la constante y el desinterés generalizado.
(*) Especial para Mendoza Post



