¿Por qué Mendoza no es apta para la lluvia?

La tormenta de la madrugada arrasó con la imagen que tenemos del oasis en el desierto. La basura y Potrrillos, las claves.

¿Por qué Mendoza no es apta para la lluvia?

Por:Ana Montes de Oca
Periodista

Cuando se terminó de construir el dique Potrerillos, corría el rumor de que poner esa enorme cantidad de agua en medio de la montaña cambiaría el clima de Mendoza. Luis “Nilo” González, el experto mendocino del estado del tiempo, ponía el grito en el cielo. “Es absolutamente ridículo, el dique tiene la misma cantidad de agua que una nube mediana” aclaraba sin cansarse.

“No todos los años son iguales respecto al clima, pero esto que está pasando ahora es normal, cada vez que está el fenómeno del Niño pasa esto y está dentro de lo normal: este es un año húmedo”, enfatizó.

Y encima, aseguró que las lluvias van a persistir todo enero y puede ser que parte de febrero también.

Y cada año húmedo como este nos preguntamos si Mendoza está preparada para tanta agua.

Lo que no es un mito es que cada vez que hay tormentas fuertes, vemos calles anegadas, árboles caídos, sufrimos cortes de luz, de agua y filtraciones en las casas, y nos preguntamos por qué Mendoza no resiste una tormenta y parece venirse abajo.

El secretario de Ambiente de Mendoza, Humberto Mingorance, opinó que “Mendoza tiene importantes obras como los diques de contención Maure y Frías, los canales de cauce y las defensas aluvionales que protegen al área metropolitana, pero ante el cambio climático y el fenómeno de El Niño, es obvio que va a haber consecuencias”.

En este sentido remarcó que desde los años 70 nunca más tuvimos aluviones de agua y barro en la ciudad. Lo que pasa ahora con las calles que se inundan tiene que ver con la basura y con que hay poca superficie de absorción en el área metropolitana, ya que cada vez hay menos calles de tierra y más asfalto”.

Además, los cauces secos se convierten en basurales, pero cuando llueve así, el agua vuelve a pasar por ahí y arrastra toda la basura. 

Alcantarillas tapadas y calles inundadas

Lo cierto es que las obras están y deben alcanzar, pero si uno mira los principales canales de la ciudad, cuando el agua no está corriendo son un verdadero basural. “Por eso ahora estamos apelando a políticas de toma de conciencia por parte de los vecinos para que no arrojen la basura en las acequias o canales. Estamos trabajando para armar publicidades para largar en unas semanas un esquema de educación ambiental y comunicación. La idea es que la gente tome conciencia de que la basura termina en zonas de cultivos y comemos frutas y verduras regadas por esas aguas llenas de desperdicios”.

Algo tiene que ver Potrerillos

Raúl Cícero es ingeniero hidráulico y funcionario provincial desde hace años. Ha pasado por el IPV, por la municipalidad de Capital y ahora es gerente general de Aysam.

Para él, tampoco está tan mal por las lluvias y las defensas aluvionales cumplen con su tarea: “si no fuera por ellas esto sería un desastre como en el 70” alertó.

Av. San Martín 4 de enero de 1970

Sin embargo, opinó que la situación mejoraría un poco si se hicieran las obras que hace décadas están planeadas como las defensas en Chacras de Coria y en Las Heras, un poco más arriba del santuario de El Challao. Pero no hay graves problemas con las lluvias, hay situaciones claves que se pueden mejorar”, confirmó.

“Hace cinco años que venimos con una terrible crisis hídrica por poca nieve en invierno y falta de agua en verano. Este año nevó mucho y a los problemas normales del deshielo, se suman las lluvias que hacen que no se pueda evitar realizar las limpiezas del dique Potrerillos”, analizó.

Y explicó: “El agua del Río Mendoza tiene tres usos diferentes. El dique almacena para el riego, y luego el agua es usada para generación de electricidad y para consumo humano. Ese es el problema principal. Cuando se hizo el embalse no se tuvo en cuenta esto, si hubieran hecho las cosas por separado, no tendríamos los problemas que tenemos hoy”.

En criollo: las aguas que bajan del río se almacenan en el dique y este luego drena agua para abastecer primero a la central térmica (que funciona a vapor, es decir, para generar electricidad, gastamos gas y agua) y luego, más abajo, abastece las plantas potabilizadoras de agua.

“Por eso este año, entre las lluvias y el deshielo, el río arrastra mucho sedimento y la limpieza de fondo del dique es imprescindible. Cuando se abren las compuertas y se deja salir todo ese barro, primero afecta a la central eléctrica que tiene que esperar a que el agua llegue más limpia para poder usarla, y luego pasa lo mismo con las plantas potabilizadoras que tienen una capacidad de purificación de agua que no tolera tanto sedimento, entonces hay que cortar el agua hasta que vuelva a pasar menos sucia y se pueda potabilizar”.

Cícero recordó que el plan original del dique contemplaba la construcción de una planta potabilizadora pero luego por falta de fondos no se hizo.

“Arreglar ese error ahora llevaría años y una inversión de 150 millones y Mendoza hoy no está en condiciones de afrontar esas obras. Por ahora lo que tratamos de hacer, y que será un arduo trabajo, es redactar un protocolo de procedimientos para evitar el impacto sobre la población. Alguien tiene que dejar de ganar para que otros no pierdan, entonces acá la prioridad es el agua potable, luego la energía eléctrica y por último el riego”, alertó.