Gustavo Cordera nos explicó por qué es peligroso ser mujer

Cada vez que leo o escucho algo referente a la violación me pregunto por qué hay tanto ignorante que opina de algo que nunca, jamás de los jamases va a comprender si no lo ha vivido.

La palabra violación, entre sus múltiples acepciones dice que significa ajar o deslucir algo. Ajar significa maltratar, manosear, arrugar o marchitar. Maltratada, manoseada, arrugada y marchita para siempre queda una persona que ha sido violada.

La violación es el peor delito que una persona puede cometer en contra de otra. La violación no es un delito contra la vida, ni contra la propiedad, ni contra la moral. Es un delito contra la integridad de la persona. La integridad implica que no carece de ninguna de sus partes, que está entero.

La violación te rompe, y en eso, algún pedazo se destruye y por más pegamento y tratamiento para recomponer, lo roto queda roto y lo perdido se va para siempre.

Las declaraciones de Gustavo Cordera encendieron el caldero porque no son las de un ignorante o un pelotudo, sino de alguien que es peligroso para la sociedad. Porque sus palabras son, en el mejor de los casos, las de un tipo que cree lo que creen muchos y es que, cuando decimos que no, las mujeres queremos decir que sí, pero no lo decimos porque somos “histéricas”.

Pero peor aún, Para Cordera, que la ley impida “cogerse una pendeja” es “una aberración”.

Lo que la ley prohíbe es creer que una nena es un cacho de carne.

Lo que la ley prohíbe es creer que un hombre puede interpretar lo que una mujer quiere.

Lo que la ley prohíbe es que nos traten como si no fuéramos personas, porque somos mujeres.

Pero las palabras del cantante marcan lo que piensa una sociedad entera: desde Gustavo Cordera hasta todas las mujeres que le dicen “gato” a una congénere que usa faldas cortas y escotes (lo que se dice comúnmente “vestir de forma provocativa”) ¿qué busca provocar?

Por eso estamos viviendo en una época peligrosa para ser mujer. Porque los que piensan como Cordera no son todos pero son muchos… y muchas.

Y seguirá siendo así hasta que el Estado se deje de pacaterías y empiece a enseñarles a los niños a tratar a las niñas como personas. La escuela tiene que enseñarles a los niños a luchar contra toda clase de sometimiento, porque mientras siga habiendo sometimiento de la mujer en la casa, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia y en la cultura, esa mujer no va a saber cómo no dejar someterse sexualmente y ese hombre va a creer que tiene que decidir qué es lo que ella quiere.