España, conmovida por el suicido de un nene de 11 años

Cómo detectar si tu hijo sufre acoso escolar.

España, conmovida por el suicido de un nene de 11 años

Por: Mendoza Post

España está conmovida por el suicidio de un chico de 11 años que se suicidó porque no quería ir más al colegio.

 Se trata de Diego González, de 11 años, quien durante la noche se tiró de la ventana del 5to piso del departamento donde vivía con sus padres.

En el marco de la ventana había un mensaje: «Mirad en Lucho». Lucho es el muñeco amarillo de los Lunnis, su juguete desde bebé. 

En la habitación, Lucho guardaba un cuaderno, donde plasmó las razones que le llevaron al suicidio: «Papá, mamá... espero que algún día podáis odiarme un poquito menos. Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir» , dejó escrito a sus padres. 

Los hechos sucedieron el pasado 14 de octubre  y, pese a la misiva del niño y al testimonio de varios padres que refieren problemas de acoso en el colegio, la Policía descartó que se tratara de un caso de 'bullying ' y la juez se dispone a archivar la causa.  Pero la familia pide que se investigue más a fondo.

Los padres del pequeño Diego

"En los últimos tiempos nada más que decía: 'Mamita, yo no quiero ir al colegio'. Y yo le decía: 'Pero hijo, si eres muy buen estudiante'. Y él: 'Sí, pero no, no, no'. Y entonces yo le dejaba quedarse con el abuelo, y entonces se relajaba. El año pasado, después de Reyes, se quedó afónico cuatro meses, y los médicos me dijeron que el niño había sufrido un impacto, dice la madre.

El diario El Mundo publicó claves para saber si un niño está recibiendo acoso escolar

¿Qué es el acoso escolar?

Hay que distinguir entre una agresión puntual en un entorno escolar y el acoso. El acoso es cualquier tipo agresión psicológica o física permanente, constante y duradera. Se caracteriza por el desequilibrio de poder (la víctima, sola, frente a agresores y observadores).

¿Qué síntomas deberían ponernos en alerta?

1. CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO

Es lo que se conoce como "ruptura biográfica". El problema es que muchos síntomas de acoso pueden confundirse con comportamientos típicos de la adolescencia. Y a menudo, los cambios no se dan de un día para otro, sino que es un proceso lento. Normalmente, el menor no quiere ir al colegio, se muestra nervioso cuando debe hacerlo, falta a clase o regresa en cuanto puede a casa. El fin de semana está bien y el domingo por la noche empieza a encontrarse mal. Deja de hablar o salir con sus amigos de siempre. Abandona sus aficiones. Deja de hablar en casa o responde con evasivas. Baja el rendimiento escolar. Está triste, muestra cambios de humor, contesta mal, sufre arranques de cólera.

2. SIGNOS FÍSICOS

Al menor se le rompe o "pierde" habitualmente el material escolar o la ropa y no sabe cómo explicarlo. Pide dinero a sus padres para poder dárselo a los acosadores (el chantaje es muy típico). 

3. SÍNTOMAS PSICOSOMÁTICOS

El niño sufre malestar al levantarse, mareos, dolores de cabeza, molestias o alteraciones gastrointestinales, sensación de asfixia u opresión en el pecho, temblores, palpitaciones, alteraciones del apetito o del sueño... Es habitual que los padres lleven al niño al médico y se le practiquen pruebas, sin que se dé con el origen de los síntomas, porque la causa es psicológica. 

¿Qué pasa en su teléfono?

El ciberacoso es una modalidad "demoledora", porque no da tregua. El acoso no termina al llegar a casa, sino que continúa. Y permite que se multiplique el número de espectadores y de hostigadores. Por eso es importante que los padres tengan acceso al móvil, al correo y a los perfiles sociales (si los tuvieran) de sus hijos.

¿Y los niños pequeños?

En el caso de los niños de 5, 6 y 7 años, puede ser un indicativo el hecho de que omitan toda información del colegio, que no cuenten nada de lo que hacen allí. 

¿Cuáles son los años más problemáticos?

La intensidad máxima del acoso escolar se produce en 5º y 6º de Primaria. Luego va descendiendo. Sin embargo, sobre todo en Secundaria, algunos de esos individuos quedan marginalizados, llevan mucho tiempo sufriendo acoso y se convierten en una especie de pararrayos de la violencia. 

¿Cómo se inicia?

Suele empezar con acciones de "baja intensidad", por ejemplo el acoso verbal (insultos, motes, humillaciones, propagación de falsos rumores, mensajes teléfonicos...). Si no se frena, puede degenerar en otros tipos de acoso, como el social (exclusión y aislamiento de la víctima, por ejemplo, se la deja fuera de las actividades colectivas), el psicológico (basado en amenazas) y el físico, que contempla tanto agresiones directas como indirectas.

Por qué es importante la detección temprana

El problema de los protocolos actuales es que trabajan a partir de la identificación de la víctima, cuando ya es tarde y el niño ya tiene secuelas y sufre estrés postraumático.

El apoyo de los padres, clave

Los padres siempre deben creer en el relato de su hijo y apoyarlo. No deben quitar importancia al asunto, ni culpar a la víctima. El hogar es el único lugar donde el niño puede contarlo, pero a veces los padres sufren o les genera angustia y no quieren saber, y lo despachan con un 'Pegales más fuerte'".

¿Y si cambia de colegio?

La mayoría de las veces el acosado acaba cambiando de colegio. Y no es raro que en el nuevo centro sufra también acoso. Es lo que se denomina círculo de victimización repetida. Ese niño destruido llega a una nueva aula, y esa vulnerabilidad es detectada por los hostigadores, por lo que es elegido de nuevo. No es que el niño tenga una forma de ser que favorezca el acoso. Es que su vulnerabilidad funciona a modo de faro: atrae a los hostigadores.