Aislados y bajo llave: así es el increíble proceso para elegir nuevo Papa

El método para elegir Papa sigue siendo casi el mismo hace 800 años. Cientos de cardenales votarán al reemplazante de Francisco bajo estrictas normas que incluyen encierro total sin acceso a diarios, votaciones múltiples y una fumata. Todos los detalles.

Aislados y bajo llave: así es el increíble proceso para elegir nuevo Papa

Por: Mariano Rivas

El mundo observa, pero dentro del Vaticano todo se mantiene en silencio absoluto. Cada vez que se elige a un nuevo Papa, los cardenales votantes se encierran bajo llave en la Capilla Sixtina, incomunicados del exterior, sin celulares ni acceso a noticias. Así se inicia el tradicional cónclave, uno de los rituales más antiguos y secretos de la Iglesia Católica, que permanece casi intacto desde hace más de 800 años, y que se repetirá en las próximas horas tras la muerte del Papa Francisco.

A pesar de los cambios que introdujo Francisco durante su mandato, el proceso para elegir a su sucesor sigue con las mismas reglas que se aplicaron cuando él mismo fue elegido en 2013. Las normas están establecidas en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, escrita en 1996, y no se han modificado desde entonces.

Quiénes votan y cómo es el encierro

En esta ocasión, 139 cardenales menores de 80 años son los que podrán participar en la elección. Son convocados por el camarlengo, el miembro más veterano del colegio cardenalicio. Deben reunirse dentro de los 15 días posteriores a que quede vacante el trono de San Pedro, aunque ese plazo puede extenderse por cinco días más.

Hay 139 cardenales en condiciones de votar en esta ocasión.

Durante el cónclave, los cardenales se hospedan en la Casa Santa Marta, una especie de hotel dentro del Vaticano con habitaciones cómodas y baño privado. Antes, dormían en catres junto a la Capilla Sixtina. Pero lo más llamativo es que no tienen ningún tipo de contacto con el exterior: ni diarios, ni televisión, ni teléfonos. Quien filtre información puede ser excomulgado automáticamente.

El paso a paso de una elección única

En latín, cónclave significa "habitación cerrada con llave", y el proceso le hace honor a esa definición. Todo comienza con una misa especial por la elección del nuevo pontífice. Después, se escucha el famoso grito "Extra omnes!" (¡Todos fuera!), y en ese momento se cierran las puertas. Los cardenales quedan aislados hasta que elijan al nuevo líder de los más de 1.300 millones de católicos.

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Una vez adentro, se sortean los nombres de nueve cardenales que tendrán roles clave: tres actúan como fiscales, tres recogen los votos y tres los revisan. Las votaciones se realizan hasta cuatro veces por día, y cada una es secreta. El voto se deposita en el altar bajo la impactante pintura del Juicio Final de Miguel Ángel, con una fórmula que incluye esta promesa: "Pongo por testigo a Cristo el Señor...".

El elegido se viste de blanco en la "Sala de las Lágrimas" antes de salir al balcón.

Para que haya un nuevo Papa, uno de los candidatos debe obtener al menos dos tercios de los votos. Si se llega a la votación número 34 sin consenso, solo quedan en carrera los dos más votados.

Fumatas: la señal para el mundo

Después de cada ronda de votación, las papeletas se queman. Ese humo que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina es lo que observa todo el mundo desde la Plaza de San Pedro: si es negro, no hubo elección. Si es blanco, hay nuevo Papa.

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Antes, el color del humo se lograba con paja húmeda, pero como eso generaba confusión, ahora se usan químicos especiales que marcan mejor la diferencia entre fumata negra y blanca.

El momento clave

Cuando un cardenal alcanza los votos necesarios, se le pregunta si acepta ser el nuevo Papa. Si dice que sí, elige un nombre, pasa a la llamada "Sala de las Lágrimas" para vestirse con la túnica blanca -los sastres preparan tres talles distintos por anticipado- y luego es presentado desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.

Con la famosa frase "Habemus papam!", el cardenal decano anuncia que hay un nuevo pontífice. A partir de ese instante, comienza un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica.

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