La Ferrari de Reutemann quedó "varada" por los impuestos argentinos

Un grupo de coleccionistas logró convencer a Bernie Ecclestone para traer al país la legendaria Ferrari 312 T2. Pero la operación se cayó por una carga fiscal que duplicaba el valor del auto.

La Ferrari de Reutemann quedó "varada" por los impuestos argentinos

Editó: Santiago Montiveros

La Ferrari 312 T2 que Carlos Reutemann manejó en su histórica victoria en el Gran Premio de Brasil de 1977 estuvo a un paso de regresar a Argentina. 

El sueño era ambicioso, patriótico y compartido por un pequeño grupo de coleccionistas locales que había conseguido algo que parecía imposible: Bernie Ecclestone, el expoderoso jefe de la Fórmula 1 y dueño del auto, había accedido a venderla.

Pero el entusiasmo se evaporó cuando apareció un actor inesperado: el fisco argentino.

Todo comenzó a fines de 2024, cuando Tom Hartley Jr., especialista en autos clásicos, anunció que Ecclestone vendería su colección completa de 69 monoplazas históricos. Entre ellos, se encontraba la Ferrari que condujeron Niki Lauda y Reutemann, una verdadera joya del automovilismo mundial.

Aunque el lote terminó en manos del multimillonario austríaco Mark Mateschitz, heredero de Red Bull, una historia poco conocida salió a la luz meses después: coleccionistas argentinos intentaron comprar específicamente la Ferrari del "Lole" para traerla al país. La operación había llegado a buen puerto con el propio Ecclestone, quien puso como única condición que el auto se exhibiera públicamente en honor a su piloto favorito.

El precio, de entre cuatro y cinco millones de dólares, no era un obstáculo insalvable para los entusiastas. El problema fue otro: la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), siguiendo lineamientos del Ministerio de Economía de Luis Caputo, aplicó una carga impositiva del 130% como si se tratara de un vehículo de lujo para uso personal.

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"Nos cobraban como si fuéramos a pasear en la Ferrari, no como un homenaje a Reutemann", explicó uno de los coleccionistas a Motor1, medio que reveló los detalles de la negociación. Hasta fines de 2024, los autos deportivos con valor histórico no tributaban impuestos internos. Pero la normativa cambió, y la importación fue tratada como si se intentara ingresar un superdeportivo nuevo.

El salto de los costos fue letal: de una estimación inicial de 6 ó 7 millones de dólares, la cifra final rozaba los 12 millones, haciendo inviable el proyecto colectivo. El grupo -apodado informalmente como el "pool de coleccionistas"- se disolvió y pidió disculpas a Ecclestone. La Ferrari del "Lole", en consecuencia, no volverá a la Argentina.

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El lote entero de 69 autos fue finalmente vendido a Mateschitz por una cifra cercana a los 300 millones de dólares, lo que confirmó el peso histórico y económico de cada unidad. Pero para muchos fanáticos argentinos, quedó el sabor amargo de una oportunidad perdida por una burocracia que no distingue entre patrimonio deportivo y artículo de lujo.

Una pieza clave de nuestra historia automovilística seguirá expuesta en vitrinas extranjeras, mientras el Estado argentino prioriza recaudar, incluso a costa de la memoria del Lole.

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