Durante décadas hubo discusiones familiares sobre el papel higiénico. Sin embargo, el inventor original ya había aclarado cómo usarlo.
No se diga más: solo hay una forma correcta de colgar el papel higiénico
El debate sobre la forma correcta de colgar el papel higiénico lleva más de un siglo dividiendo a familias y generando discusiones interminables. Algunos defienden que el rollo debe ir por encima, otros prefieren que vaya por debajo. Lo cierto es que la respuesta ya estaba escrita hace más de 130 años.
En 1891, Seth Wheeler, inventor del papel higiénico perforado, registró una patente que incluyó un diagrama muy claro: el papel debía desenrollarse por el frente del rollo, es decir, hacia arriba y por encima. Su objetivo era evitar desperdicios, facilitar el corte de las hojas y simplificar el uso en cualquier soporte.
La patente fue recuperada en 2015 por el escritor Owen Williams, quien halló el documento en los archivos de Google Patents. Allí se observa el diseño original de Wheeler, en el que se elimina cualquier duda sobre la orientación correcta.
Un debate eterno que en realidad fue resuelto hace más de 130 años.
La ciencia también respalda esta postura. El doctor Christian Moro, profesor de ciencias de la salud en la Universidad Bond, explicó que colocar el papel con la hoja hacia el frente ayuda a reducir el riesgo de contacto con la pared, una superficie donde suelen alojarse bacterias como la E. coli, el estreptococo o el estafilococo.
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De esta manera, historia e investigación coinciden en lo mismo: la manera más higiénica y práctica de colgar el papel higiénico es por encima del rollo. Un detalle que, aunque parece mínimo, puede marcar la diferencia en los hábitos diarios.
Además, la orientación "por encima" también tiene ventajas prácticas dentro del hogar. Facilita encontrar el extremo del papel, evita que los rollos se desenrollen accidentalmente y permite un uso más ordenado, especialmente en baños compartidos o con niños y mascotas.
La patente de 1891 mostró la forma correcta de colgar el papel higiénico.
Por último, aunque el diseño original fue pensado hace más de un siglo, su lógica sigue vigente. La combinación de eficiencia, higiene y facilidad de uso demuestra que, en algunos casos, las mejores soluciones no cambian con el tiempo, y que incluso un objeto tan cotidiano como el papel higiénico puede enseñar lecciones de diseño inteligentes y prácticas.
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