Agradable para ser compartido con amigos y acompañado de quesos y carnes blancas, este vino puede sorprender tu paladar.
La bebida que se impone por su frescura y sabor frutado
No es champagne, si es vino frizzante. Esta bebida tradicionalmente mendocina está en auge por su frescura y ligereza, convirtiéndose en popular entre los amantes del vino.
Como todo lo bueno es tano, esta bebida de origen italiano también es denominada vino de aguja por la presencia de gas carbónico, y su primera diferencia con el espumante, no pasa por el proceso de doble fermentación, sino por su conservación que parte del gas natural carbónico. Hay frizzantes elaborados con variedades de verdejo, moscatel, albariño, bobal y tempranillo.
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Suelen ser vinos blancos o rosados, muy suaves con menor graduación alcohólica (pero así pegan), aunque en el último tiempo han surgido variedades tintas. Opción ideal para cerrar esta temporada veraniéga.
Para la elaboración de un buen frizzante, el proceso de fermentación debe ser en frío, lo que garantiza una burbuja fina, complementado al consumo del vino en frío.
Es objetivo del sector comercial cautivar los paladares jóvenes que no acostumbran al consumo de estas bebidas y los frizzantes terminan siendo buena opción. Han ido ganando terreno al tratarse de una bebida en su acidez moderada y por lo tanto se adapta a todo tipo de público.



