Luego de dos años de investigación por compraventa de manterias, la justicia decidió imputar a seis alumnos y dar falta de mérito al director de Alumnos sospechado. Papelón.
Compraventa de materias en la UNCuyo: el hilo se corta por lo más delgado
Hay testimonios, fotos y hasta documentos internos de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) que demuestran lo sucedido.
Hay incluso personas que trabajan allí y que confirman que hubo compraventa de materias.
De todo ello dio cuenta el Post con pelos y señales, publicando incluso documentos originales. Sin embargo, a pesar de ello, de que hubo un plan sistemático para cometer ese grave delito, ningún funcionario de esa casa de estudios está complicado en la Justicia.
Todo lo contrario, el director de Alumnos, Carlos Díaz, ha sido beneficiado con una oportuna falta de mérito por parte de la Justicia.
La UNCuyo en medio de un papelón interminable
Los únicos en problemas son seis alumnos, de los 11 investigados que se beneficiaron con este oscuro sistema y que fueron imputados hace unos días por ello. Está perfecto que ello ocurra, que se penalice a quienes son parte de un hecho ilícito, pero… ¿qué pasa con la otra parte? ¿Acaso no es obvio que, para que haya un hecho de corrupción, debe haber una contraparte?
En realidad, el expediente es un cúmulo de desaciertos, muchos de ellos pergeñados por el abogado de la UNCuyo Juan Francisco Ventimiglia, instructor sumariante designado por esa institución.
Ver además: Compraventa de materias en la UNCuyo: camino a la impunidad
Fue quien recomendó oportunamente que se sancionara a los denunciantes de la compraventa de materias, siempre sobre la base de supuestos.
En el mismo sentido, el letrado fue quien presionó para saber quién hizo llegar los listados con los alumnos infractores a aquellos que luego los harían públicos. ¿Para qué quería saberlo? ¿Qué es más útil, investigar a los que incurrieron en el ilícito o enfocarse en quienes lo hicieron público? La respuesta es obvia.
El nombramiento de Ventimiglia dentro de la UNCuyo
Como sea, la que ostenta mayor preocupación en este momento es la decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Claudia García, quien supo cajonear los documentos que luego se hicieron públicos por otros medios.
No es lo único que debería preocupar a la mujer: en el expediente de marras consta, gracias al ya mencionado Carlos Díaz, que existió una reunión privada entre García, Sandra Estrada, la directora de Gestión Académica, y Matías Moyano, uno de los alumnos complicados por la compraventa de materias.
Ver también: UNCuyo congeló la investigación por compraventa de materias
En ese encuentro, Moyano confesó cómo era el modus operandi utilizado para conseguir buenas calificaciones a cambio de dinero.
¿Por qué García nunca habló de esa reunión? Peor aún, ¿por qué la justicia jamás la llamó a testificar, ni a ella ni a Estrada?
Ello explicaría por qué García intenta retrasar una inminente reunión que impulsa el Consejo Directivo. Por lo que pudo saber este diario de fuentes de la propia UNCuyo, la decana tiene a casi todo ese cuerpo en contra. ¿Temerá por su puesto de trabajo?
Una de las tantas prubas que tiene el Post en su poder
Mientras tanto
Por lo que pudo saber el Post, la UNCuyo prepara una reunión secreta del Consejo Directivo donde se planteará la restitución de los tres empleados separados oportunamente, dos de los cuales fueron denunciantes de los ilícitos. Uno es el director de informática
El encuentro no es casual: en las últimas horas aterrizó en esa casa de estudios la resolución referida al principio de esta nota, lo cual encendió todas las alarmas.
Ver además: Compraventa de materias y mentiras judiciales
Allí, también se refrendará una decisión que traerá polémica: a los alumnos imputados les quitarán sus matrículas.
Se insiste, no está mal que ello ocurra. Lo que es errado es que el hilo se corte por lo más delgado, como ocurre con casi todas las causas de corrupción en Mendoza.
Caen los perejiles, como siempre
Ya lo dijo el poeta chileno Pablo Neruda: “El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan”.
