El caso del rugbier Cristian Puleo, muerto en medio de una fiesta donde no faltaron estupefacientes, fue reabierto a pedido de la familia. Había sido archivado sin haber profundizado la pesquisa.
Asado, drogas y muerte: reabren el expediente del rugbier Puleo
La velada era prometedora y el momento parecía perfecto. Ciertamente era un encuentro más de los tantos que solían endilgarse aquella decena de amigos, entre los cuales se destacaba el joven Cristian Puleo.
El asado fue la excusa y el lugar elegido fue una quinta ubicada en Lunlunta, Maipú. Ese viernes 8 de noviembre de 2013, las anécdotas corrieron casi tan aprisa como las botellas de alcohol.
Pronto, alguien introdujo algunas drogas, principalmente marihuana, éxtasis y LSD. No era la primera vez.
Las horas pasaron entre risas y divagues, algunos de ellos provocados por la inevitable mezcla de juventud y estupefacientes. En ese contexto, Puleo corría, reía y lloraba, y hasta desconocía a sus amigos.
De repente, pasó lo inesperado: el joven se desplomó y comenzó a sufrir convulsiones.
¿Qué hacer al respecto? ¿Cómo se maneja una situación semejante? ¿Se le pasará en algún momento sin que intervenga nadie?
Esas fueron algunas de las preguntas que se hicieron en esas horas los amigos de Cristian, quienes se movían entre la conmoción y la preocupación constante. Nadie supo qué hacer, apenas sí atinaron a llamar a la emergencia médica. Al llegar, el galeno de la ambulancia constató que Cristian había tenido un paro cardíaco y no pudo reanimarlo. Ya era el sábado 9 de noviembre.
A un año y cinco meses de ocurrido el hecho, la justicia no pudo precisar a ciencia cierta qué es lo que causó la muerte del joven de 21 años de edad, de quien hoy se sabe que era fanático del rugby en el club Chacras Rugby Club y estudiaba Administración de Empresas.
En ese contexto, la fiscal de instrucción Susana Muscianisi decidió archivar el expediente luego de que su superior, el camarista Fernando Guzzo, respaldara esa misma medida.
La decisión provoco la inmediata furia de la familia, quien decidió apelar sobre la base de ciertas contradicciones en los relatos que los amigos del rugbier sostuvieron en sede judicial.
En ese marco, la jueza de Garantías Alejandra Mauricio dio pie al pedido del clan y ahora deberá actuar la fiscalía de Cámara para ver cómo se avanza —si es que se avanza— a partir de ahora.
Drogas y excesos
Miguel Puleo, papá de Cristian, supo enojarse con los medios por puntualizar sobre el tema drogas y no hablar de su hijo “por lo que realmente era, una excelente persona".
Sin embargo, ahora la familia ha decidido rever ese punto, ya que el tema de los estupefacientes no ha sido un invento del periodismo, sino parte de la declaración de los amigos de su hijo: todos coincidieron en admitir que habían consumido drogas y alcohol.
La declaración judicial de quienes estaban con Puleo fue contundente y clara. Sin embargo, jamás la justicia intentó buscar al dealer que proveyó los narcóticos esa noche de fiesta.
No era un trabajo complicado: su nombre aparece claramente mencionado por uno de los amigos del rugbier, está ubicado en la zona de Palmares.
Oportunamente, a dos meses de estallar el caso, la fiscal Muscianisi —a cargo de la Oficina Fiscal nº 10— admitió a este cronista que el expediente no había avanzado en lo sustancial.
En esa misma oportunidad, antes de cortar la comunicación dijo a este cronista una frase cortante: “Cuando tenga información la voy a dar". Ello nunca sucedió.
La contraprueba de la que todos desconfían
En noviembre de 2013, el entonces fiscal subrogante Juan Tichelli impulsó ante el Cuerpo Médico Forense un estudio que intentó confirmar o refutar la prueba que se hizo sobre el cuerpo de Puleo a días de fallecer y que arrojó que no tenía rastros de LSD.
En realidad, el estudio se hizo tardíamente dando la posibilidad al ácido lisérgico de no dejar rastros en el organismo del joven deportista. Como publicó en su momento este mismo diario, el LSD persiste solo unas horas y luego desaparece, a diferencia de la marihuana que sí es detectable al paso de los días.
El ex ministro de Salud provincial Sergio Saracco, no solo refrendó esa posibilidad sino que además advirtió que la marihuana que se encontró en la sangre del fallecido podría haber causado la broncoaspiración que produjo su deceso.
La familia de Puleo, como se dijo, desconfía. ¿De qué murió el joven si no fue por el exceso de alcohol y drogas? Peor aún: ¿Cuál sería el sentido de inventar una historia que incriminara a los propios declarantes? Es lo que se pregunta el clan en estas horas.
Si sus amigos buscaban zafar de la situación, ¿no hubiera sido más lógico decir que Puleo se indispuso repentinamente, evitando mencionar el detalle de los narcóticos consumidos esa noche?
La desconfianza de la familia es claramente entendible, lo mismo que su escepticismo a la hora de aceptar que Puleo hubiera consumido estupefacientes. El hecho de no encontrar rastros de drogas en el organismo del rugbier, no es evidencia concluyente de que no haya consumido.
De acuerdo a lo que surge del expediente en cuestión, el primer estudio sobre el cuerpo de Puleo se hizo cuatro días después de fallecido, tiempo suficiente como para que desaparezcan los vestigios de drogas como el ácido lisérgico.
Todos los manuales de toxicología advierten que el LSD dura unas pocas horas después de pasado el efecto. Se metaboliza rápido y no deja residuos ni en ganglios ni en células grasas.
Josep Solé Puig, psiquiatra y psicoterapeuta reconocido internacionalmente, asegura que el LSD tiene una farmacocinética relativamente rápida, con una vida media de eliminación de tres horas, ya que “es de fácil absorción digestiva, oral y parenteral, así como a través de mucosas erosionadas”.
“Tan sólo una parte infinitesimal, del orden de una o dos cienmillonésimas de gramo, logra pasar la barrera hematoencefálica”, aseguró hace unos años Solé Puig a revista Adicciones de España.
Luego de lo aquí expuesto, ¿quién podría decir de manera concluyente que el rugbier no consumió LSD u otras drogas?
Concluyendo
Lo que sucedió esa ingrata noche de noviembre de 2013 en Lunlunta, donde Puleo perdió la vida, solo reposa en las cabezas de quienes estuvieron allí. ¿Dijeron estos todo lo que sabían o callaron puntuales detalles acerca de la muerte de su amigo?
Quien deberá investigar el caso a partir de ahora es la fiscalía de Cámara, lugar donde se determinará si la muerte de Puleo se archiva definitivamente o se avanza en sentido de averiguar qué produjo su muerte.
La familia confía en que habrá una nueva y mejor investigación y se profundizará en lo que no hizo la fiscal Muscianisi. Demasiadas cosas quedaron por hacer a nivel judicial-pericial y apenas una pregunta: ¿Será Justicia?



