Indec, Iglesia y Malvinas: los activos del gobierno que chocan con el "mano a mano"

Indec, Iglesia y Malvinas: los activos del gobierno que chocan con el "mano a mano"

Por:Hugo E. Grimaldi (*)

El gobierno nacional supone que lo que escribe o dice el periodismo no le interesa a la sociedad y sostiene que en estos tiempos de redes sociales masivas y dinámicas la comunicación "directa y simplificada" reemplaza a los intermediarios. Por eso, desde hace años impulsa con gran éxito de marketing los timbreos casa por casa, recorridas que nunca se sabrá el grado de espontaneidad que tienen, pero que finalmente dejan a los funcionarios "mano a mano" con los ciudadanos, tal como el Gobierno quiere que sean los mensajes oficiales.

Sin embargo, de no ser por el periodismo tradicional, seguramente durante la semana que pasó no se hubiese conocido en detalle el blooper diplomático que protagonizó la imprudencia del presidente Mauricio Macri en Nueva York, ni la importante reunión que tuvo la Iglesia con el Gobierno o la valiente publicación que hizo el INDEC del precio de la canasta, estadística que estima los límites de la verdadera pobreza e indigencia, por marcar tres hitos informativos de valor que atañen a las autoridades nacionales.

Tres temas, uno negativo para el Gobierno; el segundo más neutro, pero clarificador y un tercero que, debido a la independencia del poder político que mostró el organismo estadístico, resultó ser una información ampliamente positiva para el oficialismo, llegaron al público a través los medios habituales. Las redes sociales gubernamentales, se mantuvieron casi en silencio.

Sobre la candidez del Presidente se han comentado muchas cosas, ya que en diplomacia nunca hay que dar por cierto lo que uno cree veraz. Si se cruzó con la premier británica, Theresa May, y ella le dijo que iban a hablar de todas las cosas pendientes es muy lícito que Macri haya entendido que de soberanía también. Y es también entendible su euforia. Pero, de allí a contarlo… Seguramente, nunca se le ocurrió al Presidente que la manifestación de la primer ministro podría haber sido 'pour la galerie', para zafar del momento, primera opción; o si se lo dijo de buena fe y quería avanzar hacia ello, segunda posibilidad, con tan poco tiempo de estar en el cargo y quizás sin comentarlo aún demasiado con sus asesores o con la oposición, estaba cantado que desde Londres lo iban a refutar. La canciller argentina, Susana Malcorra, quien junto al secretario de Asuntos Estratégicos de la Jefatura de Gabinete, Fulvio Pompeo, son los responsables naturales de la "educación diplomática" del Presidente, tuvo que salir a enmendarle la plana a su jefe y tras la inevitable desmentida del Foreing Office de que se hubiera abordado la cuestión Malvinas desde ángulo tan sensible, el propio Macri debió rectificarse y aclarar que, en rigor, no se había hablado del tema "soberanía" en el breve encuentro.

Si el Presidente no hubiese develado la casual conversación, al tener la palabra de May sobre la posibilidad de hablar de "todos" los temas, hubiese sido más sencillo para la cancillería argentina avanzar reservadamente con su par británica en los temas propuestos en la Declaración Conjunta firmada por ambos vicecancilleres que tiene un apartado de "cooperación en el Atlántico Sur" y que tanto ruido hizo en la Argentina al confundírsela con un acuerdo. Ahora, no se sabe muy bien qué pasará con ella, porque seguramente los halcones británicos estarán soplándole en la oreja a May que "no se puede avanzar en nada con esta gente, porque traicionan y también mienten". No obstante, después del Brexit la situación económica de Gran Bretaña necesariamente deberá tornarse cada vez más austera y es casi seguro que se revisará el gran paquete de subsidios que se le transfieren a las lejanas Falklands, tema que quizás sea una punta para empezar a hablar de lo más importante.

Igualmente, no es nada ingenuo el tema de la Declaración, ya que hay intereses económicos muy fuertes en el medio, y en ella, ambos gobiernos dicen que apuntan a "establecer un diálogo para mejorar la cooperación en todos los asuntos del Atlántico Sur de interés recíproco". De esa manera, afirman que buscarán "adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos" y además, para avanzar hacia el "establecimiento de dos escalas adicionales mensuales en territorio continental argentino, una en cada dirección".

La "declaración de interés", tal como la definió Malcorra, está bajo el paraguas de otra similar que se firmó en Madrid en el año 1989 para reordenar la relación tras la guerra, documento que explícitamente dice que, por más que se avance en el diálogo, nada de lo que se diga "podrá ser interpretado como un cambio de posición" de ninguno de los dos países en materia de "soberanía o jurisdicción territorial y marítima". Y este punto resulta vital, ya que de lo que se trata el conflicto es justamente de "soberanía", el tema que Macri creyó escuchar de boca de May y que las Naciones Unidas han recomendado que se aborde, mientras que Gran Bretaña se niega sistemáticamente. Tras la mención de los temas económicos, especialmente, la oposición descargó sus iras contra el Gobierno, sobre todo el kirchnerismo, que mantuvo con el Reino Unido una política de dientes apretados para ponerle trabas a la explotación de recursos, estrategia que, a la luz de los resultados, dejó estancada la relación. Este cepo se implementó durante el año 2011 a través de una Ley que ahora se buscará adaptar a las nuevas circunstancias, aunque será más que difícil por la falta de bancas propias que tiene el oficialismo. La prohibición de operación en Malvinas o de abastecimiento a terceros países que lo hacen, bajo pena de inhabilitaciones, tuvo un resultado negativo, ya que únicamente logró que muchos justificaran su presencia en las islas a partir de reconocer la soberanía británica. Según el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, esta situación hizo que algunos países, otrora favorables a la Argentina, "cambiaran su voto" en la ONU.

Otra cosa que hizo mucho ruido entre los diputados, aún entre los de Cambiemos, fue la falta de información a los legisladores quienes, con la presidencia de Elisa Carrió, en la Comisión de Relaciones Exteriores defendieron de modo unánime el rol del Congreso en esta materia y citaron para esta misma semana al vicecanciller Carlos Foradori, para que brinde precisiones sobre tan discutido documento.

Desde lo más positivo, la presentación por parte del INDEC, después de tres años, de los valores de las canastas para no caer en la pobreza y en la indigencia, sacudió y a la vez resultó ser un bálsamo para la sociedad por varios motivos. En primer término, porque saber que una familia necesita ganar 12.500 pesos por mes para no ser consideraba "pobre" (lo mismo con la indigencia) pone en perspectiva realista la magnitud del problema.

Segundo, porque por más que se cuente y recuente cuántos pobres venían de antes y a cuántos empobreció el gobierno actual, se estima que tener en claro la cifra pondrá en guardia a las autoridades para intentar revertir la situación desde un piso cierto. Está claro que en este tema el Gobierno prefirió la transparencia a la comodidad de barrer debajo de la alfombra, tarea que el INDEC anterior hacía de maravillas a pedido de la Casa Rosada, para esconder que las políticas del kirchnerismo resultaron ser una fábrica de pobres, aunque fuera de las estadísticas "para no estigmatizarlos".

Justamente, es la pobreza la que alarma desde hace mucho tiempo a la CGT, que ahora apunta a un paro general, pese a que, después de haber hablado con la Iglesia, prometió seguir dialogando. Este mismo pedido de no cortar los puentes le hizo la Conferencia Episcopal Argentina al Jefe de Gabinete, Marcos Peña, más allá de las sugerencia a que el Gobierno convoque a una Mesa de Diálogo, ya que "la Iglesia no puede hacerlo, pero sí colaborar". Frente a la jerarquía eclesiástica, el brazo ejecutor del pensamiento del Papa, Peña ponderó la "cultura del encuentro" y dijo que también era un valor que sostenía el Gobierno, pero reivindicó como método la teoría del diálogo "mano a mano", lejos de toda pretensión corporativa a la que es tan afecta el peronismo. En esa línea, prometió que el Presidente iba a recibir a los gremios y no hay vuelta atrás sobre eso, porque el mismo funcionario lo hizo público en una conferencia de prensa posterior sobre otro tema.

La reunión dejó una perla, quizás para compensar el haberse negado a la Mesa, que la jerarquía de la Iglesia recibió con agrado ya que, según un vocero eclesial, el Jefe de Gabinete aseguró que "el Gobierno no cree en el derrame" económico y que trabaja en la búsqueda de la inclusión. Música para los oídos de Francisco, quien el 15 de octubre recibirá a un Macri ya no tan neoliberal como él erróneamente creía, esta vez en Santa Marta. Durante la última semana, hubo también otras cuestiones que estuvieron en la consideración de cierto público, sobre todo el que toma decisiones que, por desconfiado, no quiere saber nunca nada con las bajadas de línea gubernamentales y sigue a los medios tradicionales. Así, estos interesados pudieron conocer que comenzó en el Congreso el tratamiento del Presupuesto 2017 y que Alfonso Prat-Gay por el lado del gasto lo planteó más en términos político-electorales que económicos y que la CGT fue y volvió de un paro cuya fecha ahora depende de la reunión que tendrán los dirigentes con Macri.

La interesante teoría de la comunicación "directa y simplificada", de la que Peña le habló a los obispos y que el viernes apuntaló frente a un millar de comunicadores del Gobierno, tiene el mérito de ir acompañando a los tiempos, pero también presenta algunas peligrosas lagunas en su concepción que, más allá de la subestimación de las audiencias, lamentablemente, emparentan esa nueva mística con actitudes hegemónicas: se difunde lo positivo y se calla lo inconveniente.

Es verdad que hay gente que está preocupada por su empleo o por la necesidad de sumar ingresos para comer todos los días o para zafar de la inseguridad que lo circunda y que no casi tiene tiempo para atender cuestiones complejas y prefiere la distensión de la música, la TV fácil o atarse a Internet, pero en la comunicación gubernamental salirse de los moldes puede llevar a segundas intenciones.

Si bien en el Gobierno sostienen que la idea es "utilizar todos los instrumentos posibles" para llegar los diferentes públicos -y seguramente por eso es que distribuye profusamente por los medios tradicionales las fotografías que les interesa difundir- la pregunta que surge tras la bajada de línea interna es hasta dónde prescindir cada día más del periodismo tradicional no resulta ser una nueva variante del deseo que tienen todos los gobiernos de generar un monopolio comunicacional que los eternice. Más que peligroso.

(*) Especial para Mendoza Post