Silvina Anfuso, directora de Género y Diversidad de Mendoza, habló con el Post sobre el drama de la pobreza y el maltrato hacia las mujeres.
La íntima relación entre violencia de género y pobreza
La noche del viernes terminó de la peor manera: Mendoza sumó otra víctima a su larga lista de femicidios. En lo que va de 2016 ya se han registrado 16 víctimas.
Se llamaba Mariana Noemí Suárez Pallares, tenía 34 años, ocho hijos y era pobre. Fue asesinada por su pareja, Carlos Maravilla, quien le disparó en el abdomen. El descenlace tiene detrás una larga historia de violencia. La víctima era sometida a constantes maltratos y era obligada a prostituirse para "financiar" la adicción a las drogas y el acohol de Maravilla Bruna.
El caso tiene un factor en común con el femicidio de Ayelén Arroyo y tantos otros casos en el país: la pobreza.
El Post dialogó con Silvina Anfuso, directora de Género y Diversidad de Mendoza, quien explicó que el drama de la pobreza estructural es que en muchos casos la violencia de género se naturaliza. La prostitución muchas veces es la única salida que se vislumbra, dentro de un sistema en el cual la mujer es despojada de su sexualidad y es concebida como un objeto.
Por otro lado, Anfuso destaca que "la violencia de género se cristaliza en un varón pero hay un sistema que no aporta para revertirlo." En este punto destaca que los medios de comunicación y las instituciones deben hacer una autocrítica para desvincular a la pobreza con situaciones de violencia que, bajo ningún concepto, deben ser propias.
Ver: Femicidio N° 16: mataron a una mujer en Las Heras