Macri, y la ley del 38

A una semana de las elecciones, cuáles son las cuentas que sacan en el PRO para meterse al ballotage.

Macri, y la ley del 38

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

A Mauricio Macri se le notan en el ánimo tanto el trajín como la tensión de la campaña. Pero también la fe para entrar a la segunda vuelta. Por eso habla más de la elección de noviembre, que de la presidencial de la semana que viene. “El final va a ser para el infarto” suelta el jefe de Gobierno porteño y candidato a presidente de Cambiemos, puesto a explicar el escenario que ven en el PRO a un puñado de días de las elecciones. 

Juliana Awada revuelve en el bolso de campaña, saca una crema solar en base a zanahorias, y le unta el rostro a su marido-candidato. Julio Cobos le escucha en silencio y comenta algo con Susana Balbo, mientras mira por la ventanilla la “previa” de la caravana que ayer les acompañó desde la sede de Uno Medios, punto de concentración a la espera de una serie de reportajes luego de toda una mañana de “barrida” mediática, hasta la Palmira peronista, un poco asombrada ayer del revuelo por la visita más radical que PRO, y un tanto flaca de movilización y militancia

La dirigencia radical estuvo, pero no movieron el fuerte “aparato” radical.

Enrique Vaquié, candidato a diputado nacional.

Macri tiene en la cabeza un número mágico: 38 %. Cree que ese es el techo al que llegará Daniel Scioli en la primera vuelta electoral. Y se ve a sí mismo en alrededor del 31 %. Sus operadores dicen que si esas cifras se confirman, el candidato de Cambiemos que corre “desde atrás” a Scioli será Presidente de la Nación.

Macri, Cobos, Susana Balbo. Los principales candidatos.

En los últimos días todo es tensión y cuentas en la calculadora. Son apenas un puñado de horas y con la parte “oficial” de la veda vigente aunque a la presidenta Cristina Fernández no le importe y nadie en la Justicia haga absolutamente nada para que el gobierno cumpla las reglas. Macri está convencido que hay un 60 % de la población que no quiere más kirchnerismo. Y confía en ellos para llegar a la Casa Rosada y reemplazar a Cristina para cristalizar ese “cambio” en el que apoyó la campaña.

Las presunciones del macrismo –especialmente de Marcos Peña y Emilio Monzó, dos de las principales espadas de Mauricio Macri, aunque desde veredas divergentes- respecto del número mágico “38 a 31” se apoyan en algunos datos recogidos en encuestadoras, tanto propias como del kirchnerismo.

-Piensan que el techo de Scioli es 38 % en la primera vuelta y 42 % en la segunda. Y que tiene un piso del 37 %.

-Los votantes de Sergio Massa estaban dispuestos a votar a Macri en una proporción de 6 de cada 10 antes de las PASO de agosto. Ahora ese número habría crecido a 8 de cada 10.

-La provincia de Buenos Aires es una incógnita que se va a resolver el día de la elección. Los encuestadores del PRO tienen medido que María Eugenia Vidal estaría diez puntos por encima de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires, y que el propio Macri se colocaría en el mayor distrito electoral del país unos 12 puntos por debajo de Scioli. Nadie sabe cómo va a jugar esa combinación. Sólo que Scioli va a perder algunos puntos –respecto de las encuestas- arrastrado hacia abajo por Aníbal, y que Vidal puede impulsar a Macri hacia arriba. Cada dos puntos en la provincia de Buenos Aires, la elección nacional mueve su aguja un poco menos de un punto.

-Lo subjetivo: El kirchnerismo ha reactivado sus peores modos en los últimos días, complicando a Scioli: “La Cámpora, Cristina, Zannini, están activos… a full… las cadenas nacionales... mostrando lo que el 60 % rechaza… y Scioli ahí navega como puede. Va y viene con los empresarios, los fondos buitre, se bancó lo de Tucumán… pone la cara por todo… acepta las órdenes… y la designación de Silvia Batakis es para calmar la interna. Si mostraba a Miguel Bein o Mario Blejer como ministros de Economía, lo mataban” dicen en el PRO.

-Massa tuvo un repunte fuerte luego de las PASO, pero en el macrismo íntimo creen que se ha estancado.

-Córdoba y Mendoza tendrían un fuerte voto antikirchnerista que se reflejará con fuerza en la segunda vuelta.

A bordo de la “combi” que lo llevó a la caravana exprés –se atrasó tanto todo que los operadores de Macri se enojaron con el radicalismo y la visita rindió poco en la calle- Macri vuelve a expresar su presunción respecto de un cierre electoral de “bandera verde”, que podría tener en ascuas a los argentinos el domingo a la noche hasta el lunes por la mañana. Si la elección es apretada, además, puede que pasen muchas horas hasta saber si hay o no segunda vuelta.

La sociedad incómoda

Macri, los radicales y el PRO señalan las “costuras” gruesas que unen a Scioli y al kirchnerismo, parecidas a los trajes de teatro que se ven bien sólo si uno se acerca lo suficiente. Pero el Frente Cambiemos también los tiene. Ayer, la dirigencia radical fue prolija y acompañó. Pero faltó gente. Una caravana presidencial a seis días de las elecciones en la provincia opositora más importante del país para Cambiemos, al menos desde junio hasta hoy, debió ser multitudinaria. Pero a los costados de la ruta a Palmira no había ni un chico con un banderín. Es entendible apostar las últimas fichas a territorios complicados como Las Heras o San Martín. Pero había mejores caravanas para hacer.

Es cierto que la relación entre los dirigentes radicales y el macrismo ha mejorado. “Nos hemos relajado y estamos bien” se confiesa Macri en la combi gris que lo llevó hasta Carril Ponce y Bandera de Los Andes, en Rodeo del Medio, donde se treparon a la camioneta. Pero esa “onda” es difícil de bajar a la militancia. Ayer en Palmira alguien había colgado un cartel insidioso con letras rojas a metros de donde llegaría después la caravana:

El pasacalles insidioso.

“Los radicales no votamos a Macri” decía en ambas caras. Hubo nerviosos llamados telefónicos, algún apurón, alguien que se apresuró a decir al periodista “Este cartel lo colgó Fulanito, que es puntero de Jorge Giménez”, el intendente peronista local, pero la verdad es que nadie se animó a descolgar el pasacalles. Ahí se quedó hasta el final, cuando los jóvenes radicales de Godoy Cruz que habían llegado acompañando a Tadeo García Zalazar “invitaban” a Macri a bajar y mezclarse entre la gente, como ya había hecho el candidato en tramos anteriores de la caravana. “Borombombón… borombombón… vení bajate, no seas cagón…” cantaban a viva voz. A pocos metros, los comerciantes de la Palmira profunda y castigada que mantuvieron abiertos sus comercios después del mediodía, miraban extrañados.

Taeo, presencia radical de Godoy Cruz.

Fue raro ver ausentes de la caravana, por agenda, compromisos, el coloquio de Idea o lo que fuere, a Alfredo Cornejo y Ernesto Sanz. Fueron los constructores más importantes de Cambiemos del lado del radicalismo, y Sanz será ministro de Justicia si Macri es presidente. Ayer debieron estar -ambos- en la caravana. No vale aquello de “son los candidatos nacionales”. El votante radical reflejado en el pasacalles incómodo, necesita de los gestos.

Final

En la última caravana presidencial en Mendoza antes de las elecciones, Juliana le pidió a Macri tres veces que se quitase el saco para subir a la camioneta, prenda que cambió por un chalequito informal. Después, lo pasearon a ritmo exprés. Tanto, que en Palmira en sí estuvo apenas siete minutos. Luego lo subieron al avión y partió a Mar del Plata, mientras el resto de los candidatos nacionales de la UCR mendocina armaban alrededor de Cobos un buen rato de abrazos, saludos y selfies con la gente, todos relajados y contentos.

¿Será la elección del domingo, como dice Macri, para el infarto? Por las dudas, habría que pedirle a Claudio Burgos, nuestro cirujano más famoso, que se quede a mano y con el teléfono abierto.

Puede que le hagan muchas consultas el domingo 25 a la noche.