En diálogo con Vientos de campo por Radio Post, el productor Marcos Grabiec explicó por qué la oferta de hacienda se achica, cómo impacta la presión de la exportación y qué puede implicar la llegada de carne importada desde Brasil.
Carne argentina en tensión: exportaciones, escasez y precios
En conversación con el programa Vientos de campo por Radio Post (FM 92.1 en el Gran Mendoza y San Martín, 96.9 en Luján de Cuyo y 96.7 en La Paz) Marcos Grabiec, gerente de Ganadera Roberto Graziotin, dejó en claro que el sector atraviesa un momento sensible. La demanda externa por carne argentina creció y los frigoríficos, atraídos por valores internacionales más altos, salen a comprar todo lo disponible. Esto deja menos animales para el consumo interno y empuja una suba de precios que todavía no encuentra techo.
Grabiec señaló que la industria exportadora opera con márgenes que les permiten pagar mejor que el comercio local, un escenario que condiciona a productores y carnicerías. Carne argentina se volvió una palabra clave del momento.
Exportación en alza y presión sobre la hacienda
Grabiec explicó que la situación no responde a un fenómeno aislado: hay poca oferta y mucha demanda. Los frigoríficos buscan animales de todos los tamaños y calidades, y eso obliga a elevar el precio del novillo en el campo.
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Según el productor, el faltante también se vincula a la salida de vacas hacia China, especialmente el ganado holando, utilizado como alternativa industrial. El resultado es un mercado interno más estrecho y consumidores que enfrentan salarios ajustados, tarifas en alza y ahora también un incremento sostenido en los cortes básicos. El tema de la importación, anticipó, podría aliviar parcialmente la presión sobre el bolsillo. Importación de carne aparece así como otro punto central en la discusión.
En la entrevista, Grabiec advirtió que los cortes importados desde Brasil llegarían con un precio alrededor de un 20% menor, pero con una calidad inferior a la producción local. Se trata de animales más grandes, con carne más dura y pensada para otros tipos de procesamiento. Para el productor, podría ser una alternativa momentánea en caso de que la brecha de precios siga ampliándose. Aun así, el debate no se reduce a la textura de los cortes: detrás del movimiento comercial hay un interrogante mayor sobre la capacidad argentina para sostener su abastecimiento. El propio aumento del valor del asado -que ronda los 18 mil pesos- muestra que la tensión entre oferta y demanda persiste.
Cuando se plantea la posibilidad de producir más, Grabiec señala el principal obstáculo: el ciclo ganadero requiere entre tres y cuatro años para llevar un novillo a 400 kilos. Sin financiamiento ni tasas accesibles, explica, los feedlots trabajan con dificultades y las pymes no pueden sostener un incremento rápido de la producción. A esto se suma el encarecimiento del maíz y la soja, que hace menos rentable engordar animales. El productor remarcó que en ocasiones se compraban terneros a valores más altos que el precio de venta posterior en el mercado interno, un desfasaje que desalienta cualquier expansión. La falta de previsibilidad hace que la inversión de largo plazo quede relegada.
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Para que Argentina pueda atender tanto al mercado externo como al interno, advirtió el productor, sería necesario un esquema financiero que acompañe y una estrategia de cinco años que garantice previsibilidad. Sin ese marco, la oferta seguirá corriendo detrás de la demanda y los precios seguirán marcando el ritmo.
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