La fiebre por activos argentinos volvió a instalarse con fuerza en los portafolios internacionales. Desde las elecciones legislativas, la incorporación de instrumentos locales se disparó y empieza a mostrar un impacto concreto en el financiamiento externo del país. El caso más reciente fue la nueva serie del Bono Tango emitida por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: ingresaron órdenes por USD 1.700 millones para comprarlo, pero solo se adjudicaron USD 600 millones. Una sobresuscripción que ya no sorprende y que se repite en prácticamente todas las colocaciones realizadas tras los comicios de medio término.
La victoria electoral del oficialismo actuó como catalizador: alivió al mercado, redujo la percepción de riesgo político y dejó a los inversores en modo "comprar Argentina". La reacción inmediata fue un salto en acciones y bonos, pero ahora el fenómeno se refleja en algo más profundo: la capacidad de empresas y gobiernos subnacionales para conseguir financiamiento externo a tasas más bajas y plazos más largos. En las últimas semanas, compañías como Pampa Energía lograron colocar deuda a tasas cercanas al 8% anual y a 12 años, condiciones inusuales para emisores argentinos en los últimos tiempos.
Buenos Aires emitió deuda en el mercado internacional a una de las mejores tasas de su historia.Buscábamos 600 millones de dólares y recibimos ofertas por casi el triple, con un 82% de inversores internacionales.Es una gran noticia para la Ciudad y para nuestro país; es... https://t.co/KTn9ISdTIT
Entre emisiones corporativas y las realizadas por la Ciudad, ya se captaron más de USD 3.500 millones en menos de un mes. Y las proyecciones indican que ese monto superará los USD 5.000 millones en cuestión de semanas, a medida que más compañías y varias provincias salgan a buscar fondos en el exterior.
¿Por qué este giro abrupto? La explicación inmediata es política. Con un Gobierno fortalecido en el Congreso y un kirchnerismo debilitado, el riesgo institucional se redujo de forma perceptible. Pero no es el único factor.
En un contexto en el que la Reserva Federal sigue bajando tasas de corto plazo, obtener rendimientos cercanos al 8% anual en dólares sigue siendo un imán para los grandes fondos. La ecuación riesgo-retorno de los emisores argentinos, aún con sus fragilidades, resulta difícil de igualar en los mercados globales.
Además, existe lo que los especialistas llaman un problema de "posición técnica": la porción de activos argentinos en las carteras internacionales era extremadamente baja. Tras las elecciones, ese vacío se convirtió en oportunidad y aún hay amplio margen para seguir sumando tanto bonos como acciones.
La magnitud de la demanda insatisfecha ayuda a explicar el optimismo oficial respecto a un eventual regreso pleno a los mercados. Hoy todavía persiste una brecha importante entre los rendimientos de los bonos corporativos y los títulos soberanos, pero esa diferencia empezó a achicarse. Las últimas emisiones privadas y de la Ciudad se ubicaron en niveles equivalentes a un riesgo país levemente inferior a 400 puntos básicos, mientras que el índice soberano continúa por encima de las 600 unidades. Si esa brecha se siguiera cerrando, impulsaría una mejora adicional en los precios de los bonos largos, especialmente los que vencen a partir de 2035.
Javier Milei lo dijo sin rodeos: en el corto plazo, la prioridad no es acumular reservas comprando dólares, sino recuperar el acceso al crédito para atender los compromisos que vienen. Y el calendario no da respiro. Antes de fin de mes, vencen USD 1.000 millones con el FMI; en enero, otros USD 4.300 millones con bonistas privados. Falta definir cómo se afrontarán: si con reservas del Banco Central, un préstamo sindicado, nuevas colocaciones o el programa de recompra de deuda anunciado por el ministro Luis "Toto" Caputo.
Mientras tanto, el mercado tomó la delantera. Y, por primera vez en años, parece decidido a volver a apostar fuerte por Argentina.
El Observatorio de la Deuda Social informó la baja de la pobreza pero volvió a desmarcarse del organismo, señalando diferencias metodológicas en sus mediciones.
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