Aunque se anunciaba su retiro, el motor de combustión sigue vivo. La electrificación avanza, pero con matices: cambios regulatorios, inversión desigual y una transición más lenta de lo previsto.
El motor a combustión resiste: la industria automotriz ajusta su rumbo
En 2025, el motor a combustión interna sigue dando pelea. Pese al avance global de la movilidad eléctrica, el retiro total de los vehículos con motor térmico está lejos de concretarse. Las previsiones que lo veían como una tecnología obsoleta para esta década se enfrentan ahora a una realidad más compleja y matizada.
Diversos factores explican este freno relativo. Según publicó la revista "Muy Interesante", los costos de los autos eléctricos todavía son elevados para una porción significativa del mercado mundial, especialmente en países en desarrollo. Por otro lado, la infraestructura de carga no se desarrolla al mismo ritmo en todas las regiones, lo que limita la adopción masiva.
Además, los cambios regulatorios en Europa y Estados Unidos han flexibilizado plazos y metas ambientales, reconociendo que la transición necesita más tiempo y apoyo financiero. Algunas marcas que habían apostado todo a la electrificación ahora recalculan: reactivan desarrollos híbridos, mantienen líneas de producción a combustión o diversifican estrategias según el mercado.
El contexto geopolítico y económico también influye. La guerra en Ucrania, la tensión entre potencias y la inflación global alteraron cadenas de suministro y precios de materias primas esenciales para baterías, como el litio y el cobalto.
Mientras tanto, el motor a combustión gana un inesperado margen de supervivencia. No se trata de una vuelta atrás, sino de una transición más larga, escalonada y con caminos múltiples. La electrificación avanza, pero ya no como una única vía sino como parte de un ecosistema mixto, donde conviven lo térmico, lo híbrido y lo eléctrico.
En definitiva, 2025 no es el fin de una era, sino un punto de inflexión. La revolución del transporte sigue en marcha, pero el motor a combustión, lejos de desaparecer, aún tiene kilómetros por recorrer.
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