Planes sociales a extranjeros: una extravagancia argentina

Instamos a que el Estado Nacional regularice esta situación, comenzando por darle de baja en forma inmediata a todos los planes sociales otorgados a extranjeros.

Planes sociales a extranjeros: una extravagancia argentina

Por:Gustavo Cairo

La Constitución Argentina en su preámbulo establece que los grandes objetivos de la Carta Magna son: "para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino".

Esta declaración iba en consonancia con el principal objetivo que en ese momento tenía el país bajo la inspiración de Juan Bautista Alberdi: el de poblar un territorio nacional que se encontraba relativamente vacío, con poco más de 1 millón de habitantes. "Gobernar es poblar" era la consigna principal del genial tucumano, padre de la Constitución.

Era claro, Argentina necesitaba brazos para trabajar la tierra y desarrollar sus industrias. Faltaba experiencia en esas tareas. Nuestros gauchos, muy hábiles para las labores de ganadería, no tenían incorporados los rudimentos de la agricultura y la consideraban una actividad poco dignificante. De hecho, en la época del dictado de la Constitución Nacional, la Argentina, lejos de ser "el granero del mundo", tenía que importar trigo. La política de atracción de inmigrantes acostumbrados al trabajo agrícola, la creación de colonias desde el Estado y una inteligente política de comercio exterior sostenida en el tiempo, hicieron el "milagro". Pocas décadas después, Argentina era el principal exportador de alimentos del mundo. Se crearon colonias de galeses en Chubut, de italianos en Santa Fé, de alemanes en la pampa bonaerense, Misiones y Chaco, de judíos en Entre Ríos, de españoles, italianos y franceses en Mendoza etc., de árabes en las provincias del noroeste. La política inmigratoria era clara, apuntaba a desarrollar el país, fomentando la agricultura y las industrias, no a armar un ejército de pobres sin trabajo en los conurbanos de las ciudades.

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Por ello, la búsqueda de inmigrantes propiciada por Alberdi apuntaba a gente con experiencia de trabajo y con ganas de progresar. Así lo dice claramente el artículo 25 de la Constitución Nacional: "El gobierno nacional fomentará la inmigración...de extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes".

Esta norma habla de "inmigración europea", no por razones étnicas, sino porque los trabajadores de esos países tenían la experiencia necesaria para desarrollar la agricultura y la industria. Argentina dio una dura y exitosa lucha con Estados Unidos y otros países para atraer esos inmigrantes.

Juan Bautista Alberdi.

Es por ello que bien interpretada, la Constitución no da carta libre para que venga al país cualquier persona a hacer cualquier cosa, como cortar calles "exigiendo" que el Estado los mantenga. Había detrás, una política clara de desarrollo económico que la fundamentaba.

En las últimas décadas, gobiernos poco interesados en la grandeza del país y enamorados de sus relatos de "patria grande" o guiados por mezquinos intereses electoralistas de corto plazo, han fomentado o permitido la inmigración indiscriminada de personas que se quedan en los grandes conurbanos, fundamentalmente en Gran Buenos Aires. Esto ha provocado una explosión de la pobreza en el país.

En recurrentes reportajes a personas que cortan cotidianamente las calles en Buenos Aires, transmitidos en diversos canales de televisión a lo largo de estos años, se ha visto claramente que la mayoría de los que marchan movilizados por organizaciones sociales son extranjeros. Casi todos ya cobran planes sociales del Estado bobo argentino, pero reclaman más, inclusive el pago de un "aguinaldo" por no hacer nada.

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Es inaceptable esta situación. No podemos seguir fomentando el ingreso de extranjeros para que vivan de los subsidios estatales, porque mientras más ayuda se les da, más extranjeros que viven en la pobreza en sus países ingresan sin control para acogerse a beneficios que en su país no obtendrían y así el problema se incrementa año a año.

A nadie debería sorprender los niveles de pobreza en los que ha caído un país que fue rico como Argentina. Sólo hay que comprender lo ridículo de su política social, que estimula la pobreza. Es cierto, a algunos les conviene promover la miseria, porque sacan provechos económicos y políticos de ella. En la provincia de Buenos Aires, los extranjeros votan hasta gobernador. Muchos otros, que obtienen fácilmente la nacionalidad argentina para obtener beneficios sociales, pero que viven en países vecinos, cruzan el día de las elecciones para votar o para cobrar los subsidios y vuelven a sus países. Es un verdadero descontrol.

En Argentina hay 182 programas sociales vigentes. El 46% corresponde al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que coordina 84 planes sociales. El Ministerio de Salud, es el que tiene el 14% de los planes sociales, uno de ellos es el Programa Nacional de Salud Familiar y Comunitaria. El Ministerio de Trabajo, se lleva el 9% de la totalidad de los planes, en donde la mayor partida corresponde al Programa Potenciar Trabajo que tiene más de un 1 millón de beneficiarios.

En total, la Argentina paga 19 millones de planes sociales. Es evidente que esto en insustentable. El estado no promueve que la gente salga de esta situación, si no por el contrario, estimula a que permanezca en ella. La mayoría de los beneficiarios no quieren tomar empleos formales para no perder estos planes. Es un círculo vicioso. En países más organizados, se da un subsidio de desempleo por unos meses y si no se consigue un trabajo se pierde. Aquí, los planes son controlados por organizaciones piqueteras, que buscan perpetuarlos, porque precisamente eso es lo que les da poder.

Por lo expuesto, instamos a que el Estado Nacional regularice esta situación, comenzando por darle de baja en forma inmediata a todos los planes sociales otorgados a extranjeros. Los foráneos que vivan en el país tienen que trabajar. De lo contrario, tendrían que volver a sus paises de origen. Sobre todo porque no existe reciprocidad. A los argentinos en esos países, no sólo no les dan planes sociales (esa es una ridiculez que sólo se nos ocurre en Argentina), sino que tampoco reciben servicios de salud gratuita cuando tienen una emergencia.

Conozco una persona de bien y trabajadora, que en Florida, Estados Unidos fue detenido por la policía y deportado a Mendoza por poner su moto en una rueda, una mera infracción de tránsito.

Aquí, toleramos que todos los días que cientos de extranjeros corten calles, extorsionen al gobierno sin ninguna consecuencia.

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Peor aún, el gobierno de Alberto Fernández anuló un decreto del presidente Macri que posibilitaba la expulsión de aquéllos extranjeros que cometían delitos en el país luego de cumplida su condena o con un proceso sumario, si se trataba de delitos excarcelables.

Proponemos estas medidas, no por ser egoístas o xenófobos. Demasiado generoso ha sido el país siempre con todos los hombres del mundo. Lo hacemos porque sabemos que la consecuencia lógica de generar gastos insostenibles, se paga con inflación y pobreza creciente. Peor aún, se paga con emigración masiva de nuestros jóvenes, hartos de la falta de horizonte y esperanza. El cambio es urgente. 

*Gustavo Cairo. Diputado provincial. Abogado y Magister en Seguridad Social.