Cómo es la guerra de espías detrás de la denuncia contra CFK

La rimbombante denuncia que hizo el fiscal Alberto Nisman contra la presidenta no fue casual, es parte de un plan pergeñado por ex agentes de inteligencia para vengarse de Cristina por haber descabezado la ex SIDE.

Cómo es la guerra de espías detrás de la denuncia contra CFK

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

"Se trata de alguien que se ve que respondía a otras estructuras de la Secretaría de Inteligencia", disparó ayer el secretario General de la presidencia, Aníbal Fernández, respecto de la figura de Alberto Nisman.

Sus palabras no fueron aisladas, sino parte de la respuesta que ensayó el gobierno a la grave acusación que hizo el fiscal especial de AMIA contra Cristina Kirchner por “negociar y organizar la impunidad de los prófugos iraníes con el propósito de fabricar la inocencia de Irán”.

En esta ocasión, Fernández no se equivocó: la avanzada de Nisman es la primera batalla de la guerra que libran ex agentes de la Secretaría de Inteligencia contra la presidenta de la Nación.

Ello, después de que la mandataria se animara a descabezar la ex SIDE y remover de sus cargos a algunos de sus popes de mayor gravitación histórica. A partir de entonces, los espías vernáculos juraron cobrar venganza, no tanto por haber pedido su trabajo sino más bien por la manera en que esto ocurrió, humillación mediante.

Aníbal suele derrapar, pero en este caso tuvo razón

El que está a la cabeza de la movida es Antonio Stiusso, ex director de Operaciones, de quien Cristina había jurado a su vez vengarse cuando se enteró, en el año 2002, que este la había mandado a seguir por las calles de Río Gallegos.

El puntapié inicial del escándalo que hoy salpica a la presidenta de la Nación comenzó a hacerse visible ese mismo año —2002—, cuando Miguel Ángel Toma recaló en la ex SIDE y abrazó un plan que pergeñaron la CIA y el Mossad en conjunto para “encontrar” rápidamente un culpable para el atentado a la AMIA.

A partir de entonces, comenzó a perder fuerza la “pista Siria” —hasta ese momento, era una línea firme y con una veintena de evidencias— y empezó a cobrar impulso la “pista iraní”.

Fue el resultado de la puja entre dos sectores de la Secretaría de Inteligencia: la “Sala Patria” y la “Sala Independencia”. Cada una tiró a favor de sus propios intereses, y finalmente venció la presión de esta última.

El atentado a la AMIA ocurrió el 18 de julio de 1994

Los espías tuvieron entonces una importante gravitación a la hora de impulsar la mentira. Y Stiusso, que hasta entonces venía señalando a los sirios, repentinamente comenzó a mirar hacia el horizonte de Irán. Un dato no menor: el ex director de Operaciones ostenta excelentes vínculos con la CIA y el Mossad.

En ese contexto, empezó la avanzada de Nisman en el expediente AMIA, donde la ex SIDE logró que en 2005 fuera nombrado fiscal especial para investigar esa causa específica.

Está demostrado que Nisman, al igual que su ex mujer, siempre reportaron a la Secretaría de Inteligencia. Más aún: Sandra Arroyo Salgado, otrora esposa del “fiscal especial”, fue “colocada” como jueza federal de San Isidro gracias a las gestiones de los espías hoy removidos.

  El propio funcionario admitió anoche por canal Todo Noticias que gran parte de la evidencia que tiene en su poder provino de la ex SIDE  

La cuestión es simple: si se observa lo que Nisman hizo hasta ahora, se verá que poco y nada ha avanzado judicialmente en la resolución del atentado. A más de 20 años aún no hay certezas de quién o quiénes están detrás del mismo.

Por el contrario, su gestión permitió que los que inventaron la acusación contra Irán y desviaron la indagación de su cauce original siguieran impunes en sus cargos públicos.

En ese marco, vale preguntar: ¿Es casual que Nisman pida la indagatoria de Cristina justo después de que esta removió a los todopoderosos de la ex SIDE? Todo parece indicar que no.

Si cupiera alguna duda, basta escuchar los audios que los propios ex agentes acercaron al “fiscal especial” con conversaciones privadas entre la presidenta, Luis D’Elía, Andrés “Cuervo” Larroque y otros impresentables.

Está claro que las charlas no son nuevas, ergo ¿por qué se dan a conocer recién ahora?

Y otros interrogantes: ¿Quiere avanzar realmente Nisman o intenta extorsionar a alguien del poder? ¿Tiene en su poder otras conversaciones? ¿De qué tenor?

  Dicho sea de paso: ¿Es cierto que la ex SIDE tiene grabaciones que comprometen a César Milani en su poder, en las cuales presiona a un fiscal que lo “hostiga”?  

Las preguntas son muchas y variadas, y nadie parece dispuesto a responderlas.

Colofón

Hay tres mitos en torno al atentado a la AMIA que fueron impulsados desde un principio por los servicios de inteligencia y que el paso del tiempo fue derrumbando: que se trató de una venganza de árabes contra judíos, que hubo una camioneta-bomba y que hay pruebas contra Irán en ese sentido.

Respecto del primer punto, en realidad se trató de un mensaje hacia Carlos Menem por compromisos que nunca cumplió —él mismo admitió “esto me lo hicieron a mí” en 1994—, justamente para con el entonces presidente de Siria, Haffez Al Assad.

El día del atentado a la AMIA, Menem dijo "les pido perdón". ¿Por qué lo hizo?

En torno a lo segundo, nunca hubo un coche bomba: de los 200 testigos que tiene el expediente, solo una persona juró haber visto la célebre Tráfic, Nicolasa Romero. La misma testigo admitió luego que había mentido a pedido de la policía Federal.

El tercer punto es el más interesante: cuando se le pregunta a Nisman cuáles son las evidencias que involucran a Irán en el atentado a la AMIA, asegura sin dudar: “Hay documentos secretos de la CIA y el Mossad que lo prueban”. Luego, ante la repregunta, está obligado a aclarar un punto fundamental: él nunca vio esos papeles.

Por más cuestionable que sea, la movida de Nisman no exime a Cristina de cualquier eventual delito que pudo haber cometido

No obstante, sí hay elementos —una docena de ellos— que involucran a Siria en el hecho ocurrido el 18 de julio de 1994. Son datos irrefutables que fueron publicados en el libro que escribió este periodista en el año 2007 “AMIA, la gran mentira oficial” junto al colega Fernando Paolella.

Hay mucho más para mencionar, pero solo serviría para entorpecer la comprensión de esta trama para quien no está bien empapado en ella.

Es bien cierto que, si Cristina hizo algo incorrecto en su negociación con Irán, deberá dar explicaciones —al igual que en muchos otros hechos de corrupción que la salpican—, pero sepa el lector que la movida de Nisman no tiene nada que ver con buscar la verdad, sino con cobrarse una oportuna factura de sus propios “mandantes”.

Entre otras cosas, si al “fiscal especial” le interesara realmente llegar al esclarecimiento de la cuestión, habría aceptado en 2007 el desafío que le hizo quien escribe estas líneas para que muestre una prueba —una sola— que involucre a Irán en el atentado de marras.

¿Hace falta mencionar que Nisman jamás respondió el convite? 

Como sea, lo importante, lo imperdonable, lo relevante finalmente, es que la causa AMIA sigue impune 20 años después de ocurrido el atentado. 

Y lo paradójico es que la responsabilidad de que ello sea así la comparten Cristina, Nisman, Menem y una decena de funcionarios judiciales que hicieron la plancha durante dos décadas.