Esta semana, una importante funcionaria del macrismo de la Ciudad de Buenos Aires, propuso despenalizar el uso de drogas sintéticas. Lo dijo en el peor momento: luego de que se murieran cinco pibes por el consumo de ese tipo de pastillas en la tristemente célebre Time Warp.
A ello debe sumarse que la persona que lo dijo es Ana María Bou Pérez, la ministra de Salud porteña. ¿Puede alguien ser más inoportuno? ¿Se puede ser tan ingenuo? ¿O ignorante?
En lugar de pedir la no penalización de los narcóticos, la funcionaria debería propugnar para que haya campañas oficiales que alertaran sobre estos.
Dicho sea de paso, ¿cómo es posible que desde el Estado no exista una sola cruzada para evitar que el flagelo de la droga no avance?
Lo último que pudo verse fue la discutida campaña de “Fleco y Male”, en los albores del menemismo, hace casi 20 años. Luego, nada más se hizo desde el Ejecutivo nacional.
La gran duda
¿Sirve despenalizar o es solo una medida que denota el fracaso de la persecución a quienes trafican con la muerte? ¿Cómo ha sido la experiencia en otros países? ¿A quién le conviene que esto ocurra? Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas.
Primero lo primero: para asegurar que ha fracasado el combate contra el narcotráfico, debe conocerse con precisión cómo ha sido esa pelea. ¿Existió realmente alguna vez?
Michael Levine, ex agente de la DEA en Buenos Aires en los años 90, jura que no: “La CIA no solo protege a algunos narcotraficantes, sino que muchas veces entra en las operaciones ilícitas. La CIA determina qué y cómo hacer las cosas, en tanto que la DEA debe aparentar que lucha contra la droga", dijo a este periodista hace casi 20 años.
Levine trabajó para la DEA durante 23 años y conoce muchos usos y costumbres que la agencia maneja internamente. Lo demuestra en cada una de sus afirmaciones. "Si un gobernante tiene buenas conexiones con la CIA, puede hacer lo que quiera. Si él mismo saliera a vender cocaína en la calle, la DEA no podría hacer nada al respecto", denunció en una de sus aseveraciones más polémicas, agregando que: "En la Argentina me di cuenta de que la CIA protegía a ciertos narcotraficantes".
El ex agente publicó posteriormente un libro titulado “La gran mentira blanca”, donde denunció puntillosamente todas y cada una de las operaciones que la DEA hizo a favor de ciertos narcotraficantes.
Esto responde a la primera pregunta: no existe ni ha existido una lucha real contra las drogas.
El segundo interrogante es más complejo aún: ¿Cómo ha sido la experiencia en otros países que despenalizaron? La respuesta esta vez la aporta Jaime Bermúdez, ex ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, abogado y doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford: "Despenalizar no ayuda a combatir el narcotráfico, sino todo lo contrario", aseveró hace unos años, consultado por diario La Nación.
El especialista pone el foco principalmente sobre la tenencia de narcóticos —el consumo está despenalizado desde 1989 en Argentina— y advierte que ello no beneficia al adicto, sino al traficante. "En estos casos, se vende por acumulación. No se vende el kilogramo de droga, se vende de a gramo. A usted lo dejan tener una pequeña cantidad y entonces vende rápidamente esa cantidad. Después lo hace con otra pequeña porción, después con otra, y así."
Bermúdez, es dable mencionarlo, fue asesor mediático del ex presidente Álvaro Uribe y, hasta junio de 2008, embajador colombiano en Buenos Aires.
Sobre los motivos por los cuales ingresa el negocio narco a un país, el especialista advierte que es provocado por un Estado débil y ausente. “Aquí, la sociedad subvaloró el tema, lo toleró e incluso se benefició. Y, cuando nos dimos cuenta de que esta gente no sólo se enriquecía, sino que mataba, que secuestraba, ya era tarde", contestó. Obviamente, hablaba de la experiencia colombiana, donde se debió revertir la política y volver a penalizar.
Algo similar ocurre en Holanda, “emblema" utilizado generalmente para defender la despenalización de drogas: allí se está revirtiendo de a poco la decisión de permitir el consumo de ciertos narcóticos.
Por caso, el uso "permitido" de marihuana en los coffeeshops holandeses fue disminuido de 30 a 5 gramos y se planea prohibir —en el mediano plazo— por completo su uso, ya que, no sólo no ha resuelto el problema de la adicción y el narcotráfico en ese país, sino que degradó la salud de los adictos, incrementó la violencia y deterioró la convivencia social.
Concluyendo
Mientras no haya una política que alerte sobre el uso —y abuso— de drogas prohibidas, seguirán ocurriendo tragedias como la de Time Warp. Ante ese panorama, la única idea oficial parece ser la despenalización de los estupefacientes.
Mientras tanto, escasean las estadísticas y faltan diagnósticos serios. En ese contexto, puntuales grupos criminales aprovechan para avanzar, enquistándose en certeros puntos de la Argentina, como Rosario, Córdoba y la provincia de Buenos Aires.
Frente a ese panorama, el futuro no se ve demasiado promisorio. No al menos por ahora.



