El humo de tabaco tiene polonio-210, una sustancia radioactiva.
Las sustancias radioactivas del humo de cigarrillo que te quieren ocultar
Durante años, las tabacaleras han querido ocultar al público, que el humo del tabaco tiene polonio-210 y plomo-210 y dos sustancias radioactivas y cancerígenas.
Documentos anteriormente secretos de Philip Morris, British American Tobacco (BAT) y otras empresas del sector prueban que intentaron eliminar esos elementos de sus cigarrillos, pero desistieron porque era muy costoso y disminuía la capacidad adictiva de la nicotina.
"El tabaco es la causa principal de exposición radiactiva en los seres humanos", concluyó en un artículo publicado en The New York Time el profesor Robert N. Proctor, especializado en historia de la ciencia. "Los que fuman un paquete y medio diario están expuestos al equivalente a 300 radiografías de tórax al año", graficó. Y concluyó: "El polonio-210 tiene una vida media de alrededor de 138 días por lo que es miles de veces más radiactivo que los combustibles nucleares usados en las primeras bombas atómicas".
"El tabaco es la causa principal de exposición radiactiva en los seres humanos" .
La presencia de sustancias radioactivas en el humo de tabaco no es nueva para las dos tabacaleras más grandes del mundo occidental, Philip Morris y British American Tobacco (BAT), que al menos desde 1959 lo saben, según concluyó una investigaciones publicadas en 2011, basada en documentos internos de esas empresas.
Ese estudio arrojó que la industria tabacalera no sólo tenía plena conciencia del potencial radioactivo del humo de tabaco, sino que analizó el impacto a largo plazo en los fumadores de las partículas alfa emitidas por el polonio-210. Y llegaron a las mismas conclusiones que los investigadores y que la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos:
Cada mil fumadores, entre 120 y 138 mueren por la radiación.
En el ámbito científico, la primera alarma la encendió un estudio de 1964, que concluyó que el Po-210 es un "contaminante natural" del tabaco, que los fumadores de 40 cigarrillos por día reciben del humo al menos siete más radiación que de otras fuentes y que las partículas alfa que emite podrían generar cáncer de bronquio.
La teoría fue desechada, pero en la industria tabacalera siguieron el tema de cerca. No sólo Philip Morris y BAT. Por ejemplo Lorillard, la tabacalera más vieja de los Estados Unidos, tenía pleno conocimiento al menos desde 1966. Un documento de ese año cita tres estudios sobre la presencia de polonio-210 en el tabaco, entre ellos, uno que asegura que el humo de segunda mano tendría tres veces más concentración de sustancias radioactivas, lo que prueba que la radiación afecta más a los fumadores pasivos.
Dos años más tarde, la American Tobacco Company empezó una investigación secreta que encontró que los fumadores inhalan .04 picouries de Po-210 por cigarrillo y que los filtros no sirven para retener los isótopos radioactivos.
En 1974, el científico Edward Martell publicó una investigación en la revista Nature que aseguraba que el Po-210 del tabaco es cancerígeno y que causó más revuelo que el trabajo de 1964, aunque con el tiempo perdió peso en la comunidad científica. Aún así, el temor dentro de la industria siguió escalando. Un memo interno de la tabacalera Liggett & Myers grafica el impacto. Aunque reconoce que la empresa no conocía a ciencia cierta la verdad (como sí lo sabían las firmas más grandes), llama a "contrabalancear" los resultados "oponiendo la opinión de científicos igualmente respetables". En otras palabras, proponía repetir una estrategia usada hasta el cansancio por Philip Morris y BAT: comprar científicos.
Los investigadores detectaron que la industria tabacalera descubrió en 1980 el lavado con ácido, una técnica que permite eliminar el Po-210 de las hojas de tabaco modificando su PH.
Eso no es todo. Los investigadores detectaron que la industria tabacalera descubrió en 1980 el lavado con ácido, una técnica que permite eliminar el Po-210 de las hojas de tabaco modificando su PH. Sin embargo, no lo aplicó porque merma el poder adictivo, ya que el ácido ioniza la nicotina, lo que disminuye su capacidad de ser absorbida por el cerebro. También evaluaron la posibilidad de modificar genéticamente las hojas o mejorar los filtros, pero las incitativas fueron infructuosas.
No obstante, el profesor Proctor aseguró en el artículo de The New York Times que además del lavado con ácido hay otras cuatro técnicas efectivas para para eliminar el Po-210, pero que la industria no las usó por los altos costos En ese sentido, un documento de la BAT de 1976 se preguntaba si podría servir la hidroponía, que no se terminó aplicando porque era cara, según publica Infobae.com
No está del todo claro cómo llega el Po-210 a la hoja. Una de las primeras hipótesis que se manejo es que las pequeñas partículas de uranio presenten en la tierra se desintegran que radón-222, que a su vez decae en polonio-210 y plomo-210. Pero luego comenzó a tomar fuerza la idea de que también tendría que ver el uso de fertilizantes fosfatados, porque el uranio se tiende a asociar con los fosfatos. Tal es así, que en 1975 en Philip Morris se preguntaban si la longevidad de los cultivadores de tabaco en el Cáucaso podría estar vinculada a que evitaban los fertilizantes fosfatados.



