Sasetru: del esplendor industrial al laberinto judicial que aún no termina

Llegó a ser la mayor productora de alimentos del país, con diez plantas y más de 10.000 empleados. Cuatro décadas después de su quiebra, los herederos reclaman que la Justicia reactive causas frenadas por falta de jueces.

Sasetru: del esplendor industrial al laberinto judicial que aún no termina

Editó: María Belén Godoy

La historia de Sasetru condensa buena parte del auge y la caída del modelo industrial argentino. Fundada en 1949 por Jorge Salimei, Ángel Seitún y Fermín Trucco Aguinaga, la empresa -cuyo nombre era un acrónimo de sus apellidos- se transformó en los años setenta en un emblema del crecimiento productivo nacional.

Con una estructura que integraba molinos, plantas aceiteras y fábricas de alimentos, llegó a emplear a más de 10.000 personas y a exportar el 30 % de las oleaginosas y el 20 % de los cereales del país. Pero en 1981, una decisión del Banco Central marcó el inicio de su derrumbe: la firma fue declarada en quiebra y su extensa red industrial comenzó a desmantelarse.

Uno de los herederos, Jorge Salimei, mantiene vivo el reclamo judicial. En diálogo con La Nación, señaló que desde hace cinco años permanecen paralizados dos incidentes en la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, debido a la falta de jueces titulares.

De los tres magistrados que integran la Sala D, dos se jubilaron. El único titular es Pablo Heredia, acompañado por los subrogantes Ernesto Lucchelli y Eduardo Machín. La situación refleja un problema estructural: un tercio de los juzgados nacionales tiene vacantes, y la demora en cubrirlas frena resoluciones en causas que llevan décadas.

El proceso de quiebra de Sasetru fue tan largo como su historia industrial. Se remataron activos, se pagaron 1.200 créditos laborales, se abonaron honorarios millonarios y la causa sobrevivió incluso a la hiperinflación del gobierno de Alfonsín. En 1994, tras el incumplimiento de un concordato, el expediente volvió a foja cero.

Hoy subsisten dos disputas. Una gira en torno a una deuda de 2,5 millones de dólares con el Banco Ciudad, reclamada por el síndico y avalada por la jueza Marta Cirulli en 2012, pero sin sentencia firme desde febrero de 2023. La otra, por unos 400 mil dólares, enfrenta a las empresas Molisur SA y Molimber, esta última ya disuelta. Ambas derivaron además en una denuncia penal.

Salimei sostiene que la última dictadura militar buscó asfixiar financieramente a la compañía para quedarse con sus activos, que terminaron en manos del Bank of America "sin que Sasetru cobrara un solo peso". En 2013, el empresario pidió que la quiebra se investigue como un delito de lesa humanidad.

El origen del colapso remite al "Rodrigazo" de 1975, cuando su padre -uno de los socios fundadores- murió en plena crisis económica y el hijo tomó el control. Desde entonces, la empresa nunca se recuperó.

A más de cuarenta años, el expediente de Sasetru sigue abierto, símbolo de un país que alguna vez apostó a la industria y terminó atrapado en una maraña judicial.

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