Cinco islas que cuestan menos de un millón de pesos

La tienda online blog Castanet  se dedica exclusivamente a la venta y alquiler de islas, llamada 'Private Islands Online'. Contiene referencias de todo el mundo, con lujos de ensueño como la isla Rangyai, en Tailandia. A pesar de su minúsculo tamaño, sus playas de blanca arena y su exuberante vegetación hacen de ella la más cara de este mercado: necesitarás reunir nada menos que 160 millones de dólares para convertirte en su propietario.

Por suerte, existen opciones ajustadas a bolsillos mucho más modestos. La más barata de todas se llama Small Island y está situada en Wohoa Bay, en la costa atlántica de Estados Unidos, unos 50 kilómetros al este del Parque Nacional de Acadia. Como su nombre sugiere, sus dimensiones son reducidas (4.000 metros cuadrados); pero también lo es su precio: cuesta 40.000 dólares. Su actual dueño asegura que cuando la marea baja es posible llegar hasta ella caminando desde la costa más próxima.

Si te concedes este capricho dispondrás de un terreno de 12.000 metros cuadrados sólo para ti. 

En la Columbia Británica de Canadá está la isla Sweet, tasada en 82.900 dólares. Si te concedes este capricho dispondrás de un terreno de 12.000 metros cuadrados sólo para ti. Incluye una pequeña casa, necesitada de reparaciones pero con cimientos sólidos, y una parcela preparada para convertirse en jardín. Otra opción sin salir de Canadá es la Little Island, en Ontario. Está a 6.4 kilómetros de la isla Manitoulin, en el lago Hurón; y por sus 2.000 metros cuadrados piden unos 917.000 pesos.

Si prefieres una opción más exótica a un precio asequible, la mejor alternativa es comprar una parte de Alligator Caye, en Belize. Se trata de la isla que puedes ver sobre estas líneas; y lo que se vende es una parcela de 43.300 metros cuadrados por 99.000 dólares. Y si lo que el cuerpo te pide es una isla en Europa, la mejor oportunidad está en Irlanda, en la Inishbigger Island. Más de 52.600 metros cuadrados de tierra virgen a cambio de 852.700 pesos. No es un regalo... pero desde luego, tampoco son cifras inalcanzables.