La estrategia del asesino del country (y la doble vara mediática)

Los crímenes de género no distinguen condiciones sociales. Los ricos también matan a las mujeres sólo porque son mujeres.La columna de Mauro Szeta para el Post.

La estrategia del asesino del country (y la doble vara mediática)

Por:Mauro Szeta
Periodista-Policiales

Del asesinato no hay dudas. De quién fue el autor tampoco. De la brutalidad aplicada, menos.

Lo único que se va a discutir en el caso del asesinato de Claudia Schaefer en el country Martindale de Pilar es si su homicida, su esposo Fernando Farré, actuó en estado de emoción violenta o no.

La defensa ya anticipó que va por ese camino.

El empresario, ex gerente de una empresa de cosméticos internacional se negó a declarar ante la fiscal Carolina Carballido.

La funcionaria no tiene dudas que estamos ante un femicidio. Es decir que para la fiscal Farré mató a su ex mujer por su condición de mujer, la cosificó y se deshizo de ella como si se tratase de un objeto.

Para fundar esta hipótesis la fiscal tiene además a mano una denuncia que Schaefer había presentado contra Farré en Capital.

En aquella ocasión la mujer había declarado que en el marco de una discusión de pareja, su esposo la había tirado al piso y hasta le había colocado una rodilla en la cabeza para inmovilizarla.

Ese caso motivó una exclusión del hogar y una restricción de acercamiento que se vencieron el 14 de agosto de común acuerdo.

Lo que restaba entonces era separarse de "forma socializada". Para eso, acordaron el reparto de bienes con la presencia de abogados mediante.

El viernes a las 11 de la mañana las partes se reunieron en la casa que Farré, ya sin trabajo en la empresa de cosmética, y su mujer tenían alquilada en el country.

A esa casa se iba a mudar la mamá de él. Farré iba a ir a un departamento de su madre en Capital, y Schaefer se iba a quedar viviendo en un departamento de Av. Libertador con sus hijos.

La reunión empezó con la rutina de los papeles. Había tres abogados, la madre de Farré y el matrimonio disuelto.

La fiscal pudo reconstruir que en determinado momento de la reunión y con el pretexto de hablar solos, Farré se alejó de la esfera de los testigos. Entonces fue a la cocina, tomó dos cuchillos, se dirgió con su ex al vestidor con la excusa de que ella sacara la ropa, y tras cerrar con llave ese sector de la casa, consumó el ataque criminal.

"Casi la decapita", describió uno de los investigadores para narrar la saña homicida.

Del otro lado, la madre de Farré y los abogados no tuvieron alternativa de salvar a la mujer justamente porque el acusado había cerrado con llave el vestidor.

La madre de Farré rompió un vidrio lateral. Cuando entró al vestidor ya era tarde. La masacre se había consumado. Farré salió de allí y se sentó en un sillón a esperar a la policía.

A partir de la noticia del caso empezaron a surgir la más variada gama de "versiones". "Ella lo atormentaba. Lo tildaba de travesti", decían unos tratando de justificar el crimen.

"El era un violento, un maltratador", contaba una de las mucamas de la casa.

"Ella descubrió que él la engañaba y le mostró imágenes con su novia para certificarlo", alegaban otros.

Es más, la madre del asesino intentó repetirle a la fiscal que antes del crimen, Schaefer descalificó y denigró al hombre infinidad de veces y que ella escuchó esos dichos. Ahora la fiscal deberá resolver si toma esa declaración como válida.

Con la autoría material no discutida por nadie, la defensa intentará probar que fue un crimen en estado de emoción violenta motivado por algo que ella le dijo a él, o le mostró a él, antes de matarla.

Del otro lado, la fiscal dirá que la emoción violenta se cae, justamente porque el homicida tuvo tiempo para buscar los cuchillos, trabar la puerta del vestidor, asegurarse que nadie ayudara a su mujer, y matarla sin obstáculo alguno.

Y en el medio del caso, la doble vara mediática. Para Farré, "todos los cuidados periodísticos". Inifinidad de colegas se preguntaban al aire: "¿Qué le habrá pasado a este empresario que volvía de esquiar para sacarse así? ".

La respuesta es la misma que para los otros casos, los de la periferia, los de los hombres sin opulencia: son femicidios. Los crímenes de género no distinguen condiciones sociales. Los ricos también matan a las mujeres sólo porque son mujeres.

La vara mediática no es la misma que se aplica cuando el femicida es pobre. A aquellos se los bautiza con el mote de chacales. A Farré se lo vende como el empresario al que le pasó algo.

Más allá del debate jurídico que se venga, como sociedad nos falta mucho. Cuando el femicidio es en un country, los medios llenan páginas de historia, asombrados con el caso, "como no pudiéndolo creer". Mucho femicida en un contexto de pobreza fue apenas una noticia breve en los principales medios del país.

En el medio de todo, otras víctimas que no tienen retorno: los hijos del matrimonio. Mamá asesinada y papá preso por el crimen. Un calvario irremontable.