Se llama Whang Od, pertenece a la tribu Kalinga y vive en Filipinas.
Ella tiene 92 años y su profesión es tatuadora
Hasta hace muy poco, Whang Od era la última tatuadora kalinga. En las alturas de una montaña de la isla de Luzón vive esta mujer que ya cumplió 92 años y continuó la tradición de los tatuajes hechos con bambú.
"La felicidad para mi es poder vivir hasta los 100 años haciendo tatuajes."
Los turistas que llegan a Buscalan tienen un solo objetivo, encontrar a esta mujer y someterse a la técnica del tatuaje kalinga que ya tiene un millar de años, según informó el portal Periodismo Humano.
Esta práctica se trasladaba de padres a hijos y se utilizaba como lenguaje natural de la piel. En la cultura de esta tribu, el tatuaje simbolizaba la belleza en las mujeres y la valentía en los hombres: ”si no tienes un tatuaje no eres un verdadero guerrero” dice Whang Od.
Por ejemplo, los filipinos que llevan un águila en el pecho cortaron la cabeza de uno de sus enemigos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
Ahora las cosas han cambiado en la aldea; ya no hay guerras y las mujeres deben pagar los tatuajes. La cultura de intercambio apenas se utiliza, entre otras cosas, porque desde hace cinco años deben pagar la factura de la luz con dinero.
Whang Od, además, no ha tenido una familia a quien dejarle de herencia su arte. Perdió a su novio cuando tenía 25 años y nunca volvió a emparejarse, aunque evita hablar sobre este tema o de cualquier otro que envuelva su vida personal.
En la tribu, desde hacía años, no se daba excesiva importancia a la cultura del tatuaje, prácticamente desaparecida, hasta que llegaron los primeros extranjeros. De hecho, fue un periodista quien le hizo ver a Whang Od que debía formar a la nieta de su hermana para ser la próxima tatuadora kalinga. Aunque la joven estudia ingeniería informática en la universidad, lejos de Buscalan, como muchos otros jóvenes que se van a estudiar fuera de la aldea.
Whang Od asegura: “La felicidad para mi es poder vivir hasta los 100 años haciendo tatuajes. Estoy encantada de que vengan a mi casa gente de varias partes del mundo a visitarme y tatuarse, le dan sentido a mi vida”.


