Volvió el trueque a Mendoza

Varias ferias proliferan en las plazas de la mano del "parate" económico. Variantes online y por Facebook.

Volvió el trueque a Mendoza

Por:Ana Montes de Oca
Periodista

Cocina por lavarropas, botas por zapatillas, ropa de bebé varón por ropa de bebé nena, prendas de mujer por leche y azúcar. En el país de “la década ganada” el trueque volvió para ahorrar y para parar la olla, la novedad es que, diez años después, los intercambios se ofrecen y se pactan por internet.

“Yo fui una de las primeras. Hace cuatro años empecé con la feria y desde entonces no paré ni una semana. Al principio éramos muy poquitas, pero en el último año hubo una explosión y ahora somos más de diez mil”, comentó Violeta, una de las chicas que hace trueques en la plaza Independencia.

Las “ferias” no son otra cosa que estas mujeres que encontraron la forma de subsistir el día a día a través del trueque y de la venta de cosas usadas. En las páginas de Facebook de clasificados o compra venta de usados, estas ferias ofrecen su ropa usada a cambio de ropa para los chicos, algunos artículos del hogar por otros, y en muchos casos, ofrecen su propia ropa a cambio de mercadería.

“Al principio el trueque o la venta era sólo entre ferias”, contó Bárbara, hermana de una precursora del movimiento y que se unió hace unos meses. “Las chicas se dedicaban a algún rubro específico y entonces se iban cambiando las cosas: por ejemplo, yo reunía ropa de niños y te cambiaba a vos que tenías ropa de dama”.

El canje en la Plaza Independencia.

El shopping 2.0

El Facebook es su herramienta principal, y también su trabajo. Las ferias pasan varias horas al día publicando lo que tienen para ofrecer en un promedio de 20 grupos distintos y a su vez, buscando lo que necesitan. “Pero claro, no es fácil encontrar alguien que tenga lo que necesito y que además, necesite lo que tengo, y es por eso que con el tiempo comenzamos a vender”, aclaró Bárbara. Así, uno puede cambiar toda la ropa de invierno del año pasado no sólo sin gastar un peso, sino además, hasta quedándose con un resto.

Y el enorme crecimiento que ha tenido esta forma de “mercado libre” ha tenido un doble resultado: por un lado la relación precio calidad es cada vez mejor, y por otro lado, la clase media se vuelca cada vez más a las compras por Facebook que a la boutique del centro.

Es que además, es comodísimo. El comprador sólo necesita pedir lo que busca y esperar la lluvia de ofrecimientos donde puede elegir, color, talle y hasta el precio. Una vez encontrado lo que se busca se pacta con el vendedor un lugar de encuentro y allí se hace el intercambio. 

Los hombres chochos, porque ya no tienen que salir a mirar vidrieras con las mujeres.

“Mi primera compra fue una campera de jean Stone que en un negocio sale 300 mangos, y yo la conseguí en 50”, graficó Silvana, una empleada de clase media que hace más de un año que no compra ropa en un negocio.

El rebusque femenino

La gran mayoría de estas ferias son mujeres con hijos chicos que no pueden salir a trabajar por la imposibilidad de dejar a sus hijos al cuidado de otros. “Esto te permite estar en tu casa o llevarte a tus chicos con vos cuando tenés que hacer las entregas, y es una mano grande para las que tienen marido y para las que están solas les permite juntar el dinero para la comida del día”, dijo Sandra, una de las mujeres que se reúne en los juegos de la plaza Independencia.

“Yo empecé porque me quedé sin trabajo, atendía en un minimarket y me echaron. Me entró una desesperación total, tengo hijos y estoy sola, no sabía qué hacer y decidí empezar a vender mi ropa y quedarme con lo básico. Después mi hermana me dio otras prendas suyas, mi mamá, algunas amigas, y así empecé a sacar para el día”, contó Isabel.

Prenda x prenda. Así se subsiste.

Jezabel por su parte empezó para ayudar a su marido que no tiene trabajo estable. Yo ya vendía cositas que traía de Chile (porque soy chilena) para un negocio y un día me puse a ofrecer por internet y me fue muy bien, Ahora le pido a mi mamá que me traiga algunas cosas y vendo bastante bien. Ahora con los útiles escolares junté bastante”, cuenta esta feria que vendía lápices de color de marca casi al 50% del precio que un supermercado puso como oferta.

A diferencia de lo que pasaba hace un tiempo en la plazoleta Alem, donde las señoras ponían la ropa en exhibición y más de una vez fueron corridas por los inspectores municipales, ahora, como la venta ya se acordó por internet, en la plaza sólo se hacen las entregas y los trueques.

“Nosotras pedimos que no nos persigan, no estamos haciendo nada ilegal porque no estamos vendiendo cosas nuevas, incluso las pocas que venden algo nuevo lo hacen como si fuera una venta ambulante”, explicó Violeta. “Nosotras no hacemos un persa acá, somos un grupo de mujeres que nos reunimos en la plaza, traemos a nuestros hijos a los juegos y nos intercambiamos ropa”.

Es cierto que la venta callejera está prohibida, por lo que se cuidan mucho de no sacar toda la mercadería para que no se enojen los inspectores y, si bien ya no les decomisan la ropa, tampoco las miran muy bien.

“Lo que pedimos es que nos dejen tranquilas esas dos horas que venimos lunes, miércoles y viernes, no le hacemos mal a nadie, trocamos o vendemos lo que tenemos usado. Si nos juntamos en un mismo lugar es para evitar que nos roben y también para darle seguridad a quien quedó con nosotras”, pidieron varias de las feriantes.

Son, además, un movimiento muy unido, todas se ayudan entre ellas, incluso se sacan adelante cuando alguna está pasando por un mal momento “que somos la mayoría”, bromeó Isabel.

Trocar por lo básico

Andrea Amaya empezó hace un tiempo a organizar reuniones sólo de trueque. El sábado pasado convocó a través de la red social a reunirse en el predio de la Virgen en Guaymallén, a quien tuviera algo para trocar. Así, reunió a unas 40 mujeres que llevaron ropa de todo tamaño, leche, azúcar, pañales (incluso paquetes abiertos), calzado, juguetes, artículos de librería.

Muchas mujeres se dedican al trueque,

“Organicé el trueque porque vi un post de una chica que ofrecía una ropita y estaba desesperada porque no la vendía. Le había bajado el precio a todo, era baratísimo, pero no podía vender y escribió que necesitaba leche y azúcar. Yo le escribí y entonces organicé lo del predio de la virgen porque es un buen lugar para ir con los chicos. Incluso abrí un grupo aparte de sólo trueques y es increíble la cantidad de mensajes que recibí de chicas que no tienen ni para la comida. Muchas de ellas piden mercadería, leche, azúcar y pañales es lo que más necesitan. Yo le pido a la gente que, si no tienen nada para trocar, vaya con esos productos”, invitó Andrea, que ya está organizando otro trueque para el sábado 14 a las 17.

Una radiografía de la vida

El comercio del usado por internet tiene, al igual que los negocios, épocas donde prevalecen ciertos productos. Así, entre octubre y diciembre el intercambio de vestidos y zapatos de fiesta estuvo a la orden del día con los bailes de egresados, casamientos y hasta fiestas de fin de año.

Malena es médica y tiene tres hijas de 15, 18 y 24 años y exclamó “A mí me salvaron las ferias, imagínate que mi hija menor tuvo en un año 8 cumpleaños de 15, la del medio la fiesta de egresados y la mayor tuvo dos casamientos. Yo podría comprar vestidos nuevos, algunos, pero no uno distinto para cada ocasión. Así que con las ferias fui comprando y vendiendo y en once vestidos gasté 400 pesos, porque obviamente no vendés al mismo precio que compraste porque está usado una vez más”.

Opinó que “la crisis existe y llega a todos lados, yo hace un par de años no me hubiera imaginado comprando ropa usada, pero les expliqué a mis hijas que aunque tuviera el dinero me parecía un despropósito gastar tanto en vestidos nuevos, que uno no esté pasando hambre no quiere decir que tire manteca al techo”.