Cómo fueron las segundas vueltas en la Argentina

Así fue la experiencia en nuestro país, donde numerosas provincias la pusieron en práctica a lo largo de la historia democrática

Cómo fueron las segundas vueltas en la Argentina

Por: Mendoza Post

A punto de cumplirse por primera vez en la Argentina un balotaje presidencial, así fue la experiencia en nuestro país, donde numerosas provincias la pusieron en práctica a lo largo de la historia democrática.

  El sitio Parlamentario elaboró un detallado informe sobre las segundas vueltas en nuestro país, a dos semanas del balotaje que prottagonizarán Daniel Scioli y Mauricio Macri.  

De dónde vino

 Inspirada en la Constitución de Estados Unidos, nuestra Carta Magna original no tenía segunda vuelta. Por el contrario, como en el país del norte, la elección del presidente no era de manera directa, sino a través de un Colegio Electoral. 

La modificación vendría casi un siglo y medio después, cuando la reforma constitucional de 1994 instituyó -entre otras cosas- la instancia del balotaje. O ballottage, término original que denota su origen francés, que viene del verbo balloter, que significa votar con bolillas.

 El artículo 96 se refiere directamente al balotaje: “La segunda vuelta electoral, si correspondiere, se realizará entre las dos fórmulas de candidatos más votadas, dentro de los treinta días de celebrada la anterior”.

La primera experiencia

En rigor de verdad, no fue la reforma constitucional de 1994 la que habilitó por primera vez la utilización del balotaje en la Argentina. Previamente el gobierno del general Alejandro Agustín Lanusse aplicó una enmienda a la Constitución a través del decreto-ley 19.802, por el cual se establecía la elección directa para presidente y vice; el acortamiento del mandato presidencial de 6 a 4 años; la reelegibilidad indefinida de los legisladores nacionales por cuatro años, como así también -y a eso vamos-, estableció el régimen de doble vuelta electoral.

El sistema de balotaje impulsado por el gobierno militar buscaba darle más posibilidades al rival del peronismo para vencerlo. No hubo caso: la fórmula del FreJuLi, compuesta por Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima venció por un abrumador 49,56% a la de la UCR de Ricardo Balbín y Eduardo Gamond, que reunió un 21,29%. Semejante distancia entre ambas fuerzas llevó al radical a desistir de participar en el balotaje y se cumplió el cantito del spot peronista que anticipaba: “Ganaremos la primera y no habrá segunda vuelta”

El Proceso de Reorganización Nacional congeló las garantías constitucionales y el retorno de la democracia en 1983 se hizo otra vez volviendo a la Carta Magna original, la del Colegio Electoral, sin doble vuelta electoral. Y once años después llegó el Pacto de Olivos, que dio lugar a la reforma constitucional a la que hacíamos referencia. En la que, como Perón en el 49, Carlos Menem buscaba fundamentalmente la reelección. Ya no indefinida, pero reelección al fin.

En democracia

El balotaje rigió a partir de entonces en las elecciones de 1995 (ganadas por Menem), 1999 (por Fernando de la Rúa), 2003 (Néstor Kirchner), 2007 (Cristina Fernández de Kirchner) y 2011 (Cristina de nuevo). Menem ganó por el 49,94% contra el 29,30 de la fórmula José Octavio Bordón-Chacho Alvarez, mientras que De la Rúa también sorteó el balotaje al imponerse por 48,37% contra 38,27 de Eduardo Duhalde-Ramón Ortega.

Cristina nunca necesitó de una segunda vuelta, pues accedió a su primer mandato con un 45,29% contra el 23,04 de Elisa Carrió-Rubén Giustiniani, y al segundo por el recordado 54,11% (no 55, como dice ella ahora) contra el 16,81% de Hermes Binner-Norma Morandini.

Llegamos la única instancia donde sí debió llevarse a cabo el balotaje. El 27 de abril de 2003, la fórmula integrada por Menem y Juan Carlos Romero ganó la primera vuelta por un escuálido 24,45% contra 22,24 de la compuesta por Néstor Kirchner-Daniel Scioli. 

 Se sabe que el riojano terminó bajándose del balotaje, a sabiendas de que sufriría en el mismo una derrota demasiado holgada para lo que podría soportar su autoestima. Pero no se bajó enseguida.

Por el contrario, a dos días de su escueta victoria desafió a su rival a un debate público, que debería celebrarse un día antes del cierre de campaña para la segunda vuelta, prevista para el 18 de mayo. El, que había hecho célebre “la silla vacía” frente a Eduardo Angeloz, ahora era el que proponía debatir, precisamente con el que había salido segundo, a dos puntos. De hecho, los observadores vieron el reto de Menem como una expresión de debilidad, máxime teniendo en cuenta que el menemismo era el que solía sostener que los debates eran propuestos por “los candidatos que van perdiendo”. Invertidos los roles, su rival sugería estar dedicándose a “las cosas importantes”, relativizando el valor de un debate.

Pasada una semana, el expresidente denunciaba la posibilidad de fraude, mientras el santacruceño se movía como si ya fuera presidente electo y seguía cosechando adhesiones. 

A diez días de realizada la primera vuelta, Menem admitía estar debajo en las encuestas entre 10 y 12 puntos, pero aseguraba que podía “remontar” la diferencia. El 12 de mayo, a cinco días de la elección, ambos candidatos cumplieron con el paso formal establecido por el Código Nacional Electoral de ratificar que representarían a la segunda vuelta, pero dos días después, el miércoles 14 de mayo, a cuatro días del balotaje, Menem se bajó. 

Ahora

Hoy todo indica que el balotaje es inexorable y el 22 de noviembre los argentinos iremos por primera vez a esa instancia, que tendrá como protagonistas a Daniel Scioli y Mauricio Macri, quienes tuvieron una diferencia entre ambos muy similar a la de 2003: 36,86% a 34,33%. El final está abierto.

Los balotajes, distrito por distrito

El sistema de balotaje rige y fue aplicado en tres provincias y el distrito porteño. 

El que más experiencia tiene en la materia es Tierra del Fuego, donde rige desde su creación como Provincia y se aplicó en seis de las siete elecciones para gobernador que allí se realizaron.

El sistema de balotaje también rige en la provincia de Corrientes, donde se puso en marcha en 1997. 

En la provincia del Chaco el radicalismo consiguió imponerse en 1995 tras perder la primera vuelta. 

El distrito porteño es, como Tierra del Fuego, otro lugar donde resulta prácticamente imposible imponerse en primera vuelta, por cuanto la Carta Magna local establece en su artículo 96 que “el jefe de Gobierno y un vicejefe o vicejefa son elegidos en forma directa y conjunta, por fórmula completa y mayoría absoluta. A tal efecto se toma a la Ciudad como distrito único. Si en la primera elección ninguna fórmula obtuviera mayoría absoluta de los votos emitidos, con exclusión de los votos en blanco y nulos, se convoca al comicio definitivo, del que participarán las dos fórmulas más votadas, que se realiza dentro de los treinta días de efectuada la primera votación”.