Profesionales mendocinos opinan sobre la reducción de la pena al violador de un niño, caso que ha conmocionado al país.
¿Puede un nene de 6 años ser gay?
Persiste la conmoción por el aberrante caso del nene de 6 años que fue abusado —¿violado?— por su profesor de deportes en el baño de un club.
El tópico ocupó las tapas de grandes medios locales y gran cantidad de horas en los más importantes canales de televisión del país.
"Él confiaba en alguien que lo lastimó"
No obstante, lo más impresionante no es el caso en sí, por más impactante que este sea, sino el fallo de los jueces que decidieron reducir la pena de Mario Tolosa, el profesor acusado, argumentando que el niño ya había sido abusado por su padre y que presentaba signos de homosexualidad y travestismo por lo que esta violación no podría considerarse "gravemente ultrajante".
El caso comenzó el 6 de marzo de 2010, cuando Tolosa llevó al niño, de 6 años, hasta el baño del club. Una vez allí, le bajó los pantalones, le aplicó al menos un cachetazo en el rostro y le introdujo al niño una ramita de árbol en la cola. Inmediatamente después, extrajo su pene y se lo apoyó en el ano del nene, mientras le tapaba la boca para silenciarlo, porque el chico lloraba, según explicó Mauro Szeta en un informe exclusivo para el Post.
Más tarde, según el expediente, Tolosa trasladó en su camioneta al pequeño hasta su casa. Allí, el niño le comentó a su abuela Elena que le dolía la cola. La abuela lo revisó y notó que tenía el ano irritado e hinchado. Luego, la abuela se enteró de que su nieto —el nene abusado— le había manifestado a su primo: "Te chupo el pito si me das dos pesos", aparentemente por el hecho de que al entrenador le hacía lo mismo si aquel le daba dos pesos.
Habló el agresor
Esta semana, luego de 5 años de cometer el abuso, Tolosa expresó: "Quisiera que vayan a ver el expediente, en ningún momento se habla de violación, ni en el fallo de los jueces, que me deberían haber absuelto. En Casación escribieron una barbaridad, primero porque me condenaron, y además porque hablaron mal de la pobre criatura".
En declaraciones a radio Latina, Tolosa, quien se encuentra en libertad desde hace un año, aseguró también que al nene "afortunadamente, nunca nadie lo tocó", pese a que el padre del chico también fue condenado anteriormente por haber abusado sexualmente del menor.
El nene hoy
El niño actualmente tiene 11 años y vive con su madrina Aldana (28) y sus tres hijos a quienes considera sus hermanos. Su abuela que lo crió desde los cuatro meses ya falleció. Adriana es la tía que salió a hablar con los medios.
El menor generalmente juega al fútbol y se divierte, pero cuando lo invaden los recuerdos se siente avergonzado: "Má..., ¿todo esto es por mí? Me da mucha vergüenza" dijo días atrás a su familia, al ver a su tía en TV.
Como consecuencia del ataque, el niño sufrió diversas consecuencias físicas, emocionales y psicológicas, a saber: enrojecimiento y lesiones descamativas en su ano, angustia, ansiedad, agresividad en el ámbito escolar, bloqueo afectivo, temores a ser violado, entre otras, dijo el fallo.
Al violador lo condenaron a tres años de prisión pero ni siquiera está en la cárcel. "Cuando él decía que tenía miedo de cruzárselo, le decíamos 'tranquilo, está preso, no va a volver más'. Y él se calmaba. Y de repente nos venimos a enterar que hacía un año que estaba libre, viviendo a cuatro cuadras de casa, y nosotros no lo sabíamos", resaltó la tutora del nene.
Antecedentes de los jueces
No es la primera vez que los jueces del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargues, justifican a los abusadores.
Hace unos años, por caso, le bajaron la pena a un pastor violador con el argumento que las víctimas no se podía corromper sexualmente, por segunda vez, a quienes ya venían corrompidas de su seno familiar.
En ese caso se trataba de tres chicas que fueron víctimas de un pastor. Los jueces, sin ponerse colorados, sostuvieron que, como las víctimas eran pobres y vivían en un ámbito donde la promiscuidad "es algo natural", estaban habituadas a ser corrompidas sexualmente, con lo que el pastor “no hacía más que servirse de una mesa que ya estaba servida”, según publicó Mauro Szeta.
Un error increíble
Esta semana, cuando los jueces dijeron que el nene no había sido “tan” ultrajado por Tolosa porque ya había sido ultrajado antes por su propio padre, su familia quedó desconcertada. “Mi hermano y la madre del nene eran un desastre. Andaban en la droga, en el alcohol, robaban juntos y hasta le robaban a la familia”, cuenta Adriana, la tía del chico.
"Cuando el nene tenía dos meses lo pusieron en un moisés todo sucio y muerto de hambre y se lo dejaron a mi mamá. Ella no apareció nunca más y mi hermano enseguida cayó preso”, sigue. De los 55 años que tiene hoy ese hombre, 30 los pasó en prisión: la última vez por haber violado a su propia sobrina. “Nosotros mismos lo denunciamos por esa violación así que no tendríamos problema en denunciarlo si hubiera violado al nene. Pero no es cierto, estuvo casi siempre preso", dice. Lo que creen es que, como en el juicio la familia explicó que ellos cuidaban al chico porque el padre estaba preso por violación, el prejuicio judicial fue creer que también lo violaba a él, según publicó el diario Clarín.
Opinan los profesionales mendocinos
Teniendo en cuenta el fallo de los jueces en el caso suponiendo que el nene había sido violado por su papá y que presentaba signos de travestismo, el Post consultó a la reconocida psicopedagoga Nancy Caballero; al psicólogo coautor del libro mendocino “Sexualidades”, Marcelo Briccola; y al psiquiatra infantojuvenil Rubén Contreras, quienes se mostraron especialmente afectados por el caso y estuvieron de acuerdo en que la condición sexual del niño ni el hecho de haber sufrido violaciones anteriormente, pueden ser atenuantes de una condena o causal de beneficios a un violador.
La psicopedagoga Nancy Caballero hizo mención al caso “Tiraboschi” en el que el ex juez de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, adujo que “el sexo oral no constituía violación porque no era una forma de acceder carnalmente a la víctima. Al imponer la pena por abuso deshonesto, sostuvo que no correspondía aplicar la pena máxima porque, entre otras razones, la víctima, una niña de ocho años, había sido abusada con la luz apagada y, en palabras de la sentencia, ‘el único hecho imputable se consumó a oscuras, lo que reduce aún más el contenido traumático de la desfavorable vivencia de la menor’, según publica diario La Nación.
En relación a este caso, Caballero agregó que “no es atenuante cuando vulnerás la inocencia de un niño, que es irreparable, un abuso es lastimar la integridad del niño. No hay atenuante posible”. La especialista explicó que el niño experimenta un dolor físico y moral.
"Vulnerar a un ser vulnerado es un agravante"
También aseguró que el caso, lejos de contar con atenuantes, tiene agravantes como que el agresor “era un adulto referente para el niño que lo llevaba en su actividad física. Él confiaba en alguien que lo lastimó.” Y que “vulnerar a un ser vulnerado es un agravante”.
Con respecto a la identidad sexual de la víctima en cuestión, Caballero explicó que “no se puede decir que el niño tiene una identidad sexual, está formando identidad.” En efecto termina de formar su identidad en la adolescencia junto con otras características como la identidad profesional, completó.
Marcelo Briccola es psicólogo, magister en psicología social, educador y orientador en sexualidad, y coautor de la reciente publicación mendocina “Sexualidades” que cuenta con numerosos profesionales mendocinos dedicados a educar en cuestiones de sexualidad.
Briccola aportó que “los niños tienen sexualidad pero no pueden expresarlo con sus órganos genitales, no comprenden cabalmente lo que significa una relación genital adulta” por lo que un niño nunca buscaría y menos llevaría a cabo un acto sexual. Pero que “un adulto, que sí lo entiende, puede aprovechar que el niño no tiene una comprensión de su sexualidad” y causarle un daño psíquico irreparable. El hecho de que el profesor sea el autor del hecho lo “agrava porque es una relación de autoridad sobre el niño”.
El especialista en sexualidad asegura que “no existen pruebas definitivas para determinar la sexualidad de un ser humano, sólo hay variables ambientales o biológicas. Recién hacia los 5 u 8 años, o en la pubertad, puede haber indicios de la orientación sexual.”
Como consecuencias del abuso mencionó que sería importante indagar en qué medida ha afectado a su propio esquema de relaciones sociales ya que puede provocar que la víctima tenga problemas para tener relaciones con parejas estables, reproduzca el ataque a otra persona o manifieste trastornos ligados a la parafilia como la zoofilia, la hipofilia (que es la pérdida del interés sexual) o hiperfilia (que es el interés desmedido por lo relacionado al sexo).
También puede generar alteraciones del sueño como “terror nocturno”; angustia que deriva en desórdenes alimenticios o tendencias autodestructivas. En la escuela se puede detectar que el chico ha tenido algún problema ya que puede experimentar falta de concentración o dificultades en el aprendizaje.
Es muy normal que ante el miedo el niño sufra de enuresis (incontinencia urinaria) o encopresis (incontinencia fecal) secundaria, o sea, que el niño había aprendido a controlar sus esfínteres y vuelve a perder esa capacidad.
Con relación a las consecuencias, el psiquiatra infantojuvenil Rubén Contreras agregó que una víctima de abuso sexual de esa edad puede provocar el desarrollo de una personalidad limítrofe por lo que no puede llevar adelante una vida normal ya que puede experimentar crisis psicóticas o suicidios y precisan de un tratamiento intensivo hasta que pasen la adolescencia, “se derrumba el psiquismo”.
A diferencia de los otros dos profesionales —Caballero y Briccola—, Contreras opina que sí se puede llegar a determinar cuál es la tendencia que un nene puede tener respecto de las elecciones que hace y mencionó el caso de Lulú, la “nena trans” de 6 años que se autopercibe como mujer y que reclamaba un DNI con su identidad de género.
Contreras se sumó a sus colegas diciendo que el hecho de que “el chico sea homosexual no permite que pueda ser violado, así como que una mujer ejerza la prostitución no es un atenuante de que sufra una violación”.
El especialista terminó diciendo que “la situación es horrorosa, no debería tener ningún tipo de atenuante. El agresor tiene tendencia a repetirlo y debería ser tratado. Los jueces se olvidaron de que existe una Ley Nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes que plantea un agravante el hecho de que sea contra un menor. No puede responsabilizarse a un niño de 6 años.” Esa misma Ley es la que protege la identidad de los niños por lo que “meterse con ese tema (la homosexualidad infantil) para determinar un delito es aberrante".
(Las fotos de los niños son ilustrativas)



