Desde cadáveres humanos hasta restos de animales gigantes, Ben Giles es aquel al que la policía recurre para visitar escenas dantescas que nadie más tocaría. Su historia revela el lado más oscuro de un oficio poco conocido.
El hombre que hace 25 años limpia esos lugares donde nadie quiere entrar
Esto un trabajo no apto para temerosos ni timoratos. Tampoco para quienes se impresionan fácil. Ben Giles lleva más de 25 años perfeccionando una técnica que pocos quisieran conocer: la de eliminar cada rastro de sangre, fluidos, heces y restos humanos en escenas de crímenes, suicidios y muertes solitarias.
Historia personal
Hoy tiene 49 años y dirige una empresa multimillonaria en el Reino Unido, pero su historia empezó de la forma más insólita. Cuando era joven, Ben limpiaba vidrios en Cardigan, un pequeño pueblo del oeste de Gales. Un día cualquiera, uno de sus clientes le pidió un "trabajito extra": limpiar una casa abandonada hacía diez años.
Lo que encontró ahí cambiaría su vida. "La bañera estaba completamente al ras de la parte superior con heces, el inodoro estaba lleno de heces, la cocina estaba asquerosa, el suelo se movía con pulgas", recordó en una entrevista exclusiva a la cadena inglesa BBC News. No tenía más protección que una mascarilla de poliéster y un par de guantes. "El olor era tan fuerte que uno de los chicos vomitó dentro de su mascarilla. Tuvimos que quitársela, y claro, el vómito cayó al suelo. Así que tuvimos que limpiar eso también", bromeó.
Por ese trabajo cobró unos 2.664 dólares y nadie pidió explicaciones. Entonces se preguntó a sí mismo: "Pensamos: 'Si pudiéramos ganar tanto dinero con esto, ¿qué sería lo peor que podríamos limpiar?'. Al final, limpiaríamos cualquier cosa".
De vidrios y baldes al horror más real
Su primer trabajo "de verdad" en este nuevo rubro fue una limpieza en una casa de campo donde un hombre había muerto y no lo habían encontrado en dos meses. El cuerpo se había descompuesto tanto que los fluidos habían atravesado la alfombra, la madera y hasta el hormigón.
"Cuando abrimos la puerta, un enjambre de moscas azules salió volando. No sabíamos si portaban patógenos. Tuvimos que intentar extraer fluido corporal de ocho semanas del hormigón", relató.
En ese momento entendió que no había vuelta atrás. "Recuerdo que me puse Vicks debajo de la nariz, y un chico, desesperado por disimular el olor, se había puesto cáscaras de naranja en la mascarilla. Tosió y salieron disparadas. Fue patético y gracioso a la vez."
El precio del asco
A partir de entonces, la lista de encargos se multiplicó. Lo que empezó con dos o tres limpiezas al mes pasó a convertirse en un negocio de entre 50 y 100 trabajos por semana. Su empresa, una de las primeras en el Reino Unido en especializarse y obtener la acreditación inicial en limpieza de riesgos biológicos tras limpiar una salsa de tomate en un escritorio en el 2000, es ahora la que llama la policía cuando hay que "borrar" lo peor.
"Limpiamos de todo: desde escenas de crímenes violentos hasta casas tomadas por acumuladores. También el cadáver de una ballena de 20 toneladas. No rechazamos nada", dijo Ben con naturalidad.
Su empresa también entrena personal: más de 3.500 personas se formaron bajo sus métodos. Pero admite que el trabajo no es para cualquiera. "No todos aguantan. Es duro dejarlo en la oficina. Hay casos que te acompañan durante años."
¿A qué huele la muerte?
La pregunta que más le hacen es esa. Ben la respondió sin rodeos. "Depende de la grasa corporal. Si es una mujer mayor, de unos 27 kilos, puede que no huela a nada. Pero si es una persona de 100 kilos, el olor te golpea desde la puerta."
Criado en una granja galesa, Ben no era ajeno a la suciedad. "Crecí hundido en estiércol, ayudando a mi padre a parir ovejas y hasta corderos podridos. No me asusta lo orgánico. Cuando veo algo terrible, veo signos de dinero", admitió con un cierto pragmatismo brutal. Incluso reveló a la BBC que dejó el colegio a los 16 años y, como tampoco le interesaba la universidad y quería quedarse en el centro de Gales, empezó a limpiar ventanas.
El arte de limpiar lo imborrable
Aunque hoy utiliza productos específicos para riesgos biológicos, Giles sigue recurriendo a métodos básicos cuando se trata de manchas comunes. "Detergente en polvo o líquido y agua tibia. Aplicás con toques suaves y luego, con un vaso de cristal, frotás en círculos. El movimiento levanta la mancha y se adhiere al vidrio", explicó.
Sin embargo, no todo se puede limpiar igual. Reveló que "el olor, el impacto, la tristeza de lo que pasó, eso no se borra con detergente."
Uno de los casos que más lo marcaron fue el de una mujer golpeada por su esposo. "La dejó tres días en la casa hasta que un vecino la encontró. Aún respiraba, pero murió camino al hospital. La escena era espantosa. Para mí, fue trágico en muchos sentidos. Sentí mucha pena por esta mujer.", manifestó con crudeza. Y agregó que sigue sin comprender por que sucedió tal hecho aberrante: "Eran dos profesionales; todavía no sé qué llevó a alguien a reaccionar así y quitarle la vida a alguien".
Otro episodio difícil fue el de un bebé muriera atacado por un perro. "Mientras limpiábamos una habitación, escuchábamos los sollozos de al lado" Y añadió: "Ha habido momentos así en los que he tenido que ponerme la gorra de trabajo y hacerlo, sabiendo que es mi trabajo, simplemente tengo que hacer esto y poder irme."
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Un oficio que deja huellas
Ben aprendió a separar la mente del cuerpo, pero reconoce que hay días en los que no puede más y dijo cómo hace para tratar de desconectarse tras observar aquellas difíciles escenas. "A veces, camino por la playa, juego al golf o acaricio a mis vacas de las Highlands".
Solo al escribir su autobiografía, 'La vida de un limpiador de escenas del crimen', pudo enfrentarse a todo lo que había reprimido. "Fue como si todas las emociones afloraran. No lo llamaría terapia, ya que no puedo decir que me siento mejor, pero las dejé salir", admitió.
Hoy, Ben dice que debe su estabilidad a su familia. "Sabía que, pasara lo que pasara en el trabajo, al llegar a casa me encontraba en un refugio con gente a la que quiero y que me quiere".
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