Crujientes, sabrosas y con el toque justo de picante, las empanadas mendocinas son un emblema de la gastronomía nacional. Cómo prepararlas en casa y los trucos para que salgan perfectas.
Cuál es la verdadera receta para hacer empanadas mendocinas
Hablar de Mendoza es hablar de vino, montaña y, por supuesto, empanadas. Este clásico de la cocina cuyana se distingue por su masa hojaldrada, su relleno jugoso y ese inconfundible sabor ahumado que, según los expertos, solo se consigue con una buena cocción al horno de barro.
Aunque también se pueden preparar en hornos convencionales, lo recomendable para que sea 100% mendocina es hacerla al estilo tradicional, donde el fuego y la leña aportan ese toque artesanal que conquista a todos.
La base de toda buena empanada mendocina está en su masa, hecha con harina, manteca y grasa vacuna. Este mix le otorga una textura crocante por fuera y suave por dentro. Algunos cocineros suelen sumar un poco de maicena para darle un efecto más hojaldrado y pintarlas con huevo batido antes de hornearlas para lograr ese brillo dorado tan tentador.
El relleno es otro de los secretos. Se elabora con carne vacuna de buena calidad, cortada a cuchillo -idealmente lomo, vacío o nalga- y una proporción generosa de cebolla dorada en grasa de pella. A la mezcla se le agregan cebolla de verdeo, huevo duro, aceitunas y condimentos como pimentón, ají, orégano y pimienta, que realzan el sabor característico de la receta. Todo se deja enfriar antes de armar las empanadas, para que la masa mantenga su forma y no se humedezca.
El repulgue cumple una función práctica: sellar bien las empanadas para que el relleno no se escape durante la cocción. Además, en muchas casas se usa un tipo de repulgue diferente para cada variedad, una costumbre que facilita distinguirlas sin abrirlas.
Finalmente, llega el momento más esperado: la cocción. Ya sea al horno de barro, en un horno común o fritas en grasa o aceite, las empanadas mendocinas siempre se sirven bien calientes, acompañadas de un buen vino de la región. El resultado: una combinación perfecta de sabor, tradición y simpleza que resume la esencia de la mesa mendocina.
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