El peligroso "aguantadero" de la Cuarta Sección

Vecinos de la Cuarta Sección Este denuncian que una pensión oficia de albergue de malvivientes. Inseguridad creciente y preocupación ídem.

El peligroso "aguantadero" de la Cuarta Sección

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

La zona Este de la Cuarta Sección es un descontrol. No se trata de una valoración periodística, sino de lo que denuncian los vecinos de esa zona “caliente” de la Ciudad de Mendoza.

Es uno de los puntos donde la estadística criminal se destaca negativamente e incluso pareciera ir en tendencia creciente.

Robos, entraderas, salideras, venta de drogas, motochorros y otros tantos hechos de inseguridad se dan cita a diario en ese terruño, siempre ajeno a la coyuntura local.

La tranquilidad de esas calles es engañosa, pura apariencia. Detrás se esconde el peligro, que se refleja en los hechos que se conocen —ciertamente, muchos se desconocen— casi a diario.

La pensión "trucha" ocupa toda la esquina

Sin embargo, cuando se apaga la jornada, al llegar la noche, la inseguridad se multiplica exponencialmente. Esa parte de la Cuarta Sección se vuelve zona de nadie. 

Se insiste: no se trata de una valoración, sino de lo que advierten los propios vecinos y comerciantes.

Unos mencionan a los motochorros —modalidad in crescendo en esa zona—; otros refieren los robos que se cometen ante la ausencia de los ocupantes de las viviendas; también hay quienes mencionan a los vendedores de drogas. Cada uno manifiesta su propia preocupación.

Sin embargo, hay un punto en el que casi todos coinciden: la existencia de una suerte de pensión que alberga a malvivientes de diversa laya. Está ubicada en la intersección de las calles Rioja y Alberdi.

“No es otra cosa más que un aguantadero de chorros, todos con prontuario”, advierte un hombre al Post. Su casa está ubicada en la misma cuadra, en Rioja al 2.000, y en los últimos dos años fue víctima de sendos hechos de inseguridad. Ambas crónicas pueden encontrarse en los diarios locales.

De noche, esa parte de Mendoza se vuelve tierra de nadie

Otro hombre, José Luis, vive a la vuelta y debió tolerar una entradera a su domicilio en enero de este año. “El encargado de la pensión se la usurpó a su dueño original y sería pariente de un comisario”, revela a este diario, casi como una verdad revelada.

Los testimonios se multiplican, con tanta elocuencia como enojo. Una mujer, Jimena, empleada de un comercio de la calle Alberdi arriesga un dato picante: “Hay un fiscal que sería fiolo también en la zona, un verdulero de calle Beltrán fue agredido y después apretado por este personaje”.

Las historias se suman, unas a otras, y coinciden en el punto antes referido: la pensión de la calle Rioja. Es un lugar que parece sacado de un libro de Edgar Allan Poe, con todo lo que ello implica.

Hace unos años fue clausurado, pero sigue funcionando como si jamás ello hubiera ocurrido. Por caso, los restos de la faja de prohibición para operar aún pueden verse en sus paredes.

La foto es de las 21 hs y pareciera de madrugada

“El lugar fue inhabilitado en más de una oportunidad, pero a esta gente no le interesa, rompen la faja y siguen trabajando… si es que se puede hablar de trabajo”, cuenta otra vecina, con reserva de identidad por temor a eventuales aprietes.

Más allá de cualquier especulación que pudiera hacerse al respecto, hay un dato elocuente: la mayor cantidad de delitos cometidos en la zona, se da en la periferia de la mencionada pensión-aguantadero.

Sin embargo, no todo es inseguridad: desde hace unos meses empezó a darse un fenómeno nuevo, superador si se quiere. Empezaron a aparecer destrozadas las vidrieras de los negocios linderos.

Uno de los comercios que sufrió esa novedosa modalidad es el kiosco ubicado en Rioja y Beltrán, aunque no fue el único. Ocurrió lo mismo en una casa de insumos y también en un polirrubro. Todos refieren la misma situación, y sospechan de los mismos personajes, vinculados no solo al mundo del delito sino también al de la droga.

El kiosco que fue destrozado por malvivientes

"Estamos haciendo controles residenciales de hospedaje, en ese y otros lugares. Los vecinos nos aportan datos", reveló al Post Raúl Levrino, Subsecretario de Seguridad Urbana de la Capital mendocina. 

Respecto al aguantadero aquí mencionado, el funcionario advirtió: "En este caso ha habido una serie de denuncias y se lo ha clausurado". 

¿Qué más puede agregarse? Está claro que se trata de personajes que se mueven con total impunidad, ante la mirada atónita de los vecinos del lugar.

No hay secretos ni secretismos, todos vociferan sus broncas ante quien quiera escucharlos. Solo falta que, quien los escuche, sea la persona adecuada. Aquella que pueda resolver sus problemas. Alguien más que un mero periodista.