Destrozos en el colegio San Buenaventura: la culpa es toda nuestra

Destrozos en el colegio San Buenaventura: la culpa es toda nuestra

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

¿Cómo explicarlo para que se entienda claramente? A ver… un grupo de pibes graba un video en una escuela destrozando todo lo que encuentra por doquier.

Acto seguido, los mismos adolescentes suben el video a Internet, de manera abierta, para que cualquiera puede verlo y, eventualmente, publicarlo.

Un diario, en este caso Mendoza Post, decide dar a conocer las imágenes con el cuidado de borronear las caras de los jóvenes, cuyas edades promedio es de 17 años.

Frente a esa realidad, ¿qué hacen los pibes? Lejos de pedir disculpas por los daños que han ocasionado —que, dicho sea de paso, están previstos en el artículo 183 del Código Penal— inician una campaña en las redes sociales contra los periodistas del medio que reprodujo su vandalismo.

O sea, chicos que son punibles, que deberían estar dando explicaciones ante la ley culpan al “mensajero”. ¿El problema es este diario o los destrozos que ellos hicieron?

Algo está mal, ciertamente. Por empezar, ¿dónde están los padres de estos pibes? ¿Por qué no están dando las explicaciones del caso o, peor aún, pidiéndoselas a sus propios hijos?Lo mismo cabe a los directivos del colegio San Buenaventura, que decidieron encubrir el delictivo accionar de los alumnos. ¿Creen que les hacen un favor realmente?

Una necesaria digresión: en estas horas, dos de los vándalos decidieron amenazarme de muerte en las redes sociales. Y por ello deberán dar cuentas a la justicia.

Un grupo de inadaptados dejó mal parados a sus propios compañeros

Toda la situación —destrozos incluidos—, lejos de ser graciosa denota una tremenda tristeza, porque es la postal de cómo están hoy una gran parte de los adolescentes, sacados e inmanejables. No se trata de todos, por suerte, pero sí una gran mayoría que no ostenta respeto por nada ni por nadie. ¿Quién es responsable de esta situación? La respuesta es obvia.

Insisto, se trata de un delito penal, ningún chiste como quieren hacer creer los propios pibes. Es grave, gravísimo.

Finalmente, persisto en mencionar que no es culpa de este medio si se conocieron las imágenes, sino de la propia estupidez de los que provocaron desmanes. Si no querían que se conocieran sus destrozos, ¿por qué lo subieron a internet?

Lo que hicieron, no solo habla muy mal de ellos y de su falta de apego por las normas, sino que deja “enchastrados” a sus propios compañeros, que no tuvieron nada que ver con lo ocurrido. Y ensucian la reputación del colegio San Buenaventura.

Tal vez les vendría bien recordar la frase que suelen atribuirle a Albert Eisntein: “La inteligencia es limitada… pero la idiotez no tiene límites”.