La primavera invita a comidas más livianas y momentos al aire libre. Te contamos cómo elegir los vinos más frescos para acompañar cada plato y sorprender en la mesa.
Vinos frescos y comidas ligeras: las combinaciones para días de sol
Con la llegada del calor, las comidas cambian y los vinos también. Los días más largos y templados invitan a reunirse al aire libre, con platos livianos y copas frescas. Es el momento ideal para animarse a nuevos maridajes: esas combinaciones que hacen que un vino y una comida se potencien entre sí.
Durante el invierno, los tintos con cuerpo y los guisos fueron protagonistas. Pero cuando el sol vuelve, el paladar pide vinos más frescos, suaves y aromáticos, perfectos para acompañar ceviches, ensaladas o carnes grilladas.
Un vino blanco joven o un rosado del año puede ser el compañero ideal para platos fríos o con notas cítricas. Los espumosos secos, por su parte, combinan muy bien con mariscos, pescados y picadas gourmet, aportando burbujas que limpian el paladar y realzan los sabores.
Si el menú incluye carnes rojas a la parrilla, la clave está en los tintos livianos y vibrantes, servidos a una temperatura apenas fresca. En cambio, para cortes más grasos o sabores intensos, un tinto con cuerpo y buena crianza será el cierre perfecto de la comida.
Los rosados y blancos ganan protagonismo con el calor.
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También vale la pena pensar en la variedad de vinos durante un mismo encuentro: un rosado para el inicio, un blanco con cuerpo para las achuras o las aves, y un tinto elegante para el final. Así, cada plato tiene su copa ideal.
Y para quienes buscan algo distinto, los vinos naranjos -cada vez más populares en Argentina- son una gran opción para acompañar platos de cocina fusión o recetas con toques asiáticos.
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Al final, la mejor regla es simple: elegir vinos que acompañen la frescura, liviandad y alegría de la primavera. Porque más allá de los tecnicismos, un buen maridaje se resume en eso: disfrutar.
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