El gobernador frenó la edificación en el Piedemonte por riesgo ambiental. Luján y Las Heras son los departamentos más afectados.
Decreto y polémica: estas son las zonas de mayor riesgo aluvional
Alfredo Cornejo terminó la semana con un decreto que prohíbe seguir edificando en el piedemonte, ya que, según informes de la UNcuyo, CONICET y distintos organismos científicos, hay cada vez más riesgo aluvional, porque la tierra ya no es capaz de absorber el agua que baja de Oeste a Este.
La decisión provocó cierta resistencia de algunos desarrolladores inmobiliarios e intendentes como el de Luján de Cuyo, Omar de Marchi, pero el hecho es que hay muchas familias que ya viven en zonas de peligro.
Cornejo declaró la Emergencia Ambiental en la zona por los próximos 12 meses con posibilidad de extenderlo por más tiempo pero la situación no es nueva.
En 2011, investigadores del CIFOT (Instituto de Cartografía, Investigación y Formación para el Ordenamiento Territorial) y de Conicet Mendoza aseguraron que todo el pie de la montaña del Gran Mendoza estaba en riesgo de inundarse, y lo peor, de hacer que el agua bajara a zonas como la Cuarta Sección.
Los especialistas tuvieron en cuenta especialmente los riesgos aluvionales y sísmicos existentes en la zona mediante un detallado análisis preliminar, con una serie de recomendaciones para saber hasta dónde hacer crecer las ciudades al Oeste.
"Se hizo este estudio para ver el grado de peligrosidad que existe si se sigue edificando en esa zona y, por otro lado, se buscó generar medidas de mitigación en aquello que ya no tiene vuelta atrás, o prevenir a futuro a través del reordenamiento y la planificación", explicaba en ese entonces María Elena Gudiño, una de las profesionales que llevó a cabo la investigación.
"Tenemos zonas donde todavía es posible expandirse, siempre y cuando se adopte una serie de criterios para cuidar a la gente frente a distintos riesgos. Los resultados del estudio serán plasmados en un libro que incluirá recomendaciones para tener en cuenta en la elaboración del plan del reordenamiento territorial", aseguró.
Según explicaron los investigadores, la situación de la urbanización en el piedemonte es preocupante ya que hay zonas consideradas peligrosas que requieren mayor infraestructura en cuanto a obras de canalización aluvional y en la que ya viven miles de personas.
"Hicimos un análisis de todos los barrios ubicados en el piedemonte y otro del medio natural donde están asentados esos barrios. En base a ello, determinamos cuáles eran las zonas más riesgosas desde distintos puntos de vista: el riesgo aluvional, el riesgo sísmico, o las que tienen menores posibilidades de habitabilidad", expuso la profesional en diálogo con el portal InfoUniversidades.
"No podemos seguir edificando con planos en dameros (trazado cuadricular que caracteriza a las ciudades) en una zona de pendientes, ya que implica hacer una limpieza de suelo y realizar grandes movimientos de tierra; no es posible seguir pavimentando el piedemonte y cortando vegetación porque eso contribuye a la impermeabilización del suelo y éste no absorbe el agua que tiene que absorber", completa.
El equipo llevó a cabo índices de las superficies impermeabilizadas, ya sea porque hay viviendas o por pavimentación. Esos índices revelan factores que evitan que el agua se absorba y, al no filtrarse, ésta baja con más velocidad y en gran volumen hacia la ciudad, por eso cuando llueve hay mayores problemas de inundaciones en el casco urbano. Gudiño agrega que "a veces se construyen los barrios con acequias (zanjas que constituyen un antiquísimo pero efectivo sistema de riego) que no tienen razón de ser porque forman parte de un sistema de riego que no existe en el piedemonte mendocino. Es mejor montar un colector aluvional o incorporar especies forestales adaptadas a la sequedad, que poner especies de árboles que demandan mucha agua en una zona seca".
En 2011, afirmaron que las zonas del piedemonte donde aún se podía edificar eran escasas. Superficies menores a mil metros de altura y mientras la edificación se realiza a mayor altura, más se incrementan los problemas por el avance de los procesos de erosión, cada vez más graves. "En Mendoza tenemos condiciones climáticas y geomorfológicas que hacen que el ecosistema sea frágil: porque falta el agua, porque es propenso a procesos de desertificación y erosión, porque presenta problemas sísmicos", explica la profesional entrevistada.
Las precipitaciones en la provincia son muy esporádicas y de mucha intensidad. En este comportamiento sistémico del ecosistema intervienen la vegetación, las características de las temperaturas y las precipitaciones. Esta complejidad genera una amenaza natural que no se tiene en cuenta a la hora de edificar. Gudiño hace notar otro inconveniente de la situación: "La gestión y el control de la edificación en la provincia se han realizado a través de instrumentos tradicionales. El Estado impone determinadas condiciones para construir, como la implementación de códigos de edificación, pero a veces esos códigos no se respetan".
"Debido a los avances producidos en materia de tecnología para la construcción, y en tiempos donde el mercado impone las reglas de juego en la ocupación de tierras urbanas, es necesario generar mecanismos para un mayor control de dónde y cómo construir", concluye la investigadora.



