Un consejo de jardinería asegura que una planta común puede proteger a los rosales, mejorar el suelo y potenciar su aroma.
El truco más simple para que las rosas huelan más y estén libres de plagas
Plantar ajo junto a los rosales puede ser la clave para que estas flores crezcan más sanas, resistentes y con un aroma más intenso. Sus compuestos azufrados funcionan como un repelente natural contra hongos, pulgones y otros insectos, al mismo tiempo que equilibran la vida microbiana del suelo y mejoran la absorción de nutrientes.
El ajo no compite con las rosas por recursos y, además, descompacta la tierra con sus raíces, favoreciendo el drenaje del agua y reduciendo el riesgo de enfermedades como el mildiu, la roya o el oídio.
Según los especialistas, la mejor técnica es plantar los dientes de ajo a unos 10-15 cm del rosal para potenciar estos beneficios.
Como resultado, los rosales florecen con mayor vigor, producen más aceites esenciales y realzan su fragancia natural. Este método no solo protege, sino que embellece el jardín.
El consejo también se puede aplicar en otros cultivos como tomates, zanahorias y fresas, mejorando la calidad de los frutos y reduciendo la presencia de plagas.
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